CAMBIO CLIMÁTICO, INUNDACIONES, EMBALSES Y TRASVASES
Los
expertos del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) aseguran que sus
modelos de estudio del cambio climático predicen que, si continúa el
calentamiento de la atmósfera, se dará una mayor frecuencia de fenómenos
extremos como son las lluvias torrenciales causantes de inundaciones y las
sequías, entre otras consecuencias.
Parecen
confirmar esta teoría los episodios de inundaciones acaecidos el pasado verano
en Alemania y Bélgica con graves daños personales y materiales, así como los acontecidos
en los últimos años en España y los de hace unos días en Navarra, Aragón y La
Rioja en donde el río Ebro ha inundado y arruinado miles de hectáreas de
cultivo, por tercera vez en unos años, y, anegado cascos urbanos de diferentes
localidades entre ellas Tudela y Zaragoza. También parece avalar las
predicciones del IPCC el bajo nivel actual de reservas en los embalses de las
cuencas hidrográficas del sur de España, especialmente en las del Guadiana y
Guadalquivir, que son heraldo de una cercana sequía.
Hay
otro grupo de especialistas que aseguran que estos fenómenos vienen ocurriendo
hace muchos años debido a la variabilidad climática natural que se da en la
Tierra a causa de cambios en la actividad del Sol.
Tengan
razón unos u otros, parece necesario que haya que tomar algunas medidas para
defendernos de los posibles efectos del cambio climático o de la variabilidad
climática en relación con estos fenómenos extremos.
En
mi opinión se debiera actuar en varios frentes. Los detallo a continuación.
Mitigar
los efectos del cambio climático disminuyendo las emisiones de Gases de Efecto
Invernadero (GEIs); laminar las avenidas
abordando las obras hidráulicas de regulación necesarias y acondicionar los
cursos de agua para que sus secciones hidráulicas puedan evacuar el máximo de
caudal; regular mejor las cuencas de modo que podamos almacenar agua en épocas
de lluvias torrenciales, para usarla en los períodos de sequía y por último
estudiar posibles trasvases desde cuencas con altos excedentes a otras que son
deficitarias.
Con
la adopción de estas medidas de mitigación y adaptación es probable que podamos
reducir los efectos del cambio climático y minimizar las consecuencias de las
inundaciones por lluvias torrenciales, a la par que almacenamos y distribuimos
estos excesos de lluvia para defendernos de las sequías que puedan producirse.
Además,
habría que delimitar las posibles zonas inundables utilizando períodos de
retorno mayores para determinar las precipitaciones de diseño, prohibiendo
nuevas construcciones permanentes en estas áreas y amortizando progresivamente
las que existan actualmente
Estas
medidas conjuntas hay que acometerlas a la mayor brevedad. La disminución de
emisiones de GEIs ya está en marcha con objetivos marcados en París y Glasgow
para evitar que la temperatura se eleve más de 1,5 ºC lo que en opinión de los
expertos aminoraría los efectos del cambio climático y nos situaría en un
escenario más favorable. Escenarios con elevaciones de la temperatura por
encima de esa cifra provocarían efectos más graves.
Para
mitigar el cambio climático hay puestas en marcha un buen número de medidas que
pretenden la descarbonización de la sociedad con horizontes en los años 2030 y
2050 de modo que se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de
otros GEIs (metano, fluorocarbonados…etc.).
Otro
tipo de medidas a llevar a cabo, que serían de adaptación, es el control de las
avenidas producidas por las lluvias torrenciales mediante nuevas obras de
regulación, embalses bien diseñados que laminarían los efectos de aquellas y al
tiempo acumularían agua para usarla en los períodos de sequía, asegurando de
paso los caudales ecológicos necesarios para conseguir el buen estado de las
masas de agua que propugna la Directiva Marco del Agua (DMA). En este sentido
hay que mejorar la regulación de todas las cuencas en general y especialmente
de aquellas cuya regulación es menos completa como son: Guadiana, Guadalquivir
y las cuencas internas de Andalucía.
Se
completarían las actuaciones con la ejecución de labores de limpieza y
mantenimiento de los cauces de modo que su sección hidráulica se encuentre
siempre expedita para evacuar el máximo de avenida posible y evitar o reducir
los efectos perniciosos de la inundación.
La
ejecución de estas obras hidráulicas no gusta a las organizaciones ecologistas
que prefieren que los ríos discurran en su estado natural con el riesgo que
esto conlleva en el control de las avenidas y en los efectos de las
inundaciones.
Respecto
a los trasvases que es un tema muy controvertido, parece ilógico que excesos
notables de agua se viertan al mar, si puede hacerse un aprovechamiento
racional de estas aguas excedentarias. Sin que ello deba suponer afecciones
medioambientales ni a las cuencas cedentes ni a las desembocaduras de los ríos
que cedan las aguas.
Quizá
habría que retomar el trasvase del Ebro a Levante, asegurando que no hay
efectos medioambientales negativos ni en la cuenca en general ni en la
desembocadura y el Delta en particular. Este trasvase creo que fue derogado
precipitadamente por un tema de ideología y no de racionalidad. Otra solución
podría consistir en incorporar el exceso del agua del Ebro al sistema
Entrepeñas – Buendía llevándolo al río Tajo a través de su afluente el río
Gallo. Hay otras posibles soluciones que podrían estudiarse. Insisto que ha de
tratarse siempre de aguas claramente excedentarias. No puede perjudicarse a la
cuenca cedente. En ningún caso.
Todas
estas medidas hay que ponerlas en marcha con prontitud. Todo menos esperar mano
sobre mano que se produzca otra “dana” o gota fría que arruine la economía de
miles de familias, con el riesgo de producir daños personales como ha ocurrido
en otras ocasiones.
Suspenderé
la publicación del blog hasta el viernes 7 de enero. Doy las gracias por su
atención a los lectores y les deseo una Feliz Navidad y que el año 2022 sea
excelente para todos.