INCONGRUENCIAS
HÍDRICAS
Recientes
publicaciones de expertos en hidrología adelantan que en España llueve lo
suficiente en términos medios para que, llevando a cabo una serie de
actuaciones de regulación y trasvases, todo el territorio español pudiera
disponer de agua bastante para atender los usos socioeconómicos y ambientales
relacionados con ella.
De
acuerdo con datos del Libro Blanco del Agua (Ministerio de Medio Ambiente,
2000) la precipitación media en España asciende a 346 Km3/año, restando la
evapotranspiración que asciende a 235 Km3 /año, nos da una aportación media de
agua de 111 Km3/año, es decir 111.000 Hm3 /año.
Estimaciones
a la baja debido a los escenarios que pudiera presentar el cambio climático y
en el más desfavorable de todos ellos, el denominado RCP 8.5, la aportación de
lluvia en España se reduciría a 103.403 Hm3/año, lo que representa alrededor
del 7 % menos de aportación. Las cuencas hidrográficas con más aportación anual
en este escenario son las del Ebro (17.069 Hm3), Duero (12.294 Hm3) y Tajo
(9.795 Hm3).
Si
se refiere la aportación a la superficie de la cuenca (parte española) las que
más aportación de lluvia reciben son la cuenca del Ebro (0,21 Hm3/Km2), la del
Tajo (0,18 Hm3/Km2) y la del Duero (0,16 Hm3/Km2) y las que menos aportación
tienen, la cuenca del Guadiana (0,09 Hm3/Km2) y la del Segura (0,04 Hm3/Km2).
Partimos
pues de unas aportaciones medias de 103.403 Hm3/año, en el escenario más
desfavorable de cambio climático, con las que hay que hacer frente a los
consumos derivados de los usos socioeconómicos (abastecimiento, riegos, usos
industriales) y ambientales (caudales ecológicos) y compromisos internacionales
(Convenio de Albufeira).
Disponemos
de una capacidad de embalse total de más de 56.000 Hm3, casi la mitad de la
aportación anual, lo cual es en principio un buen reservorio para hacer frente
a los consumos.
Respecto
a los acuíferos subterráneos las aguas utilizables por renovación anual
ascenderían a unos 15.000 Hm3.
Los
consumos de los usos socioeconómicos, según los contenidos de los planes
hidrológicos, pueden evaluarse en unos 20.369 Hm3, referidos a la España
peninsular, que se distribuyen en un 20 % para consumo humano, un 70 % para
regadíos y un 10 % para usos industriales.
Se
disponen de unos 85.000 Hm3 para atender los caudales ecológicos de todas las
cuencas y el convenio de Albufeira.
Luego
hay que evaluar los caudales ecológicos y en el caso de las cuencas compartidas
con Portugal, las cantidades a suministrar derivadas del convenio de Albufeira.
Estas últimas se traducen en unos compromisos de 3.800 Hm3 anuales en el Duero,
2.700 Hm3/año en el Tajo y unos 500 Hm3 anuales en el Guadiana. Total: 7.000
Hm3.
Los
caudales ecológicos hay que determinarlos por métodos contrastados y
homologados y parece que serán algo más reducidos que los actuales.
El
balance final es que hay agua suficiente, si se llevan a cabo determinadas
interconexiones entre cuencas con sobrantes y aquellas que tienen déficit. Se
completaría con la reutilización de aguas residuales y con la desalación para
abastecimientos a zonas próximas a la costa.
Lo
que no parece razonable, es que se estén devolviendo al mar cantidades
importantes de agua en nuestros ríos, cuando hay sequías en territorios
cercanos. Veamos el caso del Ebro. Es lógico que se mantengan caudales ambientales
en la desembocadura de este río para conservar esta formación geomorfológica
deltaica y para mantener a raya la intrusión salina en los acuíferos costeros.
Pero
es incongruente, que habiendo sobrantes por encima de los caudales ambientales que
se vierten al mar, en lugar de trasvasar haya que desalar agua previamente
vertida al mar, para transportarla posteriormente en barco, como es el caso de
la solución que se propone para resolver la sequía en Cataluña. Es una decisión
disparatada desde los puntos de vista ambiental, energético y económico.
Una
ampliación del trasvase desde el Ebro, que ya está ejecutado hasta Tarragona,
hubiera resuelto el problema con mayor seguridad y menores costes económicos y
ambientales.
Es
una incongruencia hídrica que teniendo reservorios en los Pirineos y en el río
Ebro, no se hayan previsto las obras de regulación o trasvases necesarios para
evitar que una conurbación como Barcelona, se vea abocada a restricciones
propias del tercer mundo, cuando en las proximidades existe agua suficiente que
va a parar al mar o no se regula adecuadamente la que se genera en las
cabeceras de los ríos pirenaicos.