domingo, 31 de agosto de 2014

LA CAÍDA DE LOS DIOSES

Esta entrada es un poco más extensa de lo normal para compensar el silencio veraniego.

 Hasta hace unas semanas en que se ha visto obligado a confesar algunos de sus  manejos fiscales, Jordi Pujol sr era un dios en Cataluña. En el resto de España donde ya se sospechaba la existencia de actuaciones familiares irregulares su carisma era mucho menor. Entre las razones que han llevado al patriarca a desembuchar sus presuntas ilegalidades fiscales podía encontrarse la prescripción de los delitos. Pero la prescripción no implica que el delito no se haya cometido, sino sólo que por el transcurso del tiempo queda sin sanción. Pero delito, haberlo lo ha habido.

Envuelto durante más de 30 años en la bandera catalana y heraldo de un nacionalismo fagocitador de ayudas y recursos españoles, en la última etapa el “ ex molt honorable” , se había subido al carro del secesionismo catalanista para poder seguir medrando él y su familia a costa de los catalanes y por extensión del resto de los españoles.

Unas informaciones publicadas en la prensa madrileña - en los medios de comunicación catalanes dado su grado de servilismo, hubiera sido impensable esta denuncia a pesar de que los hechos se estaban produciendo ante sus propias narices - han destapado un escándalo de proporciones enormes y uno de los icebergs de corrupción más importantes de nuestra desastrada España y hasta ahora, todo puede superarse, el mayor y más emblemático de Cataluña.

Pujol ya mostró su habilidad en la transición, engañando a tirios y troyanos, o sea al PSOE y al PP, haciéndose el imprescindible con sus diputados en el Congreso obtenidos gracias a una ley electoral favorecedora de los nacionalismos y sacando el jugo a unos y otros utilizando sus votos de origen un tanto espurio.

Paralelamente consiguió que los catalanes le identificasen a él con Cataluña, de modo que cualquier crítica hecha a su gestión se convirtiese de inmediato en una agresión a su país, con la cantinela repetida machaconamente de que España odiaba a Cataluña y con el slogan aún más simplista todavía de que “Madrid nos roba”.

Así él y sus secuaces han ido construyendo una Cataluña enfrentada a España a base de prostituir la historia, enseñándola desde la escuela a las nuevas generaciones, mientras a la par se montaba el tinglado de mordidas y comisiones que ahora, probablemente por la crisis y también por la deriva secesionista, se está poniendo patas arriba y demostrando que en Cataluña, como en el resto de España, hay una corrupción sistémica  de gran parte del estamento político.

A Pujol y familia, según parece y todavía presuntamente, les han cogido con las manos en la masa, con presuntos miles de millones de euros procedentes de las comisiones del 3 % o de porcentajes tal vez más elevados, evadidos a paraísos fiscales. A partir de ahí un montón de negocios llevados a cabo con estos ilícitos fondos obtenidos en la más absoluta impunidad, hasta ahora, que tapaba el jerarca exhibiendo una aureola de ética, con la que en el colmo del cinismo pretendía dar lecciones a los catalanes, que adoctrinados desde la escuela, creyeron que el patriarca y su sucesor Más con la ayuda de ERC les iban a llevar, como Moisés a los israelitas, a la tierra prometida, es decir a la independencia catalana en la que manaría leche y miel para todos. Sobre todo para ellos, claro.

De camino al paraíso ya se estaban forrando unos cuantos, principalmente el clan familiar y una serie de adláteres cuyas fechorías y robos de dinero público irán saliendo a la luz, a poco que la Justicia realice adecuadamente su trabajo, que ya veremos.

Tras reponerse de las críticas y en menos de un mes el patriarca contraataca. Por un lado y con el fin de retrasar el proceso judicial va a ir contra los bancos andorranos que dieron información sobre sus cuentas opacas allí existentes, y adivinen ustedes la otra línea de defensa: ¡Se ataca en su persona al proceso soberanista catalán¡ ¡Qué original , el tío¡ Pretende seguir envuelto en la “estelada”.  

Como hay muchos pringados de alto copete político y de prácticamente todos los partidos tanto en Cataluña como en el resto de España, existe una alto riesgo de que, con una Justicia intervenida políticamente como la que padecemos, se corra un tupido velo sobre los episodios de corrupción que a cientos orlan el mapa de España de norte a sur y de este a oeste, pasando por el centro de la nación, donde también hay lo suyo.

Si esto ocurriera, cosa harto probable, sería la estocada definitiva para cargarse la todavía joven democracia española, en la que sería difícil que los ciudadanos de a pie volvieran a creer.
Así que por el bien de los españoles es conveniente que cada palo aguante su vela y que paguen los culpables. Aunque esto suponga la caída de los dioses. Dioses con pies de barro, por cierto.