jueves, 23 de diciembre de 2021

 

CAMBIO CLIMÁTICO, INUNDACIONES, EMBALSES Y TRASVASES

Los expertos del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) aseguran que sus modelos de estudio del cambio climático predicen que, si continúa el calentamiento de la atmósfera, se dará una mayor frecuencia de fenómenos extremos como son las lluvias torrenciales causantes de inundaciones y las sequías, entre otras consecuencias.

Parecen confirmar esta teoría los episodios de inundaciones acaecidos el pasado verano en Alemania y Bélgica con graves daños personales y materiales, así como los acontecidos en los últimos años en España y los de hace unos días en Navarra, Aragón y La Rioja en donde el río Ebro ha inundado y arruinado miles de hectáreas de cultivo, por tercera vez en unos años, y, anegado cascos urbanos de diferentes localidades entre ellas Tudela y Zaragoza. También parece avalar las predicciones del IPCC el bajo nivel actual de reservas en los embalses de las cuencas hidrográficas del sur de España, especialmente en las del Guadiana y Guadalquivir, que son heraldo de una cercana sequía.

Hay otro grupo de especialistas que aseguran que estos fenómenos vienen ocurriendo hace muchos años debido a la variabilidad climática natural que se da en la Tierra a causa de cambios en la actividad del Sol.

Tengan razón unos u otros, parece necesario que haya que tomar algunas medidas para defendernos de los posibles efectos del cambio climático o de la variabilidad climática en relación con estos fenómenos extremos.

En mi opinión se debiera actuar en varios frentes. Los detallo a continuación.

Mitigar los efectos del cambio climático disminuyendo las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs);  laminar las avenidas abordando las obras hidráulicas de regulación necesarias y acondicionar los cursos de agua para que sus secciones hidráulicas puedan evacuar el máximo de caudal; regular mejor las cuencas de modo que podamos almacenar agua en épocas de lluvias torrenciales, para usarla en los períodos de sequía y por último estudiar posibles trasvases desde cuencas con altos excedentes a otras que son deficitarias.

Con la adopción de estas medidas de mitigación y adaptación es probable que podamos reducir los efectos del cambio climático y minimizar las consecuencias de las inundaciones por lluvias torrenciales, a la par que almacenamos y distribuimos estos excesos de lluvia para defendernos de las sequías que puedan producirse.

Además, habría que delimitar las posibles zonas inundables utilizando períodos de retorno mayores para determinar las precipitaciones de diseño, prohibiendo nuevas construcciones permanentes en estas áreas y amortizando progresivamente las que existan actualmente

Estas medidas conjuntas hay que acometerlas a la mayor brevedad. La disminución de emisiones de GEIs ya está en marcha con objetivos marcados en París y Glasgow para evitar que la temperatura se eleve más de 1,5 ºC lo que en opinión de los expertos aminoraría los efectos del cambio climático y nos situaría en un escenario más favorable. Escenarios con elevaciones de la temperatura por encima de esa cifra provocarían efectos más graves.

Para mitigar el cambio climático hay puestas en marcha un buen número de medidas que pretenden la descarbonización de la sociedad con horizontes en los años 2030 y 2050 de modo que se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de otros GEIs (metano, fluorocarbonados…etc.).

Otro tipo de medidas a llevar a cabo, que serían de adaptación, es el control de las avenidas producidas por las lluvias torrenciales mediante nuevas obras de regulación, embalses bien diseñados que laminarían los efectos de aquellas y al tiempo acumularían agua para usarla en los períodos de sequía, asegurando de paso los caudales ecológicos necesarios para conseguir el buen estado de las masas de agua que propugna la Directiva Marco del Agua (DMA). En este sentido hay que mejorar la regulación de todas las cuencas en general y especialmente de aquellas cuya regulación es menos completa como son: Guadiana, Guadalquivir y las cuencas internas de Andalucía.

Se completarían las actuaciones con la ejecución de labores de limpieza y mantenimiento de los cauces de modo que su sección hidráulica se encuentre siempre expedita para evacuar el máximo de avenida posible y evitar o reducir los efectos perniciosos de la inundación.

La ejecución de estas obras hidráulicas no gusta a las organizaciones ecologistas que prefieren que los ríos discurran en su estado natural con el riesgo que esto conlleva en el control de las avenidas y en los efectos de las inundaciones.

Respecto a los trasvases que es un tema muy controvertido, parece ilógico que excesos notables de agua se viertan al mar, si puede hacerse un aprovechamiento racional de estas aguas excedentarias. Sin que ello deba suponer afecciones medioambientales ni a las cuencas cedentes ni a las desembocaduras de los ríos que cedan las aguas.

Quizá habría que retomar el trasvase del Ebro a Levante, asegurando que no hay efectos medioambientales negativos ni en la cuenca en general ni en la desembocadura y el Delta en particular. Este trasvase creo que fue derogado precipitadamente por un tema de ideología y no de racionalidad. Otra solución podría consistir en incorporar el exceso del agua del Ebro al sistema Entrepeñas – Buendía llevándolo al río Tajo a través de su afluente el río Gallo. Hay otras posibles soluciones que podrían estudiarse. Insisto que ha de tratarse siempre de aguas claramente excedentarias. No puede perjudicarse a la cuenca cedente. En ningún caso.

Todas estas medidas hay que ponerlas en marcha con prontitud. Todo menos esperar mano sobre mano que se produzca otra “dana” o gota fría que arruine la economía de miles de familias, con el riesgo de producir daños personales como ha ocurrido en otras ocasiones.

Suspenderé la publicación del blog hasta el viernes 7 de enero. Doy las gracias por su atención a los lectores y les deseo una Feliz Navidad y que el año 2022 sea excelente para todos.

 

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