viernes, 29 de septiembre de 2023

 

FERROCARRIL RUTA DE LA PLATA: ¿MAREANDO LA PERDIZ?

El Consejo Económico y Social de Extremadura ha presentado hace unos días en Plasencia el estudio titulado “La Vía de la Plata en el contexto del Corredor Atlántico”. Al acto no ha comparecido el comisionado para el Corredor Atlántico, cuando estaba anunciada su presencia. Una reunión de ultimísima hora parece que impidió su asistencia. Habría sido de gran interés su participación en el evento.

El reducido aforo del recinto elegido por los organizadores para la presentación, ha impedido la asistencia al acto de un buen número de personas e instituciones relacionadas con la línea ferroviaria Ruta de la Plata.  En Plasencia, hay más de un local con aforo suficiente que hubiera permitido la participación de todos los interesados.

El mismo día el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) anuncia la licitación del “Estudio de Viabilidad de la conexión ferroviaria Plasencia – León”, con objeto de reactivar el corredor ferroviario de la Ruta de la Plata. El importe de la licitación de dicho estudio es de 967.612 € y el plazo de ejecución es de ¡24 meses ¡

Carlos Gardel en su conocido tango Volver aseguraba que 20 años no es nada para volver al primer amor. Pero se nos antoja que un plazo de ejecución de dos años para redactar un simple estudio de viabilidad, no es mucho, ¡es muchísimo ¡. Teniendo en cuenta, además, que el estudio del CES puede ser un antecedente y una valiosa ayuda para redactarlo.

Hay que reducir tiempos, porque esta línea férrea es imprescindible para la conexión entre el norte y el sur, por el oeste de España, sin necesidad de tener que pasar obligatoriamente por Madrid. Se cerró en el tramo Plasencia – Astorga (342 km), con débiles argumentos de falta de rentabilidad en 1985 para viajeros, y dejando abandonado a su suerte la infraestructura, con un mínimo mantenimiento, fue cerrada definitivamente en 1995 también para mercancías. Ya son 38 años sin servicio mixto. Hoy día, en parte, se ha transformado en una vía verde.

El oeste de España y los dos brazos del Corredor Atlántico necesitan de modo urgente que la línea férrea del Corredor Oeste – Ruta de la Plata en el tramo Plasencia – Salamanca y entre esta ciudad y Astorga, sea incluida en la Red Básica Transeuropea de Transportes o en la Ampliada, para que su horizonte sea asumible, año 2030 o algo después, y no se prolongue “ad calendas graecas” hasta el horizonte del año 2050 que es el de la Red Global.

La vía férrea Ruta de la Plata estaba sumida en el olvido y en la indiferencia social y política, hasta hace un año o poco más. Un grupo de trabajo constituido por unos cuantos entusiastas profesionales, que se denominó Corredor Oeste – Ruta de la Plata, logró involucrar a las Cámaras de Comercio e Industria de las provincias afectadas, las cuales lideraron un manifiesto para que esta línea ferroviaria fuese incluida en la Red Básica o al menos en la Ampliada de la Red Transeuropea de Transportes, con un horizonte que se fija en el año 2030.

El mencionado manifiesto fue suscrito por un buen número de organizaciones empresariales, colegios profesionales, agrupaciones y entidades de la sociedad civil, empresas y un elevado número de personas físicas a título particular.

El Corredor Oeste – Ruta de la Plata, despertaba del letargo, y nacía un movimiento social importante reivindicando la reactivación de esta línea férrea, que es vital para el desarrollo del deprimido y en proceso de vaciamiento, oeste español. Lo racional es comenzar por el tramo comprendido entre Plasencia y Salamanca, con unos 130 km de longitud, ya que, una vez en funcionamiento, quedarían unidos los dos brazos del Corredor Atlántico y restablecida la circulación norte – sur por el oeste de España, sin necesidad de pasar por el cuello de botella de Madrid, que soporta una alta concentración de transporte ferroviario.

Un plazo de 24 meses para un estudio de viabilidad, se nos antoja excesivo y más sugiere una patada a seguir como en el rugby, para continuar mareando la perdiz, que un auténtico interés en el asunto por parte del Ministerio. Que todavía tiene que conseguir su inclusión en la Red Básica Transeuropea de Transporte.

Tal vez pudiera simultanearse el estudio de viabilidad una vez conocidas las conclusiones del mismo, con el estudio informativo para el primer tramo entre Salamanca y Plasencia, y seguir luego de inmediato con los otros tramos incluyendo los acondicionamientos de los tramos Mérida – Sevilla y Zafra – Huelva para completar la Ruta de la Plata en su unión con los puertos del sur y norte de España, con Europa y también con Portugal.

En la reunión de Plasencia la presidenta de la Junta de Extremadura mostró su apoyo decidido a la reapertura de esta importante vía férrea, vital para los intereses de la región que preside. Lo cual es una satisfacción por la claridad con la que se expresó.

Insistimos en que el Corredor Oeste – Ruta de la Plata diseñado como un corredor multifunción, no solo de transporte de mercancías y viajeros por ferrocarril, sino digital y energético, es de importancia fundamental para el oeste español, por su capacidad para atraer empresas y nuevas inversiones en el territorio, evitando el vaciado poblacional que se está produciendo.

Y el argumento, manejado por algunos, de que la inversión en el corredor ferroviario Badajoz – Cáceres – Madrid se vería resentida, si se acomete la línea férrea Ruta de la Plata (que en su primer tramo necesitaría una inversión de unos 900 M de euros), no tiene fundamento alguno, dado el maltrato y el retraso sufrido por Extremadura y por el oeste de España en materia de infraestructuras y por la disponibilidad de fondos europeos que existe en estos momentos.

Estamos seguros que para otras comunidades autónomas con capacidad de investidura, no habrá tantas cortapisas.

El autor es miembro del grupo de trabajo, Corredor Oeste – Ruta de la Plata.

 

viernes, 22 de septiembre de 2023

 

EL SECTOR AGRARIO Y LA AGENDA 2030

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible está contenida en una resolución aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas en septiembre de 2015. En su preámbulo se define como un plan de acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad, así como para favorecer la paz universal.

Reconoce como objetivo fundamental, la erradicación de la pobreza en todas sus formas, incluida la pobreza extrema, constituyendo este objetivo u requisito indispensable para el desarrollo sostenible.

Marca 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y 169 acciones. De estos objetivos, cinco de ellos tienen especial relación con el sector agrario y agroalimentario. Son el número 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible. El número 6: garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos. El número 7: garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos. El número 12:  garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles y el número 13: adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

Como puede apreciarse la palabra sostenible, está incluida en todos los mencionados objetivos. La Comisión Brundtland de la ONU definió la sostenibilidad “como aquello que permite satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias”.

Entiendo que la sostenibilidad trata de cohonestar dos posiciones: desarrollo económico y protección de la naturaleza. Muchas veces determinadas organizaciones ecologistas, arrimando la ascua a su sardina, dan prioridad al medio ambiente sobre el desarrollo económico de las generaciones actuales.

En mi opinión la Agenda 2030 y los ODS son un bienintencionado documento, que marca deseos muy loables, pero que a veces son contradictorios entre sí. Creo que habrá pocas personas en el mundo que puedan oponerse, en general, a los objetivos del documento en cuestión.

Por centrarnos en lo que concierne al sector agrario y agroalimentario y al logro de poner fin al hambre en el mundo, veamos algunas reflexiones.

En la actualidad pueblan la Tierra unos 7.700 millones de habitantes. La ONU estima que en el año 2050 la población del planeta crecerá hasta los 9.700 millones de personas.

La ineludible necesidad de alimentar una población exponencialmente creciente, hizo evolucionar la agricultura desde una producción muy ligada a la que daba la propia naturaleza, hasta una agricultura industrial, la llamada revolución verde, con presencia de nuevos regadíos, maquinaria agrícola movida por combustibles fósiles,  variedades de plantas cultivadas cada vez más productivas hasta llegar a los transgénicos, nuevos fertilizantes de síntesis y agroquímicos diversos, así como sistemas intensivos de producción ganadera. Esta evolución en la agricultura y en la ganadería fue imprescindible para poder alimentar a la población a unos precios asequibles. 

A pesar de esta revolución agroalimentaria, con datos de 2021 de la ONU, 811 millones de personas, más del 10 % de la población mundial está subalimentada. Pero es que además 3.000 millones de seres humanos (casi el 40 % de la población del mundo) no tienen acceso por su carestía a una dieta saludable.  

La necesidad de alimentar a una población en aumento creciente, ha llevado a tener que elevar la presión sobre los recursos naturales, especialmente las tierras agrícolas y el agua para regadío, según la FAO.

Esta agencia de la ONU advertía en su publicación World Agriculture: Towards 2030 que, tomando como base las necesidades alimentarias mundiales de 1998, de cara a asegurar la alimentación de la población de la Tierra en el año 2030, habría que aumentar la producción de alimentos en un 81 % y esto habría que conseguirlo incrementando la superficie de tierra cultivada en un 23 % y el uso del agua en un 14 % solamente.

Esto exige un aumento de la productividad, especialmente de las tierras en regadío que son la base indispensable para asegurar la alimentación a los habitantes del planeta y cumplir uno de los objetivos básicos de la Agenda 2030.

De igual modo la Agenda 2030 propone una gestión y uso eficiente del agua, y el abastecimiento de agua potable a toda la población, sin disminuir la calidad de la misma, así como mejorar el saneamiento y la depuración.

Paralelamente se propugna garantizar el acceso universal a servicios energéticos, fiables, asequibles y modernos, duplicando la tasa mundial de eficiencia energética.

Y también garantizar el consumo y producción sostenibles, reduciendo a la mitad el desperdicio de alimentos. Y la gestión ecológicamente racional de los productos químicos.

Y por último adoptar medidas frente al cambio climático que aumenten la capacidad de adaptación a los riesgos del mismo, movilizando ingentes recursos, 100.000 millones de dólares anuales para atender las necesidades de los países en vías de desarrollo.

Como se ve unos objetivos teóricos muy amplios, que no definen medidas concretas y que a veces son contradictorios. Si se quiere eliminar el hambre en el mundo, han de producirse los alimentos necesarios y para eso hay que utilizar tierras y aguas y también fertilizantes y determinados fitosanitarios. Porque, de momento, no hay otra forma de conseguirlo.

Y la segunda cuestión es la incógnita del grado de implicación y cumplimiento por parte de los países, que tendría que ser de mayoría muy absoluta.

Las nuevas tecnologías y la investigación estimo que harán posible alcanzar los objetivos de sostenibilidad para que el planeta pueda seguir vivo y alimentando a la población a precios razonables y tratar de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Dada la reducida duración del plazo previsto, entiendo que será difícil alcanzar los múltiples objetivos que prevé la Agenda 2030. Podrían haber sido algo menos ambiciosos y más realistas. Veremos.

 

 

viernes, 15 de septiembre de 2023

 

EXTREMADURA, ENTRE LA DEPRESIÓN Y LA ESPERANZA

La celebración el pasado 8 de septiembre del día de Extremadura, me ha parecido un momento apropiado para reflexionar sobre la situación existente en nuestra región.

Extremadura ocupa los últimos puestos del escalafón español en lo que concierne a datos macroeconómicos como PIB y renta per cápita o renta disponible. Soporta altos niveles de desempleo, especialmente en lo relativo al paro juvenil, pierde población de manera continuada - en el período 2015 – 2023 ha perdido 40.800 habitantes - y nuestro talento joven emigra fuera de sus fronteras.

Dispone de una infraestructura de carreteras aceptable tanto en la red nacional como autonómica, aunque empiece a constatarse un deterioro de la misma por no aplicar medidas de conservación adecuadas. Se detectan tramos en los que el quebranto de la infraestructura es apreciable.

Se encuentran pendientes de ejecución, la unión de la autovía autonómica EX A1 con Portugal, la transformación en autovía de la N – 430, o la autovía Badajoz – Granada como obras más destacadas. Y también la finalización de la autovía Cáceres – Badajoz que, comenzada en su primer tramo, parece que la cosa va a ir lenta.

En ferrocarriles es donde Extremadura tiene su talón de Aquiles en materia de infraestructuras. Con una línea Madrid - Badajoz, que se eterniza en su construcción, para que soporte un tren de velocidad alta, aunque no AVE y a la que todavía le quedan muchos kilómetros de obras hasta que alcance la capital. Su finalización completa se espera para el año 2030 si todo se desarrolla de manera óptima. Como se deduce, todavía quedan muchos años para alcanzar el objetivo. El AVE Madrid – Sevilla se hizo en cuatro años y eran 540 kilómetros. Madrid - Badajoz con unos 400 km va a tardar del orden de 25 años.

Un corredor ferroviario fundamental para la región como es la Ruta de la Plata, cerrada sin causa justificada en 1985, empieza a moverse ahora en su restitución, tras movimientos sociales en el eje Gijón - Sevilla. Tras muchas vacilaciones se opta por integrar el corredor en la red básica europea y acometer un estudio de viabilidad. Todavía no se ha licitado y, como no hay prisas, le dan 24 meses de plazo de ejecución. Increíble. La ceguera de los políticos y sus intereses electorales centran sus esfuerzos en el Corredor Mediterráneo, para abandonar el oeste de España y especialmente el tramo Plasencia – Salamanca que uniría los dos brazos del corredor Atlántico y restituiría el eje ferroviario norte – sur por el oeste de España, sin tener que pasar obligatoriamente por Madrid.

Lo mismo puede decirse de la lentitud en el acondicionamiento y mejora del eje ferroviario Mérida – Brazatortas o las conexiones con Huelva y Sevilla.

Seguimos con unas infraestructuras aeronáuticas muy débiles, con un aeropuerto en Badajoz, excéntrico a la región, que en realidad es una base militar. Y somos incapaces de dotar a Cáceres de al menos un aeródromo, por dudosos problemas ambientales en la ubicación inicialmente propuesta.

No obstante, parece que se abre una ventana a la esperanza si se llevan a cabo ciertos proyectos industriales, mineros o turísticos, que podrían compensar la colonización energética que se está produciendo en Extremadura con las instalaciones de energías renovables, construidas sin planificación territorial alguna, e invadiendo miles de hectáreas de suelos con aprovechamientos agrarios que son de alto interés para la región y para su industria agroalimentaria.

Esperamos que parte de la ingente energía renovable que aportará la región, se use en proyectos internos y se favorezca el autoconsumo para su uso en los regadíos, industrias existentes y en las nuevas actuaciones que se vislumbran en el horizonte.

 Cuenta Extremadura con futuras minas para producir elementos estratégicos como pueden ser el litio, con posibles instalaciones mineras en Cáceres y Cañaveral, a las que, en lugar de oponerse, sería mejor exigir medidas de seguridad medioambiental para hacerlas sostenibles y que se industrializase en la región el producto obtenido. La mina de níquel en Monesterio, parece que cuenta ya con los permisos necesarios para reanudar su explotación.

Junto a factorías importantes como la fábrica de diamantes sintéticos en Trujillo, que parece que comienza en serio su andadura, existen otros proyectos pendientes de financiación como la giga factoría de Navalmoral, detrás de la que hay empresas solventes o la fábrica de cátodos en Badajoz y otra de posible ubicación en el norte de Cáceres, que abren una posibilidad de industrialización de Extremadura, y pueden cambiar el panorama de nuestra región.

Otras iniciativas me suscitan más dudas como la azucarera de Mérida, que lleva varios años sin decidirse a su construcción, o el macroproyecto Elysium en Castilblanco, pueden ser importantes realizaciones si al final se llevan a cabo.

Y continuar con la industrialización de nuestros recursos agrarios endógenos. Somos importantes productores de frutas, de tomate industrial y sus derivados, de arroz, de frutos secos como almendras, nueces y pistachos y de productos ganaderos de vacuno, ovino o cerdo ibérico con un reciente gran matadero en Zafra, que hacen de nuestra región una potencia agroalimentaria de primer nivel. Se completaría con la finalización de las obras de regadío en Monterrubio y Tierra de Barros, riegos de alta eficiencia, que servirían para reforzar nuestra industria agroalimentaria.

Centros especializados en el sector energético y nuevas tecnologías en implantación en Cáceres y Badajoz y plataformas logísticas que habrían de construirse en Plasencia, Cáceres o Don Benito – Villanueva, así como posibles instalaciones de producción de hidrógeno verde, podrían dar un giro a nuestra Extremadura y convertirla en una región pujante que estuviera en condiciones de converger con la media española y de evitar el vaciamiento de población que actualmente se produce.

Seamos optimistas y veamos el vaso medio lleno. Tal vez esta vez vaya en serio.

 

 

viernes, 8 de septiembre de 2023

 

¿QUÉ HACEMOS ANTE LA SEQUÍA?

Un episodio de grave sequía afecta a España y a Extremadura región sobre la que centraré mis comentarios.

La sequía no es algo desconocido en la región extremeña, y ha habido sucesos muy graves como los acontecidos en el período 1982 – 83, y la más importante de las que yo recuerdo entre 1992 y 1995. A principios de siglo también hubo incidencias graves entre 2004 y 2006 y más tarde períodos esporádicos secos.

La lluvia, un acontecimiento natural, es el único elemento que puede evitar la sequía. La lluvia es el fenómeno meteorológico que permite que el agua discurra por nuestros ríos llenando nuestros embalses, manteniendo la biodiversidad de los cursos de agua y también recargando los acuíferos subterráneos.

Pero en climas mediterráneos como el de España y Extremadura, la sequía es un fenómeno que no nos debe extrañar y que, según los expertos en cambio climático, aumentará su frecuencia alternándose con períodos de lluvias torrenciales.

La situación actual en Extremadura empieza a ser preocupante especialmente en algunas zonas puntuales como veremos a continuación.

De acuerdo con los informes de sequía prolongada (SP) y Escasez (E) que publican las Confederaciones Hidrográficas en el marco de sus Planes de Sequía (PS) la situación por cuencas es la que se detalla a continuación.

En la cuenca del Guadiana extremeño a fecha 28 de agosto, los embalses acumulaban 1.908,4 Hm3 lo que representa un 23,7 % del total, lo cual es una cantidad muy exigua, estando casi un 1 % por debajo de lo que había el año anterior.

En el Plan de Sequía de la cuenca hidrográfica del Guadiana a fecha de 1 de agosto de este año (últimos datos publicados) marca que, de 11 Unidades de Sequía existentes en Extremadura, solamente hay una en estado de Sequía Prolongada la cual es sinónimo de una sequía meteorológica. Esta sequía es de carácter ambiental y hace referencia a la cantidad de lluvia habida, midiéndose a través de SPI (Índice Estandarizado de Precipitación) de los últimos 9 meses determinados en estaciones de precipitación de la unidad territorial de sequía.

En cuanto a la situación de escasez, que mide la posibilidad de atender a las demandas de los diferentes usos, que equivaldría a una sequía hidrológica, de las 11 Unidades de Escasez en Extremadura, hay 1 unidad en situación de Prealerta, 3 en Alerta, 4 en Emergencia y 5 en Normalidad.

En la cuenca del Tajo la situación es un poco mejor, aunque hay problemas puntuales de abastecimiento a núcleos de población ligados a pequeños embalses poco hiper anuales.

Y ante este panorama ¿qué podemos hacer los usuarios y la administración?

Las actuaciones a emprender las agruparemos en las que habrían de hacerse a corto plazo y a más largo plazo.

A corto plazo hay que optar por actuar conforme se indica en los Planes de Sequía: reducción de consumos tanto en abastecimiento urbano como en regadíos, priorizando en este último caso las superficies de cultivos permanentes. Es preciso hacer un uso responsable y eficiente del agua.

En uso urbano del agua en núcleos de población, reutilizar aguas depuradas que cumplan las normas para el riego de jardines o baldeo de calles.

Obras de emergencia para asegurar el abastecimiento urbano. Una de ellas, de gran importancia en Extremadura, sería la conexión de la presa de Villalba con la presa de Los Molinos y desde aquí con las de Tentudía y Llerena para asegurar el suministro de agua al sur de la provincia de Badajoz muy afectado por la sequía.

Y en casos puntuales recurrir a pozos o sondeos de emergencia. En último extremo habría que acogerse al abastecimiento con cisternas, situación nada deseable.

A largo plazo, si tenemos en cuenta lo que algunos expertos en cambio climático pronostican, que es que habrá períodos de sequía más frecuentes, junto a fases de lluvias torrenciales también más frecuentes e importantes, deberíamos actuar precisamente en la dirección contraria a la que el ideologizado Ministerio de Transición Ecológica, lo viene haciendo hasta la fecha.

Ha de incrementarse la capacidad de regulación de agua, con la construcción de nuevos embalses con tres objetivos: acumular agua en los períodos de lluvias torrenciales para usarla en los períodos secos, laminar más y mejor posibles avenidas consecuencia de las lluvias torrenciales para evitar o reducir daños en personas y bienes y en tercer lugar asegurar los caudales ecológicos sin que interfieran negativamente con la garantía de las demandas de los usos económicos.

Abandonar la política suicida de eliminación de estructuras hidráulicas de regulación, como se viene haciendo hasta ahora desde el Ministerio, sin que se construyan alternativas a las mismas. En los últimos tiempos se han eliminado 108 estructuras de regulación en España, el 45 % de todas las que lo fueron en la UE. Un despropósito. Y todo para favorecer intereses ecologistas, saltándose los intereses generales. En España dado su clima mediterráneo y árido toda regulación es poca. La historia desde los romanos y los árabes así lo demuestra.

Como final todos hemos de hacer una mejor gestión del agua. Uso racional y responsable en el consumo urbano y programas de eliminación de fugas en las redes de aducción y de distribución de los abastecimientos urbanos.

Continuar las políticas de modernización de regadíos buscando un regadío sostenible y exigencia de que las nuevas transformaciones que se proyecten se lleven a cabo cuando existan recursos hídricos suficientes y se diseñen con métodos de riego de alta eficiencia.

Aprovechar las posibilidades de dotar de agua desalinizada a ciertos usos, cuando sea viable económicamente.

Y, por último, es imprescindible eliminar los regadíos ilegales, que extraen agua en perjuicio de los usos legales.

Confiemos en que las últimas lluvias, aunque no muy abundantes en Extremadura, continúen produciéndose y pueda aliviarse la sequía que padecemos.