LO QUE NOS
FALTABA: ASESORÍAS VERBALES
Los
padres de la patria que forman parte de las cámaras legislativas en España
tienen como común denominador que actúan igual que Juan Palomo: ellos se lo guisan
y ellos se lo comen y todo lo cocinan en un marco de absoluta opacidad.
Me
refiero a que en cuestiones que afectan a su “status” de parlamentarios en
lugar de que decida un poder externo a las cámaras como sería lo lógico,
legislan y deciden ellos solitos y además se encuentran imbuidos de la potestad
de resolver por sí mismos las posibles dudas. Como puede deducirse democracia
en estado puro.
El
episodio del cobro de sueldos, sobresueldos, comisiones o como quiera llamarse que han protagonizado
los diputados populares Trillo y Martínez Pujalte y que ha salido a la luz
estos últimos días es una prueba de ello.
Estas
dos personas cuando eran diputados nacionales, el primero ya ha llegado a
embajador y el segundo todavía sigue siendo parlamentario, cobraron suculentas
cantidades, 374.000 € y 75.000 € respectivamente de una empresa constructora
COLLOSA que ¡vaya casualidad¡ contrata con la administración y ha sido
adjudicataria de parques eólicos en Castilla y León.
Ellos
argumentan, después de reconocer los cobros, que todo es legal pues tenían la
oportuna autorización del Congreso de los Diputados.
Teóricamente
un diputado según la ley orgánica del Régimen General Electoral sólo debe
cobrar su sueldo como tal porque tiene dedicación absoluta. Esta es la teoría.
Pero se abren excepciones a las que se acogen algunos diputados para poder
llevar a cabo otras actividades previa declaración de las mismas y autorización
de la Comisión del Estatuto del Diputado. Esta comisión autoriza la realización
de actividades externas por parte de los diputados en función de lo que estos
declaran. Y el control posterior de esas actividades brilla por su ausencia.
Simplemente no existe.
Como
ven todo está perfectamente orquestado para que forzando la ley los diputados
puedan arrimar a sus ya pingües sueldos públicos, cantidades adicionales de la
actividad privada que mejoren su ya confortable nivel de ingresos.
Pero
esta situación que tiene soporte legal puede que no resista un análisis ético.
Es el caso de los diputados antedichos que estaban en nómina de la mencionada
empresa porque al parecer la asesoraban en diversos asuntos. Cuando se recaban
los documentos o informes que justifiquen esta asesoría y, de paso, los
escandalosos sobresueldos cobrados, resulta que no existen. ¿Saben por qué?
Porque se trata de asesorías de carácter verbal. Acabáramos. Si es verbal no
hay soportes materiales salvo que se grabe y quede constancia. Cosa que no ha
sucedido. Y por tanto las palabras se las ha llevado el viento y la pasta los
diputados.
Como
describía brillantemente Ernest Hemingway en su libro de tauromaquia, Muerte en
la Tarde, las faenas de los toreros desaparecen una vez ejecutadas y, salvo
grabación, el arte atesorado en ellas sólo permanece en el recuerdo del
espectador que las presenció. Pues exactamente igual ocurre con las asesorías
verbales. Desaparecen como por ensalmo.
Y
siendo legal ¿es ético que diputados con dedicación absoluta cobren por
asesorar a empresas que contratan y reciben adjudicaciones de las
administraciones públicas? ¿No será más bien un cobro por información
privilegiada o por tráfico de influencias para asegurar contratos o acelerar
procesos prevaliéndose de su condición de parlamentarios, de la información de
la que disponen o de los contactos que tienen?
Otro
ejemplo de presencia de legalidad y ausencia de ética es el de los viajes de
sus señorías pagados con dinero público para cualquier actividad que les plazca
realizar, incluidas visitas a amiguitas muy lejos de sus zonas de
representación parlamentaria. Son prebendas,
canonjías o sinecuras de las que gozan los diputados y senadores, que no tienen justificación alguna y que los
partidos políticos, por beneficiar a sus representantes, nunca han querido
erradicar. Salvo algún partido poco representativo ninguno de ellos ha luchado
por cortar en seco estas situaciones que son corrupción pura y dura.
Los
ejemplos anteriores son paradigma de que lo legal en muchas ocasiones puede no
ser ético. Es inconcebible que unos pocos gocen de todas las ventajas y otros
muchos de tan pocas.
Pero
tarde o temprano todas estas situaciones pasarán factura a los que las han
consentido y defendido. En los próximos comicios es muy posible que pueda
comprobarse. Ya veremos.