LOS
DERROCHÓLICOS
El
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico está llevando a
cabo una campaña publicitaria que, como poco, es sorprendente y que lleva el “ingenioso”
título de: Los Derrochólicos.
Este
“palabro”, a la vista del contenido del anuncio, parece que se forma por la contracción
entre derrochador y alcohólico. Se deduce que es así, porque el reclamo
televisivo transcurre en una reunión de terapia de un grupo que se supone es de
ex alcohólicos, además de derrochadores de energía, ya que los hombres andan
por casa en calzoncillos con la calefacción puesta a toda pastilla.
Este
departamento ministerial de reciente creación, en su errática trayectoria, no
deja títere con cabeza.
Comenzó
su andadura con un ataque indiscriminado al sector automovilístico, a través de
una cruzada muy agresiva contra los motores de combustión. Su inefable ministra
titular, al mes de tomar posesión del cargo, ya aseguró que el diésel tenía los
días contados y desató el primer terremoto en nuestro sector del automóvil.
Algún día se sabrá el daño causado al sector con estas precipitadas
manifestaciones y el nivel del desempleo generado por ellas.
También
el ministerio y su titular han perjudicado a los ganaderos con su radical
política de protección a ultranza del lobo, de modo que manadas incontroladas
de estos cánidos, están causando serios quebrantos a los ganaderos españoles,
especialmente a los del norte de España, que es donde más abunda este
depredador.
No
contentos con estos ataques al sector agrario, han mantenido su lucha tenaz
contra la agricultura y la ganadería - con la complacencia del ministro del
ramo que no mueve un músculo - redactando unos planes hidrológicos que rezuman
un ecologismo radical y que, con sus caudales ecológicos y la falta de
inversión en nuevas obras de regulación, van a poner en peligro un sector
estratégico como es el agrario y nuestra seguridad alimentaria, al reducir la
garantía del agua para el regadío.
Durante
el mandato de esta ministra, los precios del gas y de la energía han
experimentado incrementos desmesurados, sin que su departamento haya sido capaz
de habilitar medidas eficaces, que hagan más llevaderos los precios de la
energía para los ciudadanos, así como para las industrias y el comercio. Un
buen número de explotaciones agrarias, fábricas y negocios están en trance de
reducir sus tareas, o directamente abocados al cierre, debido a la carestía de
la energía, que hace inviable su actividad.
Ante
Europa no se ha elevado ni una sola protesta sobre el hecho de que el coste
final de la electricidad se vaya por las nubes, al permitir que las energías
con un coste de producción más barato, como son la hidroeléctrica o la nuclear,
se vendan al consumidor al precio de la energía marginal más cara, que es la
que utiliza el gas. Este modo de configurar el precio, origina un
encarecimiento desmesurado de la energía que está causando serios problemas a
los españoles.
Pues
bien, para tapar su ineficacia lo único que se le ocurre a este ecologizado
ministerio y a su titular, es poner en marcha esta absurda campaña para tildar
de derrochadores de energía a todos los españoles, emplazándonos a pasar frío
en invierno y calor en verano y a comprar mantas a tutiplén, para no encender
las calefacciones en invierno y despojarnos de la corbata, para no poner en
marcha el aire acondicionado en verano.
No
son conscientes, porque nuestros políticos viven en un mundo irreal, de que, con
los precios de la energía actuales, ya hay muchos españolitos que este invierno
lo van a pasar tiritando de frío porque no pueden pagarlos, por mucho que
intenten ahorrar energía. No quieren darse cuenta de que multitud de
comunidades de propietarios que disponen de sistemas centralizados de
calefacción, están acordando no poner en marcha las instalaciones, pues los
precios se están cuadruplicando y los vecinos no pueden asumir ese coste.
Y
su actuación sigue consistiendo en dar palos de ciego en España y en Europa, sin
querer coger el toro por los cuernos y diseñar un sistema de remuneración de
cada tipo de energía, según su coste de producción, incrementado en un
beneficio industrial razonable, y no la irracional generación del precio final
del mix energético que existe en la actualidad y que permite que toda la
energía producida se venda al precio de la más cara, generando unos costes que
la mayor parte de la población no puede asumir.
Este
dichoso ministerio, para tapar su falta de eficacia en la adopción de medidas
concretas que disminuyan el precio de la energía, se dedica mediante campañas
costeadas con dinero público, a calificar a los ciudadanos como entes
derrochadores de energía, como si fuéramos una pandilla de inconscientes que
gastan energía a mansalva y, además, nos culpan de generar la penosa situación
en la que estamos debido a nuestro despilfarro energético.
Tratan
a los ciudadanos como si fuésemos una manada de estúpidos ignorantes, que no
saben nada y que nos dedicamos a derrochar la energía, como si no tuviéramos
que pagarla a un alto precio.
Lo
triste del caso es que la sociedad civil asiste impertérrita a estos dislates,
sin plantarse de una vez y exigir soluciones racionales a este frenesí de
encarecimiento de la energía que no cesa y que está causando serios perjuicios
a la sociedad y a la economía española.
Y
además esta sociedad civil aborregada y teledirigida, consiente sin la menor
protesta, que nos consideren a los ciudadanos culpables de este desaguisado
energético, en el que no tenemos arte ni parte y nos limitamos a ser los sufridores.
Si
este gobierno tuviera un mínimo de respeto a los ciudadanos, tendría que haber
retirado de inmediato esta ridícula campaña y dedicaría sus esfuerzos y medios
económicos, a que los precios de la energía volvieran a sus cauces. Para
conseguirlo, es por lo que los políticos perciben suculentos sueldos, pagados
por los ciudadanos con sus impuestos.