DIGNIDAD Y DECORO
Personalmente
nunca he sido una persona con un alto “espíritu militar” que se decía en mis
tiempos juveniles. Quizás porque en aquella época de mi mocedad, mandaba Franco
y se aplicaba a rajatabla el ordeno y mando en el ejército.
Hoy
día las cosas han cambiado bastante en el estamento militar, creo que para
bien. Nuestra pertenencia a la OTAN y la entrada en la UE, han profesionalizado
sobremanera a nuestras fuerzas armadas y en ellas podemos encontrar
especialistas de primer nivel en las diferentes áreas militares, los cuales
están a la altura de los mejores y dan la talla en los organismos
internacionales y en las misiones exteriores que se les encomiendan. Creo que
tenemos unas fuerzas armadas dignas de nuestro país y a la altura de las de los
países de nuestro entorno.
La
dignidad, junto a otras características castrenses como la disciplina, la
obediencia, el esfuerzo solidario y el espíritu de sacrificio son virtudes que
suelen estar muy presentes en el estamento militar. Por supuesto también hay
fallos e imperfecciones y las fuerzas armadas no son el Edén.
Hoy
voy a referirme a una virtud, que, en general, en España entre los políticos,
suele practicarse poco: la dignidad. La RAE en una de sus acepciones la define
como: gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse.
Viene
al caso de la dimisión del JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa) el
general del ejército del Aire, Miguel Ángel Villarroya, el más alto grado
militar de nuestras fuerzas armadas - la
ministra y su cúpula de directores generales
son cargos civiles aunque puedan
estar ocupados por militares - como consecuencia de haberse vacunado contra la
Covid 19, parece que subvirtiendo el orden de prelación que se lleva en la
sociedad civil, y que no tiene por qué ser el mismo que el que rija en el orden
militar.
Los
medios de comunicación, muchos de ellos al dictado del populismo comunista que
se asienta en el gobierno, han arremetido contra el JEMAD, acusándole de
aprovecharse de su cargo, para sacar ventaja en el proceso de vacunación
respecto al resto de los españolitos.
Al
parecer existía un protocolo de vacunación en el ámbito castrense, que
consideraba correcta la vacunación del general Villarroya, junto con otros
altos mandos militares. Parece ser que el contenido de este protocolo no lo
conocía la ministra. Pero si existía el protocolo y se ha cumplido
correctamente ¿dónde está el problema?
El
JEMAD, ha presentado de inmediato su dimisión a la ministra que la ha aceptado,
por lo que un Consejo de Ministros ha procedido a su destitución. El general
Villarroya aduce en su carta de dimisión que lo hace para salvar el prestigio
de las fuerzas armadas y así evitar en lo posible ataques indiscriminados desde
diferentes trincheras que se dedican a desprestigiar las instituciones al menor
fallo que se produzca. Estos mismos medios y redes sociales son los que callan
ante los aciertos y la excelente labor llevada a cabo por las fuerzas armadas, que
ha quedado puesta de manifiesto tanto en la lucha contra la pandemia, como
contra los fenómenos meteorológicos de gravedad acontecidos recientemente en
España y que ha tenido el reconocimiento de los ciudadanos.
La
dimisión del general es un acto de dignidad y decoro en mi opinión. Dimitir
cortando una brillante carrera militar de 45 años, anteponiendo los intereses
de las fuerzas armadas, a los personales del alto mando, revela una posición
digna que ha de ser aplaudida por los españoles de bien que no tenemos
intereses políticos. Y no debería constituir un borrón ni un deshonor en su
carrera castrense, sino por el contrario ser considerada como un mérito.
Supongo
que la ministra no estará muy contenta al perder un colaborador de esta talla,
pero no le quedaba otra solución, para acallar a los que ladran, y que
solamente buscan la desestabilización de las instituciones. De paso parece
haber servido para que algún colega del gabinete ajuste cuentas con la
ministra.
Mientras
un militar digno presenta su dimisión, aun convencido de que ha actuado
correctamente según el protocolo existente en las fuerzas armadas, cientos de
politicastros, amiguetes, paniaguados de toda clase y color y hasta un obispo,
también se han saltado el protocolo civil de vacunación conocido de todos y se
han aprovechado de sus cargos para sacar ventaja ellos y sus familias. En
Extremadura han sido más finos, modificando el protocolo sobre la marcha para
acoger a los pecadores, aunque la Junta de Extremadura lo niega con rotundidad.
Dicen que lo modificado no servirá de tapadera a nadie. El tiempo lo dirá.
Y
salvo honrosas excepciones como algunos consejeros y cargos sanitarios
autonómicos, que han dimitido o han sido cesados, los “aprovechateguis” ahí
siguen aferrados a sus poltronas y a sus prebendas, esperando que escampe y se
olvide el asunto para poder seguir chupando del bote. Porque a muchos de ellos
si les quitan el bote se quedan a la luna de Valencia. Tal vez la dimisión del
JEMAD les va a dificultar su estrategia. Veremos.