TRENES: DIFERENTES VARAS DE MEDIR
Renfe,
Adif y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana de quien
dependen los dos primeros organismos, llevan años sin resolver el problema
ferroviario que afecta a Extremadura. Pero en los últimos tiempos las
actuaciones de estos organismos en Extremadura están alcanzando cotas que rozan
el escarnio.
Los
extremeños hemos sufrido y seguimos padeciendo en nuestras carnes, las
vicisitudes de un servicio ferroviario propio del tercer mundo. Y así llevamos
años y años. Primero prometieron un tren AVE que iba a llegar a Lisboa en 2010,
luego otro AVE, pero con menos plumas, después una línea de alta velocidad, más
tarde un tren de altas prestaciones y al final nos han colocado un Alvia de
desecho de tienta de Galicia, convenientemente maquillado en los talleres de
Talgo. Como el material rodante es tan viejo, se avería un día sí y otro
también. Pues bien, a eso lo llaman ahora un tren digno. Como puede comprobarse
el grado de degeneración ferroviario que soportamos en Extremadura, es notorio.
Este
Alvia, sólo circula uno diario por sentido, es el tipo de convoy más moderno del
que se dispone en Extremadura, las otras unidades que operan son los Intercitys,
los Media Distancia y un Talgo del año de la polka, que llevan prestando
servicio desde hace largo tiempo. Continuamente se producen incidentes y
retrasos, que ni se sabe. Es raro el usuario del tren en Extremadura, que no
haya padecido alguna peripecia relacionada con este deplorable servicio
ferroviario.
La
línea Badajoz – Madrid, que es la joya de la corona, está todavía inconclusa en
su nuevo trazado, pues desde Plasencia a Madrid se siguen utilizando las
antiguas infraestructuras y no se prevé su terminación hasta 2030 o “ainda
mais” que diría un portugués.
Inauguraron
con toda pompa y circunstancia el tramo Badajoz – Plasencia, a medias, con
tramos antiguos incluidos y, por supuesto, sin electrificar, cuestión que
todavía está pendiente de resolver en este primer trayecto. Hasta se trajeron al
Rey para el evento. Todo por hacerse la foto y tratar de engañar una vez más a
los sufridos extremeños, a los que toman por tontos.
Después
de la pomposa inauguración, han seguido los incidentes, retrasos y toda clase
de anomalías, día tras día sin que se haya hecho nada por parte de la Junta de
Extremadura para exigir responsabilidades. Lo máximo que se logró fue que
Madrid destituyera a dos mandos intermedios, a los que cambió de sitio. Y
sanseacabó.
Ha
tenido que producirse la “chapuza” de diseño ocurrida en los trenes de
Cantabria y Asturias, para que la ministra, con el fin de salvar su cabeza, se
haya visto obligada a promover la dimisión del presidente de Renfe y de la
secretaria de Estado de Transportes, antigua presidenta de Adif. Ha bastado una
ligera presión de los presidentes de estas dos comunidades autónomas, para que
rodaran cabezas en el Ministerio. Tal vez ambos mandatarios hayan tenido suerte
en su empeño por la proximidad de las elecciones. Pero el hecho es que han
conseguido dos trofeos de caza mayor. Y, de paso, la gratuidad del servicio
hasta el año 2026. De donde podemos deducir que se hace más caso a Asturias y a
Cantabria que a Extremadura y las varas de medir son muy distintas.
De
todo lo anterior, puede concluirse que los extremeños somos españoles de
segunda categoría que tenemos que aguantar carros y carretas, sin que aquí nadie
mueva un dedo para exigir las responsabilidades inherentes a la serie de
estropicios ferroviarios que los extremeños venimos padeciendo “in illo témpore”.
Debe
de ser que nuestro espíritu de resignación y sometimiento es bien conocido en
Madrid y no nos hacen el más mínimo caso, porque no hay nadie en Extremadura,
que reivindique su derecho a ser tratada como el resto de comunidades
autónomas. Derecho que corresponde al hecho, de que los extremeños pagamos los
mismos impuestos que el resto de españoles. Y, por consiguiente, merecemos un
trato similar.
Visto
lo visto con el tren de Madrid, la reapertura de la vía férrea del Corredor
Oeste – Ruta de la Plata, se presenta como ardua tarea. Una vía férrea que fue
cerrada con premeditación y alevosía y cuya reapertura sería una solución de primer
nivel para rehabilitar al oeste de España y a Extremadura. No se enteran de que
esta vía es el medio para conseguir un transporte más rápido y menos
contaminante de mercancías y viajeros hacia el norte de España y Europa y hacia
el Sur de España y desde allí a África y América, sin tener que pasar
obligatoriamente por Madrid que se ha convertido en un cuello de botella para
el tráfico ferroviario.
Nadie
hace nada eficaz en Extremadura para exigir al Ministerio de Transporte que el
tramo Plasencia - Salamanca, sea propuesto a la Comisión Europea para incluirlo
en la Red Básica Transeuropea de Transporte y poder financiar con fondos de
Europa las obras de este tramo (120 km y unos 900 Millones de euros de
inversión) que resolvería en primera instancia la comunicación norte – sur de
la península y sería un eje importantísimo para evitar el despoblamiento del
oeste de España.
Mientras
tanto el 40 % de las inversiones ferroviarias se van a Cataluña y Valencia y al
Corredor Mediterráneo, provocando un grave desequilibrio entre comunidades
autónomas y la plasmación de una España de dos velocidades, lo que afecta
sobremanera a Extremadura que padece una estructura ferroviaria que deja mucho
que desear, y que se convierte en un obstáculo insalvable para facilitar su
desarrollo.