TYPICAL SPANISH
Los
movimientos pendulares que suelen darse en nuestras filias, fobias y
comportamientos son típicos del modo de ser español. Pasamos del bien al mal,
de ser de derechas a ser de izquierdas y del pesimismo al optimismo con pasmosa
facilidad. Yo creo que este modo de comportarse es propio de pueblos con
principios poco arraigados probablemente porque no los analizamos e
interiorizamos con racionalidad sino solamente los tenemos prendidos con alfileres
en nuestras mentes. De ahí la facilidad para desprendernos de ellos.
Como
confirmación de lo anterior hay un dicho en España que asegura que aquí “siempre
andamos detrás de los curas: bien con el santo en andas y con un cirio en la
mano o detrás de ellos a garrotazos con un palo”.
Pues
esta falta de equilibrio y equidad en el juicio alcanza su máximo esplendor
cuando se trata de la selección española de fútbol. Pasamos del optimismo más
desaforado a la depresión más profunda nada más producirse un resultado
desfavorable a nuestros colores.
En
lo que llevamos de Eurocopa cualquier español sensato hubiera analizado los
resultados y nuestro juego en los dos primeros partidos en los que venció
España, con algo menos de “forofismo” con el que lo han hecho muchos
aficionados y la mayor parte de los medios de comunicación. Poco menos que volvíamos
a ser otra vez el pasmo del mundo y campeones de Europa sin bajarnos del
autobús.
Pocos
aficionados repararon en que el partido ante la República Checa se resolvió
casi al final, faltando menos de diez minutos y que nos costó Dios y ayuda
romper la defensa checa.
El
choque con Turquía se finiquitó con más facilidad de la prevista, pero pocos ponderaron
que fue debido a que el tercer gol de España era un flagrante fuera de juego no
apreciado por el árbitro ni por el juez de línea.
En
todo caso el juego desplegado hasta entonces podría calificarse como aceptable
pero no como algo extraordinario. Salvo Iniesta que jugó de forma excelente.
A
todo esto nadie se acordaba del asunto De Gea, aparcado con buen sentido en el
seno de la selección, ni de su entrenador que con acierto mantuvo al guardameta
titular en su sitio, ya que no había pruebas concluyentes en el posible
escándalo. Como ya se sabe que en asuntos sexuales somos muy mirados, hasta
algunos políticos manifestaron estar incómodos con el hecho de que jugara De
Gea, pero no tanto con los millones de refugiados que pululan por Grecia,
Turquía, Libia o navegan a la deriva por el Mediterráneo sin nadie que les eche
una mano. Eso se llama hipocresía o cinismo, como gusten.
Y
llegó el partido contra Croacia. Desde el principio se adivinaba que los
croatas eran un equipo mucho mejor armado que los dos anteriores a los que nos
habíamos enfrentado y que con su presión nos iban a dar la lata. Como así
ocurrió. Nuestros jugadores con muchos partidos en sus piernas esta temporada
porque militan en equipos grandes, no eran capaces de vencer la presión croata
cuyos futbolistas están bastante más frescos.
Tuvimos
el acierto de nuestro gol tempranero, pero continuaron los nervios y
desaciertos en el equipo hispano, un coladero en defensa, de modo que un minuto
antes del descanso los croatas empataron. Aunque con este resultado éramos
todavía los primeros del grupo y evitábamos a las selecciones más potentes
prácticamente hasta la final.
En
el segundo tiempo continuaron los errores que culminaron en dejarse marcar el
segundo gol a tres minutos del final cuando no había tiempo material para
rectificar. De Gea podía haber hecho algo más para evitar este gol, pero estos
son lances del juego. Entre ambas situaciones Ramos en un arranque de racismo
hispano, pues él no debía haber tirado ese penalti, erró una ocasión que
hubiera supuesto la casi segura victoria de España.
Y
a partir de la derrota comenzó el rasgamiento de vestiduras y los juicios a
toro pasado. Se pontifica que De Gea que estuvo fallón no debería haber jugado.
Se acusa de “viejismo” a Del Bosque que ha conseguido para la selección los
mejores momentos de su historia con la conquista de un Mundial y una Eurocopa
que ni los más viejos de los españoles soñábamos con ellos. Ramos es un “membrillo”
que no sabe tirar penas máximas.
En
fin lo de siempre. Sin darse cuenta que todavía tenemos un buen equipo, que
pueden darse tardes malas y perder, que no siempre vamos a ser campeones de
todo y que en el fútbol también juega la suerte. Y de que no estamos eliminados
sino clasificados para octavos. Si llega a entrar el penalti de Ramos: De Gea
sería un fuera de serie, Del Bosque el mejor técnico del mundo y Ramos un héroe:
hoy es un villano.
Pero
es que “España y yo somos así señora”. Que escribiera Don Eduardo Marquina.