ATENCIÓN: SE
AVECINA UN NUEVO PACTO NACIONAL DEL AGUA
Cada
vez que sobre España se cierne un nuevo período de sequía, la Administración
del Estado anuncia un nuevo Pacto Nacional del Agua para general conocimiento.
En
nuestro país en lugar de acordarnos de Santa Bárbara cuando truena (y llueve)
de modo que se pueda diseñar con tranquilidad y sosiego un pacto nacional sobre
el agua razonable y equitativo en época de abundancia de recursos hídricos,
esperamos a que deje de tronar (y llover) para, en plena sequía, articular a
toda prisa y sin el necesario consenso unos pactos que jamás han conseguido que
el agua sea utilizada por todos de una manera justa y equilibrada.
Hasta
el presente los pactos nacionales sobre el agua, entendiendo como tales los
Planes Hidrológicos Nacionales sólo han tenido un objetivo principal único y
exclusivo: dotar de agua a Murcia, Valencia y al este de Andalucía. Es decir a
Levante.
Desde
que Franco perpetró e impuso con su ordeno y mando el mayor error hidráulico
que se ha realizado en la historia de España, cual es el trasvase Tajo – Segura,
el objetivo casi exclusivo de los gobiernos de turno ha sido ir salvando los
riegos en Levante: los legales y los que no lo son tanto. Todo ello sobre la
base de llevarse agua de una cuenca, la del Tajo, dejándola sin un recurso que
es imprescindible para su desarrollo. Aunque dicha cuenca sea deficitaria y se
incumpla la ley que establece meridianamente que sólo pueden trasvasarse
excedentes de agua de una cuenca a otra.
Porque
en el Tajo no hay excedentes de recursos hídricos puesto que existen cuatro
sistemas de explotación deficitarios: Henares, Alberche, Tiétar y Árrago. Y
desde que se trasvasa a Levante también la cabecera del Tajo.
Desde
que en el anteproyecto del Trasvase Tajo – Segura de 1967 (no quiten ojo a la
fecha, plena dictadura franquista) se califica a los regadíos de Levante como
“de supremo interés nacional”, no se sabe por qué razones, los intereses de allí
prevalecen sobre los de otras cuencas. Todo el esfuerzo se ha dirigido a
solucionar los problemas hídricos de esa área, dejando a su suerte los de otros
territorios.
Visto
el fracaso de aportaciones reales de lluvia en la cabecera del Tajo, muy lejos
de las ensoñaciones teóricas que sirvieron de base para dimensionar el trasvase
Tajo – Segura hubo que modificar los pronósticos del proyecto inicial. Estaba
previsto trasvasar 1.000 Hm3/año, luego
se bajó a 600 Hm3/año y en realidad se han venido trasvasado algo más de 300
Hm3/año. A pesar de esta notable reducción se ha dejado esquilmada la cabecera
del Tajo y sin agua al curso principal, que languidece como un riachuelo
infecto en su tramo medio en Aranjuez, Toledo y Talavera.
Para
seguir contentando a los levantinos se intentó otro dislate pretendiendo
trasvasar agua esta vez desde el río Ebro. Aquí la fuerza y el poderío político
de aragoneses y catalanes lograron que se derogara este nuevo desatino.
Y
a la vista de una probable próxima sequía - ya se ha decretado esta situación
en las cuencas del Duero, Júcar y Segura - el Ministerio vuelve a poner sobre
la mesa un nuevo Pacto Nacional del Agua y ya empieza a sondear a unos y otros
sobre el particular.
El
objetivo sigue siendo suministrar agua a Levante. Allí sin disponer de recursos
hídricos siguen incrementándose las superficies de riego. Es ridículo que si no
hay agua en Levante y se necesita trasvasar se sigan aumentando los regadíos.
Estas cosas sólo ocurren en España.
Pues
bien, a riesgo de convertirme en profeta y puede que de equivocarme, me temo
que en el naciente Pacto del Agua se van a idear nuevos trasvases para
satisfacer las insaciables apetencias de agua de Murcia y Valencia.
En
lugar de llevar a cabo un estudio y un balance de recursos hídricos en Levante,
computando las aguas superficiales, las subterráneas – estas se obviaron en el
Anteproyecto del Trasvase Tajo – Segura, un error mayúsculo, me queda la duda
si fue intencionado – las de transición y las costeras contando con las
posibilidades de agua desalinizada o desalobrada que sería lo razonable,
optarán por lo fácil que es agarrarse a nuevos trasvases.
Como
lo del Ebro está crudo por no decir imposible, volverán a tirar del Tajo. Esta
vez el expolio se perpetrará en Extremadura. Lo intentarán desde el embalse de
Valdecañas (ya hay estudios de la Junta de Extremadura que demuestran su
inviabilidad).
O
puede que desde el río Tiétar que para colmo es un sistema de explotación
deficitario. En la cuenca de este río se mantiene un déficit desde hace un
montón de años al no proveerlo de un aumento de regulación sobre la que aporta
el embalse de Rosarito. Se desechó la presa de Monteagudo que hubiera sido una
solución definitiva. Se interpuso, una vez más, el medio ambiente junto a otros
espurios intereses.
Espero
que esta vez los extremeños no consintamos este nuevo despropósito y nos
opongamos con toda la fuerza para evitar un nuevo expolio de unos recursos
hídricos necesarios para nuestro desarrollo regional. Ya no es la época de
Franco y su ordeno y mando.
Si
en Murcia y Valencia sus regadíos son de “supremo interés nacional”, los riegos
de Extremadura y su futuro desarrollo también lo son.