DOÑANA: MEDIO AMBIENTE Y REGADÍOS
El
Parque Nacional de Doñana es un ecosistema de alto valor ambiental que está
pasando por malos momentos. Para preservar esos valores ambientales ha sido
también declarado Reserva de la Biosfera en 1980 y Patrimonio de la Humanidad
en 1994.
La
causa principal del estado en que se encuentra Doñana es la falta de lluvias. Cuando
no llueve lo suficiente, el acuífero no se recarga, los niveles piezométricos
descienden y el sistema de lagunas superficiales interconectado con el acuífero:
los llamados lucios, se seca.
Prueba
de que la sequía es la causa principal de la situación del Parque, la
encontramos en que también los embalses que retienen aguas superficiales en la
cuenca del Guadalquivir están bajo mínimos. Y esto traerá graves consecuencias
para los usos del agua y especialmente para los regadíos que se verán abocados
a no regar o experimentarán sensibles reducciones en las superficies regadas.
Es posible también que haya problemas locales en el abastecimiento urbano.
En
el año 2014 se llevó a cabo un plan de reestructuración del regadío en la
corona de Doñana, dejando pendiente una superficie en la parte norte, en el
condado de Huelva, de la realización de un trasvase de 20 Hm3 de aguas
superficiales desde el sistema TOP (Tinto – Odiel – Piedras) para descargar el
acuífero y reducir su sobreexplotación. De estas obras competencia del gobierno
central no se ha ejecutado ninguna. Y ya han pasado 9 años.
Expertos
andaluces que conozco, consideran que Doñana mejoraría su situación si estas
obras de abastecimiento de agua superficial se llevan a efecto, propugnando al
tiempo que los regadíos sean sostenibles. Lo cual es lógico y acertado.
Por
otra parte. Las obras de ejecución de la presa de Alcolea (246 Hm3) sobre el
río Odiel que es fundamental para asegurar agua a todo el sistema hidráulico de
Huelva, se encuentran paradas desde 2017, habiéndose ejecutado aproximadamente
el 20 % y no existiendo fecha previsible para su reanudación. Tampoco se han
llevado a cabo otras obras de interconexión del sistema Andévalo – Chanza –
Piedras - Alcolea y de conducción y distribución de agua que reducirían la
presión sobre el acuífero de Doñana.
El
ecologista ministerio de Transición Ecológica, poco amigo de presas, hasta
propone la barbaridad de eliminar algunas como la de Valdecaballeros, y menos
de los regadíos, no ha movido un dedo para resolver el problema de unos cientos
o miles de familias, que tienen su “modus vivendi” en el regadío, pendiente de
que se les suministre agua superficial. Parece que optan porque estás familias
abandonen su actividad, tengan que emigrar y se despueble la zona como ya
ocurre en otras partes de España.
Y
no han perseguido los riegos ilegales, que esos sí que hacen daño al acuífero y
a los regantes legales del sistema Almonte – Marismas, que sólo riega la cuarta
parte de lo que se previó inicialmente para no afectar al acuífero de Doñana.
Aunque este tema de los pozos ilegales no es exclusivo de Doñana. En la Mancha,
las Tablas de Daimiel están prácticamente secas. La administración hidráulica
lleva mucho tiempo mirando para otro lado en esta cuestión. Y sé de lo que
hablo.
La
controversia sobre Doñana se ha llevado a Bruselas en donde el comisario de
Medio Ambiente, un lituano al parecer de Los Verdes, en principio se pone en
contra de la administración andaluza, aunque dice que estudiará sus
planteamientos. Pero el lobby ecologista pesa mucho en Bruselas y Moreno
Bonilla, que trata de defender los intereses de los regantes del condado de
Huelva, lo va a tener difícil. El Ministerio de Transición Ecológica no apoya,
ni hace nada de lo prometido: la ejecución de las obras de abastecimiento de
agua superficial desde el sistema TOP que son de su competencia y que
resolverían el problema de los riegos y salvarían Doñana. Ni tampoco propone
soluciones alternativas que resuelvan el problema.
Y
es que el lobby ecologista español, sucursal del de Bruselas, se ha empeñado en
que desaparezcan 1 millón de hectáreas de regadío en España. De un plumazo.
Unas lumbreras.
Pero
el problema de base es la ausencia de lluvias. La falta de precipitación es la
clave de esta cuestión. Si no llueve sufrirán los abastecimientos urbanos, los
regadíos, los usos industriales y recreativos y también sufrirá Doñana que
seguirá en un estado lamentable por la falta de lluvias.
Así
que, como el hombre, de momento, no tiene control sobre las precipitaciones que
regula la naturaleza, no nos queda más remedio que esperar que llueva y los que seamos creyentes hemos de acudir a la procesión, a ver si desde
arriba nos echan una mano.
Y
entretanto hemos de utilizar el agua de abastecimiento de un modo racional
evitando despilfarros y fugas en las redes, seguir con la modernización y
digitalización de los regadíos para usar el agua del modo más eficiente, y
planificar y gestionar el agua de la que dispongamos de modo adecuado. Un nuevo
Plan Hidrológico Nacional se revela como imprescindible.
Todo
menos mantener luchas políticas electoralistas que no conducirán a nada bueno.
Aunque
de estos políticos tan mediocres que padecemos, me temo lo peor.