GRACIAS AL
MAGISTRADO LLARENA
Merced
a la división de poderes que instaurara Montesquieu, España está salvando su
dignidad en el episodio separatista de Cataluña. La existencia de un poder
judicial independiente, al margen de las veleidades políticas del poder
ejecutivo de turno, ha logrado que la ley se cumpla y ha procesado a los
culpables del golpe de estado perpetrado en tierras catalanas.
El
Partido Popular con cierta sordina cuando gobernaba, de ahí su blandenguería en
la aplicación del artículo 155, y sobre todo Ciudadanos siempre han tenido
clara la gravedad de lo ocurrido en Cataluña y en este sentido han apoyado las
resoluciones judiciales contra los rebeldes. Los socialistas con mucha más
tibieza, también. Hasta que Pedro Sánchez ha logrado ser presidente del
Gobierno.
A
lo largo del proceso todo el arco de la izquierda radical, los separatistas
catalanes sin distinción, el PNV y el PSC a veces, se han puesto del lado de
los golpistas. Como si lo ocurrido hubiera sido una broma. Y para justificarlo apelan
al derecho de autodeterminación que no existe en ninguna Constitución de un
país civilizado.
Contra
los fugados y en especial en el caso de Puigdemont pillado en Alemania, el
magistrado del Tribunal Supremo Llarena emitió una Euroorden para solicitar la
extradición a España del cabecilla de los golpistas con vistas a ser juzgado
por los delitos de rebelión, sedición y malversación.
Un
Tribunal alemán del lander Schleswig – Holstein en cuyo territorio fue detenido
Puigdemont, en una extralimitación incomprensible e intolerable de sus
funciones y en contra de la opinión de su propia fiscalía, ha determinado que
la extradición puede producirse pero sólo para que el prófugo sea juzgado en
España por el delito de malversación, un delito menor, sin poder serlo por los
de rebelión o sedición tal y como solicitaba el magistrado Llarena del Tribunal
Supremo de España.
En
resumen un tribunal de segundo o tercer nivel alemán, incompetente a todas
luces para juzgar el caso y sin pajolera idea de lo ocurrido ni instruir sumario
alguno del caso, se erige en tribunal de instancia superior al Tribunal Supremo
español que es el que ha emitido la Euroorden y el único competente para
determinar por qué tipo de delitos ha de ser juzgado el huido de la justicia
española.
Como
paradoja digna de consideración y reflexión, hace bien poco el Tribunal Supremo
de Alemania ha tirado por tierra la posibilidad de un referéndum de
autodeterminación para Baviera. ¿Curioso todo esto, no?
De
inmediato los soberanistas y sus medios de comunicación corifeos tanto de
Barcelona como de Madrid, dan como buena la tesis del incompetente tribunal
alemán, y ponen a Llarena a caer de un burro, considerándolo poco menos que un
incompetente jurídico.
Pues
bien el ejecutivo actual en lugar de apoyar sin fisuras las resoluciones del
magistrado Llarena para defender al Estado, consiente que se le denuncie por
los golpistas ante tribunales belgas sin tomar una decisión inmediata para
defenderlo de unas insidias y denuncias que son fraude de ley como así han
aclarado diversos expertos jurídicos españoles. Además existe una falsificación
palmaria de las manifestaciones del magistrado por las que se le denuncia ante
el tribunal belga.
Los
medios de comunicación que apoyan al soberanismo catalán y los poderes que los
financian machacan día tras día a los ciudadanos extendiendo la idea de que los
golpistas son seres ingenuos y pacíficos a la par que democráticos y que por
ello no merecen estar en prisión preventiva. Parecen ignorar que Puigdemont y
seis más están fugados de la justicia española y además se dedican a denigrar
al Estado español y a sus niveles de democracia en cuanto tienen ocasión.
En
cuanto ha llegado al poder y posiblemente en pago a los votos independentistas
que lo elevaron al Gobierno, el nuevo presidente ha ordenado el trasladado de
los presos a cárceles catalanas que están bajo la competencia de los mismos que
auspiciaron el golpe: los independentistas del Govern de la Generalitat.
Es
un signo de debilidad absoluta del Estado frente al soberanismo. Se completa
con la iniciación de un diálogo unilateral que se está convirtiendo en un
diálogo para besugos. Es un alarde de ingenuidad que sólo puede entenderse como
el pago a favores políticos recibidos. Algunos barones socialistas empiezan a
estar hasta el gorro de tanta contemplación del Gobierno con Cataluña porque
esta manera de actuar les quitará votos en sus comunidades autónomas. Al
tiempo.
Y
es que estas cosas sólo pueden ocurrir en España. Somos diferentes hasta para
consentir que unos partidos políticos independentistas, que serían ilegales en
cualquier país democrático maduro como en Francia o Alemania, se introduzcan en
las instituciones para, aprovechando la coyuntura, romper la unidad de España.
Un estado con más de 5 siglos de existencia.
Gracias
al juez Llarena el Estado ha salvado su dignidad a pesar de los corifeos y
turiferarios del “procés catalán” que no sólo están en Cataluña. Pululan por
diversos medios de comunicación y por el gobierno.
La
historia nos enseña que estos desmanes como el producido en Cataluña hay que
cortarlos de raíz. En la II República española no se hizo y la cosa terminaría
de mala manera. Alguien debería reflexionar sobre este asunto. Para evitar
males mayores.