POBREZA DE AYER
Y POBREZA DE HOY
Cuando nací hacía siete años que había
finalizado la contienda civil en España y gran parte de la población se debatía
en unos niveles de pobreza que rozaban la miseria. Amplias capas de ciudadanos
pasaban hambre y les faltaba lo más elemental para subsistir. Yo habitaba en un
núcleo de población medio, que por entonces contaba con unos 20.000 habitantes.
A
los ocho o nueve años ya viví, con pleno conocimiento, situaciones que nunca he
podido borrar de mi mente, relativas a las condiciones de pobreza en las que
estaba inmersa una gran parte de la población. Para atender a los pobres, se
había instalado en la ciudad una denominada Cocina Económica, que creo
gestionaba la Iglesia Católica, en donde largas colas de menesterosos acudían a
obtener comida para no morir de hambre. Pero esto no era suficiente. A mi casa,
la de una familia de clase media, como a otras muchas, acudían todos los días
pobres de solemnidad para recoger las sobras de nuestra comida. Las madres
portaban unas latas grandes de conserva, a las que le habían dotado de un asa
de alambre, para recoger en ellas el alimento que a nosotros nos sobraba. Iban
acompañadas de sus niños pequeños, sucios y alguno descalzo incluso en pleno
invierno. Mi madre que tenía un gran corazón, siempre preparaba algo más de
comida para dársela a estas personas. También les proporcionábamos la ropa o
zapatos que íbamos a desechar. Lo que más me impactó fueron las miradas de
angustia de aquellos niños y de sus madres. En fin son escenas inolvidables. Toda
esta gente, al borde de la hambruna, se hacinaba en barracas o chabolas, sin la
más mínima higiene, ubicadas en los barrios periféricos de la urbe. Este era el
panorama de una ciudad española de tipo medio a mediados de los años 50 del
siglo pasado.
Afortunadamente
las condiciones económicas y sociales comenzaron a mejorar sensiblemente en
España después de los planes de estabilización de 1958 – 1959 que, aunque expulsaron
a una buena parte de la población hacia la emigración, fueron capaces de generar
un ciclo de prosperidad creciente que, con algunas crisis intermedias, ha
durado hasta el año 2007 y en el que España ha alcanzado unos niveles de
riqueza y desarrollo nunca vistos. A pesar de que todavía existían algunas
desigualdades sociales, en ese período se había creado una potente clase media
que proporcionaba una progresiva estabilidad social, si lo comparamos con la
situación existente en la posguerra.
Pero
desde el año 2007 la maldita crisis que nos afecta está llevando a España a
situaciones de pobreza comparables a la de la posguerra aunque se produzcan en
otro nivel relativo de la economía. Pero para el que ha perdido su trabajo y se
ve ahogado por las hipotecas y la falta de ingresos, la pobreza de hoy es muy
parecida a la de ayer. Con la agravante de que en estos últimos años muchos
derechos conquistados desde entonces, han sido suprimidos y las clases menos
favorecidas tienen cada vez peores condiciones para defenderse.
La
Cocina Económica de antaño ha sido sustituida hoy por Cáritas, Cruz Roja y por
los Bancos de Alimentos así como por la acción solidaria de otras ONGs que
están cumpliendo una función social que habría de asumir el Estado. Y también
por la rebusca de comida en contenedores próximos a supermercados. Pero la angustia
de muchas familias, bastantes de ellas formando parte de la clase media hasta hace
poco, es la misma que la de entonces. No poder dar de comer a sus hijos. Datos
fiables afirman que el 30 % de la población española vive hoy en la pobreza.
Mientras tanto un reducido grupo de privilegiados sigue engordando sus fortunas
e incrementando los niveles de desigualdad social.
El
Estado debe tomar medidas inmediatas para evitar la exclusión social de los más
débiles, y para facilitar que todos podamos salir de la crisis. Lo que está
ocurriendo no es lógico en un país que se dice desarrollado. Lo que está
sucediendo es simplemente una vergüenza para España. Y para sus políticos y
gobernantes. Y que éstos, en un ejercicio de cinismo sin límites, no se rasguen
las vestiduras porque los medios de comunicación extranjeros aireen nuestra
situación. Es lo que hay.