ESPAÑA RETROCEDE
España
se encuentra sumida actualmente en una dinámica de claro retroceso tanto en su
situación económica como social. Tras un período de bonanza que duró 30 años, y
que comenzó en el inicio de la Transición en 1978, la crisis financiera de 2008
supuso un grave contratiempo para la economía española cortando uno de los
períodos más prósperos del país. Sin recuperarnos del todo de ella, nos cogió
una nueva crisis, la del COVID 19, de la que todavía no hemos salido ni
alcanzado valores de indicadores como el PIB anteriores a ella y que según los
expertos no recuperaremos hasta el año 2024.
El
estado del bienestar empieza a resentirse. Para conseguir sus ventajas indudables
para los ciudadanos, hemos generado una deuda de las administraciones públicas
de 1,49 billones de euros, el 20 % de nuestro PIB, que ya veremos cómo se paga.
Probablemente lo haremos nosotros y también nuestros hijos y nietos. No podemos
seguir gastando más de lo que ingresamos, pues esto aumentará el déficit y, en
consecuencia, la deuda.
A
finales del año 2021 y principios del año 2022 se produjo, a nivel global, un
incremento desmesurado del precio de muchas materias primas, de modo que la
inflación en España alcanzo en febrero de 2022 un nivel del 7,6 % nunca visto
desde hacía muchos años.
La
invasión de Ucrania por parte de Putin, vino a agravar más una situación que ya
estaba deteriorada, generando una inflación galopante, de modo que en julio del
2022 alcanzaba ya los dos dígitos, 10,8 %, dos puntos por encima de la media
europea, y la inflación subyacente (aquella que no tiene en cuenta los precios
de la energía, ni el de los alimentos frescos) se situaba en el 6,4 %. Durante
el mes de agosto se llegó a valores del 10,4 % en la inflación y del 6,1 % en
la subyacente. En septiembre los valores alcanzados fueron del 8,9 % y del 6,2
% respectivamente. Los economistas advierten de que estamos ante una inflación
de costes y no de demanda.
La
inflación ha hecho elevarse sensiblemente los precios de bienes básicos como el
de la energía eléctrica, el del gas, el de los combustibles y el de la mayoría
de las materias primas, así como el precio de los alimentos, lo que ha
repercutido en incrementos muy notables del importe de la cesta de la compra.
Y
para completar el cuadro, el repunte del Euribor hace que las hipotecas
variables basadas en este índice, sean aún más gravosas para los españoles que
las han suscrito.
La
situación que se ha generado, ha llevado a que un gran número de familias
españolas, según los últimos datos el 52 %, no es capaz de llegar a fin de mes.
Una barbaridad que da idea de lo profundo de esta crisis.
Esto
ha traído como consecuencia que Cáritas y otras ONGs, así como los Bancos de
Alimentos, hayan experimentado un notable aumento en el número de demandantes
de ayuda. Y al tiempo un vaciado de sus almacenes al crecer la demanda de
productos y sus precios y disminuir las donaciones. Paradójicamente, personas
que antes eran donantes, han pasado a ser beneficiarios de las ayudas.
Según
Eurostat el índice de pobreza en España se sitúa actualmente en el 27,8 %
siendo la media europea del 21,7 %. Sólo nos superan en pobreza, Rumania,
Bulgaria y Grecia. Datos muy preocupantes.
En
paralelo nos encontramos con que somos el país europeo con la tasa de desempleo
más elevada de la Eurozona, 12,6 % frente a una media europea del 6,6 %. Y eso
que en España se ha maquillado el resultado eliminando de las estadísticas a
los fijos discontinuos, que en realidad son parados temporales durante el
tiempo que no trabajan.
Pues
bien, a pesar de esta alta tasa de desempleo, resulta que en la agricultura es
difícil encontrar empleados para el campo, pastores o personal para la
recolección de la fruta; en la construcción los empresarios se quejan de que no
hay en el mercado albañiles o especialistas en encofrado y ferralla; en la
hostelería es difícil dar con camareros o cocineros y las empresas de
transporte tienen dificultades para contratar conductores.
La
única explicación que encuentro a esta paradójica situación, es que existe un
exceso de subvenciones (subsidio de paro, renta básica o ingreso mínimo vital),
lo que no invita a buscar y encontrar trabajo. Aunque sea razonable que en un
estado desarrollado tenga que haber mecanismos de protección social para no
dejar atrás a los más débiles. Pero la
solución no está en las subvenciones, sino en que el Estado provea mecanismos
para que los empresarios puedan emprender con facilidad, de modo que se creen
puestos de trabajo con sueldos dignos. Me parece el único camino sensato para
solucionar el problema del paro.
El
futuro no pinta nada halagüeño y diversos organismos como la AIReF (Autoridad
Independiente de Responsabilidad Fiscal) española, ya dan como seguro un
período de recesión económica en final de 2022 y principios de 2023, con las
consecuencias negativas que la estanflación va a traer para todos los españoles.
Los
Fondos Next Generation que parecía que iban a ser la panacea universal para
sacarnos de la crisis, tampoco están funcionando con transparencia y fluidez,
lo que complica aún más el escenario en el que nos movemos.
En
España, además nos encontramos con que estamos inmersos en una crisis política
que está minando nuestra calidad democrática, y que nos afecta en exclusiva,
pues en el contexto europeo no se da esta situación. Lo que agrava aún más el
nivel de retroceso que estamos padeciendo.
Aunque desde las instancias gubernamentales se
ofrece a los españoles una imagen idílica de España. como si habitáramos en el
país de las maravillas. Un trampantojo que nada tiene que ver con la realidad
que viven los ciudadanos.