LOS
RIEGOS DE TIERRA DE BARROS AVANZAN.
La
Junta de Extremadura a través de su Consejería de Agricultura consideró de gran
interés estos riegos, y por esta razón ya desde el año 1998 los incluyó con el
carácter de riegos privados (los regantes participarían en su financiación) en
el Plan Nacional de Regadíos Horizonte 2008 que redactó el Ministerio de
Agricultura, junto con los regadíos de Monterrubio de la Serena, cuyas obras
comenzarán en breve plazo si no lo han hecho ya.
Durante
mi estancia en el Servicio de Ordenación de Regadíos de Extremadura, cuya
jefatura ocupé durante nueve años, se redactó un primer estudio de viabilidad
de la transformación en regadío de la zona de Tierra de Barros en el año 2001,
con una idea base: estos riegos se diseñaban como riegos de apoyo para asegurar
y mejorar las producciones de los cultivos más importantes existentes en el
área de estudio: viñedo y olivar, pero también se dejaba abierto a futuros
cultivos leñosos como el almendro, el pistacho o la higuera.
Los
recursos hídricos se obtienen de los embalses de Alange (878 Hm3 de capacidad
de embalse) y Villalba de los Barros (106 Hm3) y en la planificación
hidrológica de la demarcación hidrográfica del Guadiana se fija una asignación
de recursos para esta transformación (41,47 Hm3). Esta reserva de agua en favor
de la zona, se obtenía en base a una dotación de 2.765 m3/ha (aproximadamente la
mitad de la dotación media de los regadíos extremeños) para una superficie de
alrededor de 15.000 ha y proyectando un método de riego de alta eficiencia
(goteo).
Este
estudio de viabilidad de 2001 fue presentado a los futuros regantes en diversas
reuniones en los principales núcleos de población de Tierra de Barros y poco
después se constituyó la comunidad de regantes en su fase inicial a partir de
los agricultores interesados en la transformación en regadío.
Desde
el principio se detectó lo difícil que sería poder llevar a cabo la
concentración parcelaria, salvo en algún área muy concreta a determinar. Las
causas de esta dificultad se deben al tamaño y número de parcelas, a la
heterogeneidad en la distribución de los cultivos de viñedo y olivar, alternancia
espacial de estas especies, variedades distintas, edad de las plantaciones,
orientación de los marcos de plantación. Este hecho supone una mayor carestía del
coste de las obras, pero así y todo se demostraba que este tipo de riego era
viable.
Una
primera crisis con sus nefastas consecuencias en la economía y en las
disponibilidades presupuestarias y la alternancia política en la Junta de Extremadura
supusieron un frenazo en el desarrollo de estos riegos que estuvieron
congelados unos cuantos años.
El
regreso a la Junta de Extremadura de la administración socialista supuso un renovado
impulso a estos regadíos que fueron declarados de interés de la comunidad
autónoma por Decreto 232/2014 de 21 de octubre, publicado en el DOE de 27 de
octubre de 2014. Esta declaración suponía el espaldarazo de la Junta a la
puesta en riego de la zona y su respaldo a los regantes.
Y
el último paso fundamental para los riegos de Barros ha sido la declaración de
interés general de la nación que se contiene en la Ley de Presupuestos
Generales del Estado para 2021 publicada en el BOE de 31 de diciembre de 2020.
Este paso crucial permitirá al Estado participar en la financiación de las
obras del proyecto de transformación en regadío de Tierra de Barros.
Un
proyecto que ya está redactado por la Junta de Extremadura, con un presupuesto final
de 250 Millones de euros, al incrementarse el importe del proyecto inicial en unos
55 Millones de euros coste de las medidas de protección de las balsas y de la
construcción de una estación fotovoltaica de 11,9 MW para reducir el coste
energético. Los agricultores aportarán 66 Millones de euros y el resto correrá
a cargo de la Junta de Extremadura y el Gobierno de España.
Se
transformarán 15.170 ha distribuidas en 17 sectores de riego, 6.586 parcelas y
12 términos municipales. Tres balsas en cotas geométricas dominantes con una
capacidad conjunta de 14 Hm3, recibirán el agua elevada desde Alange o Villalba
en los períodos P6 (el más barato, horas valle) lo que conllevará un importante
ahorro del coste energético.
A
falta de la terminación de la información pública y de la declaración de
impacto ambiental que se prevé tener resueltos a lo largo de 2021, la
licitación de las obras tendría lugar a lo largo del año 2022, para comenzar
las mismas en 2023. Se estiman tres años de construcción, con lo que en 2026
podrían entrar en servicio. Ocurrirá 25 años después de la publicación del
primer estudio de viabilidad de la zona regable, que definía las obras a nivel
de anteproyecto allá por el lejano 2001.
Pero
diferentes vicisitudes económicas principalmente, y políticas han retrasado
notablemente el proyecto y sus obras correspondientes. Pero como consuelo queda
que las obras inicialmente previstas se han mejorado sensiblemente y se les ha
dotado de energía renovable fotovoltaica para mejorar el coste energético.
Sólo
resta que se cumplan los plazos previstos para su finalización. Estos riegos
además mejorarán la contaminación difusa existente en el acuífero que llevó a
declararlo como zona vulnerable a nitratos en marzo de 2019. El método de riego
de alta eficiencia adoptado y la fertirrigación que puede practicarse, junto a
la aportación de agua superficial de la que se abastece la zona, contribuirán a
mejorar el estado de la masa de agua subterránea de Barros.
A
ver si pueden aplicarse a esta zona los consabidos dichos de que “bien está lo
que bien acaba” o “más vale tarde, que nunca”.