REBELIÓN
EN EL SECTOR AGRARIO
Hay
inquietud y una gran preocupación en el sector agrario. Un sector que es
estratégico para la economía nacional y vital para muchas regiones españolas,
ve como de un tiempo a esta parte surgen amenazas a su supervivencia, ante la
indiferencia de una sociedad mayormente urbanita que ignora qué es y qué hace
el sector.
A
esta sociedad que reside en la ciudad le queda muy lejos el medio rural tanto
en distancia física como en empatía con él. No le da importancia. Y eso que sus
mesas siempre han estado bien abastecidas gracias a unas producciones
agroalimentarias que han llegado a precios razonables para estos urbanitas.
Incluso en épocas tan difíciles como la pandemia.
Un
conjunto de decisiones tomadas tanto en Europa como en España por unos
burócratas muy ecologizados que parece que desconocen lo que es el sector
agrario, y su importancia estratégica, están haciendo un apreciable daño al campo
español.
Funcionarios
de la UE que dictan normas sin tener en cuenta las peculiaridades de unos
países como son los del arco mediterráneo europeo, con una climatología
absolutamente distinta a la que existe en Centroeuropa, a los que se les exige comportamientos
que a veces son de imposible cumplimiento. Es el caso de España que está
ubicada en ese arco mediterráneo. Es muy grave que los dirigentes de la
administración española no hayan sido capaces de explicar en Bruselas estas diferencias.
Muy al contrario, aplican las normas europeas con la fe del converso.
Durante
años se ha dado un marco de precios estabilizados de los productos agrarios y
subidas imparables de los precios de los insumos, especialmente los habidos en
los últimos tiempos con escandalosos incrementos de precios en la electricidad,
los combustibles, los fertilizantes, las semillas, los fitosanitarios, el coste
del agua de riego y los costes salariales entre otros. Este escenario perverso
está llevando contra las cuerdas a la capacidad de pago de las explotaciones
agrarias y, en consecuencia, a su rentabilidad, de modo que, a pesar de los
esfuerzos llevados a cabo para modernizarse, no ven la manera de obtener unos
beneficios que proporcionen un nivel de vida digno a sus titulares.
Un
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación empequeñecido y con cada vez
menos competencias, que es el que debiera defender al sector agrario, aunque lo
intenta y creo en la buena fe del ministro, está sometido a decisiones de otros
ministerios que dictan normas que afectan gravemente al sector agrario sin que
desde el departamento que lo tutela se haga nada eficaz para impedirlo.
Les
pongo un par de ejemplos. Pero hay muchos más.
A
un sector de importancia fundamental para la economía española como es el
regadío, desde el Ministerio de Transición Ecológica, curiosamente también
denominado del Reto Demográfico, lo están hundiendo con decisiones tomadas en
los planes hidrológicos en donde se priorizan los aspectos ambientales del agua
sobre la satisfacción de las demandas de los usos socioeconómicos entre ellos
el regadío.
En
España, en donde en régimen natural durante el estiaje, la mayoría de los ríos presenta
un caudal que tiende a cero, se implantan en ellos caudales ecológicos durante
todo el año como restricción previa a los sistemas de explotación. Un
barbaridad jurídica y técnica denunciada por muchos especialistas, pero a la
que hacen caso omiso desde el Ministerio de marras que más parece estar conducido
por ecologistas radicales que por dirigentes imparciales.
Se
aplica un principio funesto: primero se aseguran los caudales ecológicos y con el
agua que sobra se atienden los usos socioeconómicos. Sólo se exceptúan los
abastecimientos urbanos, cuando no haya recursos alternativos. Faltaría más.
Estos
caudales ecológicos se suministran desde los embalses que se construyeron
precisamente para asegurar las garantías de los usos socioeconómicos entre
otros el regadío, sin que se prevean nuevas estructuras de regulación ya que
nos les gustan a los ecologistas. Con lo cual se disminuyen las garantías de
los regadíos sin buscar solución al problema.
Desde
el Ministerio de Consumo, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se pretende
aplicar el NutriScore que contiene unos semáforos de colores para los productos
agroalimentarios. El aceite de oliva y el jamón salen malparados y figuran como
productos poco menos que peligrosos para la salud. Cuando forman parte de la
dieta mediterránea que siempre ha sido considerada como saludable. Y desde el
departamento se ataca sin piedad a las carnes rojas o al azúcar.
Ahora
se va a poner en marcha una nueva ley de la cadena alimentaria en la que se
asegurará un precio mínimo a los productos en origen para que al menos se cubran
los costes de producción. Porque los incrementos de precios en los insumos los
repercute al consumidor la distribución principalmente, sin que el sector
primario pueda hacerlo en la mayor parte de los casos. Ya que no comercializa
directamente.
A
todo esto, se une un descontrol en las importaciones de productos agrarios
extranjeros a los que no se les exige las mismas condiciones laborales, de
sanidad o trazabilidad que a los españoles. Y eso es competencia desleal.
Por
todas estas causas el sector agrario se rebela contra aquello que considera una
flagrante injusticia. Y de ahí el notable número de manifestaciones que están
teniendo lugar a lo largo y ancho de España, las cuales irán en aumento si no
se toman medidas eficaces por parte de la administración.
España
no puede permitirse el lujo de destruir un sector agrario que es estratégico
para la sociedad y así está considerado es los países más avanzados que
mantienen sectores agrarios muy potentes. Si por desgracia sucediera que España
en lugar de exportar alimentos como ocurre ahora, pase a depender su alimentación
de terceros países, los consumidores españoles lo pasarán mal.
Así
que los ciudadanos deberían conocer mejor el sector agrario y apoyarlo. Es de
un alto interés para ellos que se mantenga como un sector potente y respetado.
El dedo lo pones en la llaga, las soluciones se desvelan veladamente pero, quien se atreve a poner este cascabel al gato. El mundo del consumidor está en manos de irresponsables que cada día se levantan con una ocurrencia.
ResponderEliminar