EXTREMADURA EN
EL FURGÓN DE COLA
Hace
unos días se han hecho públicos los datos del PIB “per cápita” del año 2015
para las Comunidades Autónomas españolas, así como los del año 2013 desglosados
por provincias.
Como
era previsible Extremadura ocupa los últimos lugares en ambas clasificaciones: es
la última en el ranking de Comunidades Autónomas y las provincias extremeñas
ocupan los dos últimos puestos de su lista. Un desastre sin paliativos.
Esta
situación es una demostración patente de la ineficacia de las políticas regionales
que se vienen aplicando, las cuales están promoviendo un modelo proteccionista
“verde” con muy baja capacidad de generación de renta. Somos el parque natural
más bonito de España con los habitantes más pobres. Esta es la cruda realidad.
Sobre la que deberían reflexionar nuestros políticos para tratar de cambiar el
rumbo. Pero me temo que seguirán en sus trece. Porque es lo fácil.
Veamos
los datos: El PIB “per cápita” extremeño asciende a 16.166 € y se sitúa un 30,6
% por debajo de la media nacional que alcanza los 23.290 €. Como referencia la
Comunidad Autónoma con un PIB por habitante más elevado es Madrid con 31.812 €
casi el doble que el extremeño.
Por
provincias referidos los datos publicados al año 2013, las extremeñas ocupan
los dos últimos lugares de la clasificación: Cáceres es penúltima con un PIB
por habitante de 15.617 € y Badajoz la última con 15.167 €.
Los
políticos extremeños deberían abrir urgentemente un período de reflexión con participación
de diferentes paneles de expertos, para tratar de alumbrar un nuevo modelo de
actividad económica que nos saque de este marasmo y nos haga converger con el
resto de España.
La
primera actuación a acometer ha de ser un frenazo a la declaración de más zonas
protegidas. Con un 35 % del territorio extremeño afectado por medidas de
protección en la red Natura 2000, debe ser suficiente. Ya hemos puesto nuestra
parte alícuota para conservar el territorio. Ahora hay que fomentar el
desarrollo. Sin agresiones al medio ambiente, pero es la hora de desarrollar
los potenciales regionales.
La
segunda es dotar a Extremadura de unas infraestructuras de comunicación
adecuadas. Hay actuaciones sobre todo en ferrocarril que han de acometerse sin
dilación. La primera es la electrificación y duplicación de la línea Madrid –
Badajoz. No es necesario un tren tipo AVE si Lisboa no entra en el juego.
Bastaría con la posibilidad de que circulasen trenes tipo Alvia o similar con
velocidad de 200 km/h que permitiesen el trayecto a Madrid desde Badajoz en un
poco más de 2 horas. Y paralelamente con el mismo modelo recuperar de modo
prioritario la línea férrea Ruta de la Plata para enlazar la región con los
ejes ferroviarios transeuropeos. Como actuación complementaria mejorar la línea
férrea Badajoz – Brazatortas con iguales parámetros.
Estas
nuevas infraestructuras, junto con la red de autovías de momento bastante
aceptable, aunque habría de completarse de manera paulatina, servirían para
comunicar la región y facilitar la salida de productos y entradas de personas e
inputs.
Quedaría
como asignatura pendiente la aeroportuaria que es indispensable para completar
nuestra infraestructura de comunicaciones. El aeropuerto de Badajoz, que es una
base militar, queda muy excéntrico respecto al resto de la región. Tal vez
podría comenzarse con un aeropuerto modesto, funcional y barato situado en el
eje de la A 66 entre Cáceres y Mérida. Esta ubicación sería la de mejor
relación habitante – distancia.
Nuestra
economía debería basarse en primer lugar en el aprovechamiento de nuestros
recursos naturales: tierra, agua, sol y viento. La mejora de nuestros regadíos
completada con algunas zonas regables nuevas y la profundización en el
desarrollo e internacionalización de la industria agroalimentaria asociada a
ellos y a los productos del secano. Sería una primera base de actuación.
La
segunda pasaría por el fomento del turismo introduciendo la región en las
grandes rutas turísticas, hoy día estamos fuera de ellas, y poner en valor
nuestro importante patrimonio histórico, cultural, paisajístico y gastronómico
que se vería muy favorecido por la mejora de las comunicaciones. Nuestras zonas
protegidas podrían entrar en este juego también. Lisboa podría ser el final de
esas rutas internacionales.
Habría
que orientar la Universidad especializándola en la aplicación de las nuevas
tecnologías para formar jóvenes que pudieran ser la base de la instalación de
una industria del conocimiento y de la innovación. Ese podría ser un tercer
fundamento de nuestro futuro desarrollo. La biotecnología, los nuevos materiales
o la nanotecnología podrían ser posibles salidas en la industrialización
extremeña.
Y
por último desarrollar con seguridad jurídica una política decidida en las
energías renovables que serán el futuro en la lucha contra el cambio climático.
Tenemos las bases para ello: horas de sol, zonas con viento, biomasa y
posibilidad de hidroelectricidad.
Hay
que hacer algo con urgencia para salir del pozo. No podemos seguir así.