CAMBIO
CLIMÁTICO: DEJEMOS ACTUAR A LOS EXPERTOS
El
cambio climático es un tema de una gran complejidad cuyo estudio tiene una indudable
base científica y en consecuencia deberían ocuparse de él con exclusividad, expertos
y científicos. Y voy más allá habrían de ser especialistas independientes no
mediatizados por poderes de uno u otro signo los que diseñaran las pautas a
seguir. Mucho menos deseable sería que el cambio climático pasase a ser una
cuestión ideológica o de políticos. Y menos todavía que se convirtiese en
negocio para algunos listos.
El
cambio climático es un fenómeno de una gran complejidad ya que pudieran
coexistir en el mismo no sólo causas directas inherentes a la actividad
antrópica sobre el planeta Tierra, sino también procesos de variabilidad
climática que han ocurrido a lo largo de los siglos y sobre los que el hombre
tiene poca o ninguna influencia.
Una
buena parte de la comunidad científica está convencida de que el cambio
climático es debido en gran parte a la actividad humana. Especialmente al
incremento de la concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) en la
atmósfera, cuestión que se mide por la concentración de CO2 en la
misma. Las últimas mediciones dan una cifra de 415 ppm (partes por millón o
mg.l-1). El CO2 es el elemento que se toma como
referencia pero existen otros gases de efecto invernadero de más actividad que
éste: metano, óxido nitroso y fluorocarbonados entre otros. Adelanto que según
mis informaciones sólo existen 5 estaciones homologadas a nivel mundial que
midan el contenido de CO2 en la atmósfera.
Al
parecer hay datos que demuestran con una probabilidad bastante elevada, que se
está produciendo un calentamiento global de la atmósfera en la que se dan incrementos
térmicos lentos pero sostenidos, que aunque existan algunas oscilaciones, dan
como consecuencia una tendencia creciente al aumento de la temperatura. Este
hecho trae consigo diversos efectos: disminución de las lluvias en determinadas
áreas y en definitiva menos disponibilidad de recursos hídricos; destrucción de
hielo en los casquetes polares y en glaciares; elevación del nivel del mar e
incremento de la frecuencia de fenómenos extremos: lluvias torrenciales
causantes de inundaciones y más períodos de sequía.
El
IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) un organismo de la ONU, en sus
informes avalados por científicos de prestigio, viene advirtiendo desde hace
tiempo de la presencia inexorable del cambio climático y de sus posibles
consecuencias en los diferentes zonas de la Tierra y en los diversos sectores
de la actividad económica.
Ha
de subrayarse que no toda la comunidad científica admite el cambio climático.
Hay especialistas que lo ponen en duda, los llamados “negacionistas”. Ellos
aportan también sus argumentos, los cuales habríamos de contemplar y
considerar, valorando si reflejan con acierto las situaciones climáticas que
estamos viviendo y las posibles causas.
En
todo caso el asunto del cambio climático habría que dejarlo en manos de los
científicos especialistas en el tema. Nunca convertirlo en un instrumento de
activismo o de discusión política llevada a cabo por personajes que son
absolutamente legos en la materia y se mueven por ideologías de uno u otro
signo. O por otro tipo de intereses inconfesables lo que sería aún peor.
Casos
como el de la joven sueca Greta Thunberg son paradigmáticos de un activismo que
no tiene fundamento. Una chica de 16 años, todavía sin formar, y me temo que
con reducidos conocimientos sobre el tema, no puede convertirse en la figura
más mediática en la lucha contra el cambio climático. Creo que no es serio.
Su
actuación catastrofista y agresiva durante la Cumbre del Cambio Climático
celebrada hace unos días en Nueva York, con afirmaciones hechas sin datos ni
pruebas, no son el mejor camino para hacer frente al cambio climático. Sobre
todo cuando la bandera la agita una menor inexperta en el tema y en la vida.
La
lucha contra el cambio climático ha de estar en manos de expertos
independientes e imparciales, que no estén movidos por intereses de uno u otro
signo. Ellos son quienes tienen que marcar las líneas de actuación tanto en
mitigación como en adaptación al mismo para que toda la sociedad las ponga en
práctica.
Y
a partir de aquí la reducción de los efectos del cambio climático ha de ser un
consenso entre todos los países del mundo y con especial relevancia de los que
más contaminan. En la búsqueda de este consenso es donde tienen que intervenir
los políticos.
De
nada vale que en la mencionada cumbre de Nueva York, 70 países se comprometan a
tomar medidas si no son secundados por el resto de los estados. Y sobre todo
cuando naciones con gran capacidad de emisión de GEIs como China, Rusia o
Brasil ni siquiera acuden al evento y Estados Unidos se da una vuelta por el
foro porque se celebraba en su casa, sin adquirir compromiso serio alguno.
Así
que sería conveniente para la humanidad dejar el cambio climático en manos de
expertos honrados. Los políticos y los activistas de uno y otro signo han de
limitarse a apoyar y facilitar el cumplimiento de los acuerdos que adopten los
científicos. Y si aquellos desde su ignorancia científica no opinan, mejor.
Cada vez que lo hacen es para complicar la situación, ya de por si compleja.