LA DUQUESA Y LA
SEÑORA DE VALLECAS
La
recientemente fallecida Duquesa de Alba ha dejado un legado valorado según
Forbes en el entorno de 3.000 Millones de Euros. En él se incluyen 34.000 ha de
tierras, palacios, castillos, inmuebles diversos, bibliotecas y colecciones de
arte. Esta noble mujer ha estado en el candelero de los medios de papel
“couché” y en los programas de la televisión rosa prácticamente toda su vida.
Su última enfermedad, entierro y funeral han sido objeto de machacona
insistencia informativa en todos los medios de comunicación públicos y
privados.
Era
20 veces “grande” de España con ni se sabe cuántos títulos nobiliarios en su
haber. Habríamos de convenir que en pleno siglo XXI estas grandezas resultan
obsoletas y atrabiliarias, sobre todo porque provienen de herencias de
antepasados, conseguidas la mayoría de las veces por métodos no demasiado
ortodoxos en acciones de guerra o de reconquista aderezadas con derechos
feudales de tiempos pretéritos, o en negocios de ventaja y exenciones fiscales
en épocas más modernas. Y no suelen ser consecuencia de méritos personales
acreditados.
Dicen
que 80.000 sevillanos han pasado por su capilla ardiente y cerca de 20.000 han
acompañado y aplaudido al paso de su féretro en su traslado desde el Ayuntamiento,
donde estuvo instalada la capilla ardiente, hasta la Catedral en donde se
ofició su funeral. Podríamos preguntarnos ante tal demostración de afecto y
gratitud ¿qué es lo que ha hecho la duquesa por la ciudad de Sevilla para
merecer tan multitudinario homenaje? ¿Tan importantes han sido sus desvelos
para con la villa andaluza?
En
paralelo Carmen, 85 años, una vecina del barrio de Vallecas en Madrid, era
desahuciada de su vivienda de toda la vida, por haber sido avalista de un
préstamo de 70.000 € para ayudar a un hijo que no pudo devolverlo.
Carmen,
la vallecana sólo ha salido en los medios de comunicación que no tienen papel
“couché” en su composición, por el revuelo que se formó en su casa al tratar de
impedir un grupo de vecinos y componentes de las plataformas este injusto
desahucio, que ponía de patitas en la calle a una anciana desvalida.
En
Vallecas también ha habido reacción popular, pero mucho más moderada. El club
señero de esta barriada, el Rayo Vallecano, se ha comprometido a sufragar los
gastos de alquiler de una vivienda digna para esta anciana, en tanto los
servicios sociales le resuelven el problema. Es un gesto solidario digno de
destacarse.
La
vida y la situación de estas dos mujeres es una muestra de la desigualdad que
existe en nuestra España y que el sistema democrático vigente con su sumisión
al capitalismo y a las grandes fortunas no sólo no ha corregido sino que como
consecuencia de la crisis ha agravado. Ahora cuando una gran parte de la población
está al borde de la exclusión social se notan aún más las diferencias. Y
ocurren hechos contrapuestos como los de Sevilla y Vallecas.
La
desmesura acontecida en Sevilla es una muestra de que todavía existe un respeto
social reverencial hacia la riqueza y la nobleza que es injustificable en una
sociedad que fuese medianamente culta e igualitaria. Con todos los respetos que
las virtudes personales de la duquesa pudieran merecer.
En
Vallecas ha habido otro tipo de solidaridad que se ha inclinado del lado del
débil a la vista de que se estaba cometiendo una desmedida arbitrariedad.
Nuestros
poderes públicos tendrían que legislar y trabajar para equilibrar estas
lacerantes diferencias sociales. Los casos de Sevilla y Vallecas son dos caras
desiguales de la misma moneda, reflejo
de una tremenda injusticia.