DECISIONES IMPRUDENTES Y CRISIS ALIMENTARIA
Manuel
Pimentel, distinguido colega de quien suscribe, ha publicado hace unos días en
The Objective, un excelente artículo sobre la crisis alimentaria que se nos
avecina. La gran ventaja de este autor es que conoce el sector agrario en
profundidad, debido a su titulación de ingeniero agrónomo y a los puestos
directivos que ha ocupado tanto en la administración como en la iniciativa
privada.
Estoy absolutamente de acuerdo con el
contenido del artículo de Pimentel y en lo que sigue trataré de ahondar en las
tesis contenidas en el mismo. La cuestión de fondo yo la había tratado ya en
este blog, porque considero que el sector agrario es estratégico no sólo para
Europa sino para nuestro país de manera especial. Y se le está despojando esta
condición a pasos agigantados.
Unas
políticas inexplicables e imprudentes, por no calificarlas de irresponsables,
auspiciadas desde la UE y seguidas en España con la fe del converso, en
especial por algunos partidos de izquierda, están llevando al sector agrario y
agroalimentario a un callejón sin salida.
Políticas
propiciadas por urbanitas que defienden tesis ecologistas de escaso fundamento,
quienes desconocen lo que es la realidad de la agricultura y la ganadería y su
relación con el medio ambiente, están infligiendo un grave daño a los sectores
agrario y agroalimentario a los que se culpabiliza de un teórico deterioro
medioambiental tratado con tintes catastrofistas.
Olvidan
que, gracias a la actividad del sector agrario y de la industria
agroalimentaria, Europa y España han tenido garantizada, hasta ahora, ya se
verá en el futuro, la soberanía alimentaria y de paso los ciudadanos europeos y
españoles han podido disponer de productos agrícolas y ganaderos sanitariamente
seguros, controlados en sus procesos productivos y con la trazabilidad certificada.
Y todo esto a precios asequibles para la mayor parte de la población. Que es el
objetivo que ha de tener un estado, alimentar de manera adecuada a sus
habitantes a precios asumibles.
Unos
burócratas de corte urbanita, que desconocen lo que es el medio rural, apoyados
por una masa de población mayoritariamente residente en las grandes urbes,
aborregada y sin criterio, que cree a pies juntillas todo lo que venga de la
administración sea europea o española, están haciendo creer que los habitantes
del medio rural son los culpables del deterioro medioambiental que dicen que se
está produciendo e incluso del cambio climático. Increíble. Se está enfrentando
a lo urbano con lo rural.
Si
se analiza la normativa europea, las principales disposiciones que afectan al sector
agrario y agroalimentario como son la Directiva Marco del Agua (DMA), el European Green Deal (Pacto Verde
Europeo) en su estrategia From Farm to Fork (de la granja a la mesa), las nuevas disposiciones de la Política Agraria
Común (PAC) o la nueva y próxima Ley de Restauración de la Naturaleza, presentan
una orientación totalmente ambientalista. El ecologismo subyacente en estas
disposiciones pretende crear en Europa una agricultura de baja productividad
agraria. Para ello incentiva la agricultura ecológica de reducida capacidad de
producción y limita el uso de fitosanitarios y fertilizantes o las dimensiones
de las granjas de producción intensiva, entre otras cuestiones.
Las disposiciones relativas a la utilización
del agua, priorizan la consecución del buen estado de las masas de agua, sobre
los usos económicos, especialmente sobre el regadío, en lugar de buscar un
equilibrio entre medio ambiente y economía. En el colmo de la sinrazón
propugnan la eliminación de embalses, que en países áridos como España son
imprescindibles para poder atender los usos económicos con garantía suficiente.
Y en los planes hidrológicos españoles los nuevos embalses están proscritos.
Medios de comunicación en proceso de
degeneración ideológica como El País, no tienen empacho en titular: el 2% de
los españoles gasta el 80 % del agua. Sin palabras. Todo para tratar de
justificar las tropelías que se están cometiendo contra los regantes.
Las consecuencias empiezan a avizorarse en el
horizonte. Subidas desorbitadas del coste de los insumos agrarios:
electricidad, agua, combustibles, fertilizantes, piensos, semillas y plantones,
productos sanitarios y costes laborales, ahogan a los agricultores y ganaderos.
Y la cadena agroalimentaria interioriza esos costes, de modo que los precios en
destino se incrementan sensiblemente. Un 10,8 % marca el último valor (julio) del
incremento del coste de los productos agrarios en relación con el año anterior.
Sin que esta alza suponga un alivio para la rentabilidad de las explotaciones
agrarias y sí que tal vez reporte beneficios caídos del cielo para algún
desaprensivo, que también los hay.
Las reducción de producciones agrarias que
traerán consigo las normas dictadas por burócratas irresponsables de Europa y
de España, que saben de su impunidad, pues cuando se produzcan las
consecuencias de sus decisiones, nadie les exigirá responsabilidades porque
probablemente ya no estén o se diluyan
entre unos y otros, va a traer consigo la pérdida de la soberanía y seguridad
alimentaria en la vieja Europa, probablemente el desabastecimiento de algunos
productos alimenticios y un incremento notable de los precios de los mismos. Lo
que repercutirá negativamente en las capas sociales menos favorecidas a las que
dicen defender.
A aquellos que dictan las normas, les importa
un bledo las subidas que puedan experimentar los precios agrarios, ya que ellos
con sus suculentos sueldos y canonjías posteriores pueden afrontarlos.
Estoy de acuerdo con Manuel Pimentel en que el
sector agrario ha sido desprestigiado y ninguneado por la sociedad urbana que
desprecia lo rural. Está perdiendo su carácter estratégico. Y las consecuencias
ya las estamos padeciendo. Vendrán tiempos peores. Y entonces será el llanto y
el crujir de dientes. La crisis alimentaria será la venganza bíblica del medio
rural sobre el urbano que lo ha maltratado.
Tras el período vacacional, el Blog vuelve a la
actividad. Gracias por la atención prestada al mismo.