viernes, 27 de marzo de 2020


EN EL DÍA MUNDIAL DEL AGUA (22 DE MARZO)

EL AGUA Y LOS REGADÍOS

Instituido por la ONU en el año 1992, desde 1993 el día 22 de marzo de cada año se viene dedicando al agua en todo el mundo, bajo el auspicio de aquella organización. Esta vez el lema es “Cambio climático y agua”.

Dentro de este contexto de cambio en el clima me propongo analizar la relación entre los regadíos y el agua. No podemos olvidar que nuestros regadíos son el uso económico que más agua utiliza. Alrededor del 70 % del total del agua usada en España se destina al riego.

Las plantas cultivadas exigen una cantidad de agua indispensable para poder desarrollar sus estructuras vegetativas y dar sus frutos. Y esta agua puede aportarse en dos formas: lluvia o riego. En una gran parte de España dadas sus características climáticas mediterráneas, muy distintas por cierto de las del centro y norte de la UE, para poder producir alimentos en la época seca que discurre aproximadamente entre mayo y octubre se necesita del riego. En esa época sin riego no hay producción agraria o esta se reduce sensiblemente.

Respecto a los regadíos, de acuerdo con los estudios de un gran número de organismos y expertos, el cambio climático irá dando lugar, de forma paulatina, a tres  resultantes principales: una disminución de lluvias y en consecuencia una reducción en las aportaciones de agua y por tanto una menor disponibilidad de recursos hídricos; un aumento de los consumos de agua de los cultivos como consecuencia del incremento de la temperatura y de las variaciones de otros parámetros climáticos, lo que acrece la evapotranspiración y por último un aumento en la frecuencia de fenómenos extremos: precipitaciones torrenciales (inundaciones) y sequías.

Este nuevo escenario, que trae consigo la escasez de agua y unas mayores necesidades de este elemento para producir alimentos, lleva a los regadíos españoles, y a los de todo el mundo, a tener que mejorar la eficiencia en el uso del agua, a la introducción de cultivos que consuman menos recursos hídricos, e incluso a recurrir a riegos en déficit aunque se produzca una ligera disminución de las cosechas.

La FAO en su publicación del año 2003 – World Agriculture. Towards 2015 – 2030, ya anticipaba que en relación al año 1998 y para poder asegurar la alimentación de la población mundial en el año 2030 (alrededor de 8.600 millones de personas), el regadío tendría que incrementar sus producciones en un 80 % , pero sólo podría disponer de un 23 % más de tierras y de un 14 % más de recursos hídricos. En consecuencia hacía un llamamiento a mejorar sensiblemente la eficiencia de utilización del agua en las zonas regables de todo el mundo.

El mensaje de la FAO, ya había sido detectado con anterioridad por las administraciones españolas y por las comunidades de regantes. Desde 1998 se habían puesto en marcha una serie de programas destinados a mejorar la eficiencia del riego en los regadíos españoles.

Se diseñaron líneas muy importantes de modernización de regadíos llevadas a cabo por las administraciones autonómicas que publicaron diversos decretos de ayudas a las comunidades de regantes para llevar a cabo obras de modernización que mejoraran la eficiencia del uso del agua en el riego y por la administración general del Estado a través de las empresas estatales SEIASAs, las cuáles mediante la firma de convenios con las comunidades de regantes han llevado a cabo y lo siguen haciendo importantes obras de modernización en nuestros regadíos.

Por otro lado y para conocer mejor las necesidades de riego y establecerlas en tiempo real se implantó el programa SIAR (Sistema de Información Agroclimática para el Regadío) por parte del Ministerio de Agricultura y las Comunidades Autónomas. Consiste en una red de 468 estaciones agroclimáticas ubicadas en el interior de las zonas regables estatales, que proporcionan a los regantes los parámetros necesarios para determinar las necesidades de riego con la mayor exactitud, de modo que se suministre a los cultivos el agua que realmente necesitan.

Alguna administración autonómica como la Junta de Extremadura que fue pionera en esta cuestión, implementó además una Red de Control de la Calidad del Agua de Riego en Extremadura (RECAREX) para controlar posibles riesgos de salinización o alcalinización y la contaminación difusa por nitratos.

Los resultados de todas estas actuaciones han sido espectaculares. A nivel nacional el consumo medio en el período (2014-2016) ha disminuido en 1.107,2 m3/ha sobre el que se había producido en el período (2002 - 2004). En Extremadura los consumos han pasado de 6.910 m3/ha (media 2002 – 2004) a 5.707,2 m3/ha (media 2014 – 2016) lo que ha supuesto un ahorro de agua de 1.202,8 m3/ha

La introducción del riego localizado (goteo) ha sido fundamental para lograr los objetivos de ahorro. En el año 2018 se regaban mediante riego localizado en España una superficie de 1.917.980 ha que suponían el 51,78 % de la superficie total de riego. En Extremadura este porcentaje ha llegado al 53,44 % regándose por este método 150.101 ha.

Como puede verse el regadío ha hecho y sigue haciendo sus deberes en la mejora de la eficiencia en el uso del agua, adaptándose a las posibles consecuencias del cambio climático. Los regantes han tomado conciencia de la necesidad de conseguir unos regadíos sostenibles y han hecho un esfuerzo de inversión que debe destacarse, ante algunas opiniones malintencionadas que califican a los regantes como despilfarradores de agua. Los números anteriores demuestran que no es así.






viernes, 20 de marzo de 2020


SECTOR AGROALIMENTARIO: UN SECTOR ESTRATÉGICO PARA ESPAÑA

En unos momentos de zozobra y dificultades como los que estamos viviendo a causa de la presencia de un virus de muy reducido tamaño, pero muy nocivo por su elevada capacidad para infectar (SARS – CoV – 2) causante de la enfermedad conocida como  COVID-19 o Coronavirus, es cuando tenemos la oportunidad para calibrar la importancia estratégica de ciertos sectores de la sociedad española, ya que alguno de ellos, como es el caso del agroalimentario, es muchas veces olvidado y poco considerado especialmente por los urbanitas.

El sector de la sociedad que adquiere una mayor importancia en todo este episodio de epidemia galopante es, sin duda, el sector sanitario. Es el que tiene que atender y curar a los enfermos y evitar con su trabajo decisivo que la epidemia se extienda, y de este modo disminuir en todo lo posible sus efectos letales. Por ser el sector que asegura la salud de los españoles, el personal de la sanidad goza de una alta consideración social, totalmente merecida por cierto.

Pero hay otro sector que se sitúa en importancia inmediatamente detrás o al lado del sector sanitario y que tiene un carácter estratégico para la sociedad. Me refiero al sector agroalimentario. Un sector muchas veces ignorado y ninguneado, pero que es trascendental para la sociedad al asegurar el abastecimiento alimenticio de las poblaciones y por tanto su supervivencia.

El sector agroalimentario es una parcela de la economía que en los países desarrollados tiene un peso relativamente bajo en el PIB, pero que adquiere una importancia fundamental para la sociedad al proveer el suministro diario de alimentos a la población y en definitiva salvaguardar su vida.

El medio rural sí que es consciente de la importancia de los sectores agrario y agroalimentario, pero en las sociedades urbanas el trasiego, el estrés y la rutina diaria impide a las personas que habitan en las ciudades, poder apreciar el trabajo que llevan a cabo dichos sectores y valorar el carácter estratégico de los mismos.

La cadena agroalimentaria tiene su origen en las explotaciones agrarias que producen los alimentos vegetales o animales en su estado primario, continúa por la industria agroalimentaria transformadora de algunos de aquellos productos y finaliza en la red de comercialización mayorista y minorista, que es la que pone a disposición de los ciudadanos los alimentos frescos o transformados.

En el contexto de los sectores económicos el Valor Añadido Bruto (VAB) de la cadena agroalimentaria representó en España, para el año 2018, el 9,8 % del total nacional con un importe estimado de 100.742 Millones de euros. El VAB es la diferencia entre el valor del Producto Interior Bruto (PIB) y los consumos intermedios o sea el valor de los inputs o insumos necesarios para conseguir las producciones.

El VAB aportado por la cadena agroalimentaria se distribuye en un 31,1 % correspondiente al sector primario, un 31,3 % a la industria agroalimentaria y un 37,6 % al sector de la comercialización.

Por otro lado el 16,9 % de las exportaciones españolas en el año que venimos analizando correspondieron al sector agroalimentario, alcanzando un montante de 49.502 Millones de euros, frente a unas importaciones de 37.384 Millones de euros. Esto da un saldo positivo de la balanza comercial agroalimentaria de 12.118 Millones de euros.

También ha de tenerse en cuenta que la cadena agroalimentaria proporcionó empleo en 2018 a 2.451.529 personas.

Cuando se producen dificultades o estados de emergencia tan graves como el que afecta en estos momentos a España, es cuando nos damos cuenta de la importancia del sector agroalimentario que es capaz por sí mismo de asegurar el abastecimiento alimenticio de la población española.

Imagínense que España no fuera la potencia agroalimentaria que es, somos la 5ª potencia en alimentos de la UE, y que en esta situación de emergencia que vivimos hubiera que importar nuestros alimentos de terceros países. Se produciría una catástrofe aún mayor de la que estamos padeciendo pues estaría en peligro un suministro adecuado de alimentos a los ciudadanos.

Este carácter estratégico justifica el hecho de que para España, que dispone de condiciones agronómicas y climáticas adecuadas, le resulta de alto interés mantener un sector agroalimentario potente. Para conseguirlo ha de empezar por asegurar la rentabilidad de las explotaciones agrarias que son la base del mismo, ya que suministran los productos que se comercializan posteriormente en fresco o transformados.

Por eso el gobierno ha de arbitrar soluciones a los problemas tan graves que afectan actualmente al sector agrario y asegurar a los empresarios unos precios justos, a la par que ha de diseñar actuaciones complementarias (seguros, costes energéticos, fiscalidad) que aseguren la viabilidad económica de sus explotaciones.

La situación límite que estamos viviendo supongo que abrirá los ojos a muchos ciudadanos y también a las administraciones, de modo que se reconozca al sector agroalimentario la importancia que realmente tiene.

Esta entrada es un modesto homenaje a todas las gentes de los sectores agrario y agroalimentario, que con su trabajo y dedicación aseguran la alimentación y, por lo tanto, la vida de los españoles.

viernes, 13 de marzo de 2020


EXTREMADURA SE VACÍA ¿HAY SOLUCIONES?

En primer término voy a analizar la evolución de la población de Extremadura en los últimos años. Utilizo datos oficiales del INE relativos al padrón de población. Entre 1996 (1.070.244 habitantes) y 2011 (1.109.367 habitantes) la población extremeña se incrementó en 39.123 habitantes, creciendo a una media de 2.445 habitantes año.

Por el contrario entre 2011 (1.109.367 habitantes) y 2019 (1.067.710 habitantes) Extremadura ha perdido 41.567 habitantes, con un ritmo de pérdida de población de 4.618 habitantes por año.

En consecuencia llevamos 9 años en los que Extremadura pierde población y se vacía. Es muy probable que la crisis haya tenido una decisiva influencia en esta pérdida de población. En 2019 Extremadura tiene 2.534 habitantes menos que en 1996.  

En España entre 1996 y 2012 la población se incrementó en 7.595.927 personas a un ritmo anual de 446.819 personas, pero entre 2012 y 2019 ha perdido 239.113 habitantes a un ritmo de pérdida de 29.889 personas año.

Como se ve la crisis hizo perder población a Extremadura desde 2011 (3,75%) pero también a España aunque en menor porcentaje, desde 2012 sólo un 0,5 %.

Estos son los datos fríos que indican que Extremadura porcentualmente se vacía a un ritmo 7,5 veces superior a lo ocurrido en España.

Entrando en nuestro territorio se producen desplazamientos de los núcleos más pequeños hacia las ciudades más importantes, aunque algunas también hayan perdido algo de población pero no en cantidades llamativas.

Y qué hacemos para que Extremadura frene esta pérdida de población que además afecta especialmente a los jóvenes. Es muy interesante el trabajo patrocinado por el Club Senior de Extremadura y realizado por especialistas de las universidades de Zaragoza y Extremadura que pone de manifiesto la emigración especialmente de jóvenes que se produce en Extremadura y el negro panorama que se avecina para la región.

Y qué puede hacerse para evitar que Extremadura se despueble. En mi opinión hay que actuar en varios frentes:

1 – Diseñar una ordenación poblacional del territorio. Hay un trabajo muy interesante de mi compañero en el Club Senior de Extremadura, Pedro Martín Ruiz, que propugna la división regional en una serie de grandes enclaves (Badajoz, Cáceres, Plasencia, Don Benito – Villanueva, Mérida – Almendralejo y Zafra – Los Santos de Maimona), dentro de cada uno ellos una serie de cabeceras de comarca, que se complementaría con unos cuantos núcleos de expansión. En los grandes enclaves radicarían los principales servicios de todo tipo de los que hay que dotar al medio rural para hacer atractiva la permanencia de la población y se completarían con los servicios más próximos a ubicar en las cabeceras y núcleos de expansión. Los municipios pequeños con menos de 1.000 habitantes tienen un incierto futuro, pero habría que tratar de mantener todos los núcleos de población superiores a esa cifra, agrupándolos en mancomunidades de servicios cuando sea necesario y unidos a las cabeceras de comarca y a los núcleos de expansión y grandes enclaves que dispondrían de los servicios precisos para los pueblos más pequeños.

2 – Aprovechamiento integral de los recursos endógenos en el territorio. Aquí el sector agrario y agroalimentario, el turismo y las energías renovables pueden ser elementos muy importantes para conseguir fijar la población. Terminar la transformación en regadío de las zonas con sectores pendientes como Centro de Extremadura y acometer las nuevas zonas de Monterrubio de la Serena, Barros, Arroyo del Campo y Ortiga – Guadámez así como actuaciones en regadíos de montaña en Cáceres serviría para fijar la población en el territorio. Además hay que fomentar y apoyar la industrialización, transformación y comercialización de los productos agrarios obtenidos desde la propia Extremadura. Por otra parte el fomento y campañas de promoción del turismo rural, de naturaleza y gastronómico, así como de nuestro patrimonio cultural y monumental se revelan como necesarios para conseguir los objetivos.

3 – Todo lo anterior no podría conseguirse si no se unen los grandes enclaves con la red de cabeceras de comarca y núcleos de expansión y al territorio en general con buenas infraestructuras de transporte por carretera mejorando una red que ya es bastante buena y de una adecuada red de comunicaciones (fibra óptica, internet, wifi, 5G) de modo que las industrias que puedan instalarse en relación con las nuevas tecnologías puedan hacerlo en igualdad de condiciones de operación que existen en el resto de España. De igual modo debe haber unidades administrativas, de servicios (bancarios, postales, comerciales) y sanitarias en los núcleos seleccionados como cabeceras de comarca o núcleos de expansión dependientes de los hospitales principales ubicados en los grandes enclaves, desde donde pueda prestarse un servicio cercano al resto de núcleos que forman el medio rural.

Es evidente que no es fácil y resultará oneroso el llevar a cabo unos programas de este tipo en un territorio tan disperso como Extremadura y con una población decreciente. Pero es necesario ponerse entre todos manos a la obra para conseguir frenar un vaciado que puede acabar con el medio rural y transformar una buena parte del territorio extremeño en un desierto poblacional. Y después ya no habrá remedio.




viernes, 6 de marzo de 2020


LA AUTOVÍA AUTONÓMICA EX – A1 ¿SIGUE ADELANTE?

Veo con satisfacción que empiezan a detectarse movimientos tanto en España como en Portugal tendentes a finalizar la ejecución de la autovía autonómica EX – A1 (Autovía del Norte de Extremadura), para en tramo español continuarla hasta la frontera hispano – lusa en Monfortinho y en tramo portugués unir este punto fronterizo con la autovía  A 23 en Castelo Branco.

Se apunta la recuperación de las actividades de la comisión técnica bilateral constituida entre la administración autonómica extremeña y la administración lusa, que se congeló en el período 2009 - 2010 como consecuencia de la profunda crisis económica que afectó a nuestros dos países y que aconsejó la detención de las actuaciones, ante la dificultad de poder acometer las inversiones precisas para unir mediante esta nueva autovía España con Portugal.

Tuve el honor, por mi condición  de Director General de Infraestructuras y Agua en la Consejería de Fomento de la Junta de Extremadura, de formar parte de aquella comisión bilateral. Y he de decir que se había llegado a un total acuerdo por ambas partes para concluir esta conexión nueva entre España y Portugal.  Ambas delegaciones asumimos los objetivos a alcanzar y siempre reinó en el seno de la comisión un ambiente de gran cordialidad. Pero la maldita crisis cercenó, ahora veo con alegría que sólo provisionalmente, el importante objetivo de unir Extremadura con la Beira Interior mediante una vía de alta capacidad.

La autovía autonómica EX – A1 es una infraestructura importantísima que vertebra todo el norte de la provincia de Cáceres. Tiene su origen en la autovía A 5, en Navalmoral de la Mata, se une con la A 66 en Plasencia y actualmente está terminada su construcción hasta Moraleja Oeste. Falta por finalizar el tramo entre Moraleja Oeste y la frontera Portuguesa en Monfortinho dentro de territorio extremeño. Hay un tramo internacional que precisa la construcción de un puente sobre el río Erjas que hace frontera entre los dos países.

Se ejecutaron hace ya algunos años los dos primeros tramos de esta autovía entre Navalmoral y Plasencia y entre 2007 y 2015 se completó la misma hasta Moraleja Oeste. Pero resta por construir un tramo decisivo desde ese punto a la frontera portuguesa en Monfortinho. Creo que son unos 19 kilómetros en territorio extremeño más el puente internacional.

La autovía EX A1 aunque todavía no llegue hasta Portugal está cumpliendo una importante función puesto que da servicio a un amplio territorio del Norte extremeño permitiendo una rápida conexión de esta área con la autovía A 5 hacia Madrid y con la autovía A 66 hacia Gijón o Sevilla. Las comarcas norte cacereñas de Hurdes, sierra de Gata, valles del Alagón y Árrago, valle del Jerte, la Vera y Campo Arañuelo se han visto notablemente beneficiadas con las construcción de esta infraestructura que, además, une las ciudades más pobladas del norte de la región: Navalmoral, Plasencia, Coria y Moraleja.

Pero para que la autovía cumpla su función más importante es preciso que llegue a Portugal y se prolongue dentro de la nación lusa hasta alcanzar la autovía A 23 en Castelo Branco. De este modo se logrará una nueva unión entre las redes de autovías española y portuguesa.

Si se consigue terminar la EX – A1, todo el norte cacereño quedaría unido con una vía de alta capacidad con Portugal con los beneficios que supondría para ambos lados de la frontera en lo referente al sector agrario y las industrias agroalimentarias, la industria en general, el turismo y el resto de servicios y transporte de personas tanto en Extremadura como en la Beira interior.

Pero además esta vía se convertiría, aunque no por mucha diferencia, en el camino más corto por carretera entre Madrid y Lisboa con el beneficio correspondiente para todos: españoles y portugueses, y también para el cambio climático, al suponer una  disminución en la emisión de CO2 para los vehículos que circulen entre ambas capitales europeas al tener que recorrer un trayecto más corto.

Sería muy importante para Extremadura que la Junta y Portugal dieran un último impulso a la culminación de esta autovía autonómica EX – A1 que es fundamental para el desarrollo del norte de Extremadura y del resto de la comunidad autónoma.

Confiemos en que puedan finalizarse las obras en un plazo de tiempo razonable. Representaría un gran impulso para las comarcas interiores de Extremadura y Beira. Pero también una sensible mejora para España y Portugal, además de asegurar aún más la vertebración de la Unión Europea al tratarse de un trayecto internacional.

Vamos a ser optimistas y confiar en que los efectos del desdichado coronavirus no echen por tierra un nuevo intento para culminar esta importante obra..