ATENCIÓN
PRIMARIA: ASÍ NO PODEMOS SEGUIR
Antes
de la aparición en escena de la pandemia de la Covid 19, la atención primaria
mal que bien iba tirando, con falta de medios en la mayoría de los casos,
consecuencia de los recortes casi generalizados que ha padecido la sanidad
pública desde la crisis de 2008.
Las
consultas de los médicos de atención primaria estaban repletas. Yo creo que
algunos pacientes iban a hacer tertulia a los centros de salud: en invierno
tenían calefacción y en verano aire acondicionado.
Este
virus ha revolucionado a toda la sociedad y también a la atención primaria. Y
las decisiones adoptadas por los gestores y los políticos que tienen a su cargo
la sanidad pública han sido, en mi opinión, manifiestamente mejorables, por no
decir sensiblemente erróneas. Es razonable evitar las aglomeraciones en las
esperas de las consultas a fin de evitar riesgo de contagios por el virus y en
ese sentido la atención telemática parece de lógica implantación. Pero sólo en
determinados supuestos.
Es
sensato que una parte de las consultas pueda llevarse a cabo por teléfono o por
otros medios telemáticos más avanzados. Todas aquellas que supongan tareas
administrativas: recetas, renovación de la dispensación de medicamentos,
incluso renovación de bajas en determinados casos. Y estas consultas
burocráticas han de atenderlas no los médicos sino otro tipo de sanitarios
porque son actos rutinarios que no exigen ni el examen del enfermo ni su
diagnóstico. De este modo los galenos pueden dedicar más tiempo al reconocimiento,
diagnóstico y tratamiento de los enfermos, que es lo realmente importante y
para lo que fueron preparados en la Universidad y en el MIR.
Al
paciente que de verdad presenta una sintomatología que ha de diagnosticarse, no
se le puede realizar la consulta por teléfono, salvo en circunstancias muy
concretas en las que el médico conozca perfectamente al enfermo. En el resto de
casos la consulta tiene que ser presencial. Con una cita previa expedida con
rapidez, si se quiere evitar aglomeraciones en las salas de espera, pero
presencial.
Y
me da la impresión de que esto no se ha hecho así. El médico atiende todas las
llamadas telefónicas sean del cariz que sean. Tanto atiende una renovación de
recetas como a un enfermo que presenta una sintomatología que a veces ni el
mismo enfermo es capaz de describir bien. Porque el enfermo no es médico. Y
llega hasta donde puede y sabe en la descripción de los síntomas que padece.
Lo
anterior junto a la carencia de suficientes líneas de comunicación y personal
para atenderlas, ha producido un atasco memorable en muchos centros de atención
primaria. Y se ha originado un caos a consecuencia del cual todos estamos en
peores condiciones. Los médicos porque se encuentran atiborrados de consultas
telefónicas y son incapaces de dar un buen servicio a los pacientes. En
consecuencia, estos empiezan a mostrar niveles de cabreo notables contra los
médicos y los sanitarios en general que son víctimas de decisiones que ellos no
toman. Porque los pacientes no entienden que su caso tenga que ser tratado por
teléfono sin que un médico les reconozca adecuadamente antes de emitir su
diagnóstico y recetarle su tratamiento.
La
casuística que se está produciendo puede llegar a extremos, que
afortunadamente, se dan con carácter excepcional. Los medios de comunicación se
han hecho eco de un caso, creo que, en la provincia de Burgos, en el que una
paciente ha fallecido de cáncer de colon, sin que el médico de atención
primaria la haya recibido en consulta ni una sola vez. Cuando la gravedad se presentó,
ya no hubo tiempo de salvarla. Otro caso en Extremadura, inconcebible, en el
que una mujer de 48 años se ha pasado 8 días sin atención presencial del médico
con fiebre alta e insuficiencia respiratoria y cuando la han ingresado ya era
tarde y falleció. Creo que son casos excepcionales, pero ahí están.
Y
son una desgraciada muestra de que las decisiones adoptadas en los centros de
salud, no han sido las correctas. No se puede seguir así.
De
modo que el médico, con las protecciones que sean necesarias para evitar
posibles contagios, ha de ejercer su función de reconocer personalmente al
enfermo. Sin este modo de actuación pueden emitirse diagnósticos equivocados
que empeoren la situación de los pacientes.
Así
que cita previa (rápida) vale. Consultas telemáticas para tareas
administrativas también sin que los médicos intervengan en ellas. Pero el
reconocimiento, diagnóstico y tratamiento de los pacientes es indispensable que
sea presencial y con la participación ineludible del médico y ayuda de los
enfermeros en todo aquello que les compete.
La consecución de un servicio eficaz y
eficiente en los centros de atención primaria exige dotarlos adecuadamente. Sin
medios materiales y personales suficientes no se podrán obtener resultados
satisfactorios para todos.
En
algunos medios gestores de la sanidad pública se argumenta que no hay médicos
disponibles. Claro, como va a haberlos si desde la crisis de 2008 miles de
ellos se han ido al extranjero ante las precarias condiciones de los trabajos
que se les ofrecían en la sanidad pública española. Y ahora quieren cazar
médicos a lazo, aunque no tengan ni la especialización ni la experiencia
suficientes.
La
situación actual no puede continuar así. Es un caos.