lunes, 30 de junio de 2014

POBREZA DE AYER Y POBREZA DE HOY

 Cuando nací hacía siete años que había finalizado la contienda civil en España y gran parte de la población se debatía en unos niveles de pobreza que rozaban la miseria. Amplias capas de ciudadanos pasaban hambre y les faltaba lo más elemental para subsistir. Yo habitaba en un núcleo de población medio, que por entonces contaba con unos 20.000 habitantes.

A los ocho o nueve años ya viví, con pleno conocimiento, situaciones que nunca he podido borrar de mi mente, relativas a las condiciones de pobreza en las que estaba inmersa una gran parte de la población. Para atender a los pobres, se había instalado en la ciudad una denominada Cocina Económica, que creo gestionaba la Iglesia Católica, en donde largas colas de menesterosos acudían a obtener comida para no morir de hambre. Pero esto no era suficiente. A mi casa, la de una familia de clase media, como a otras muchas, acudían todos los días pobres de solemnidad para recoger las sobras de nuestra comida. Las madres portaban unas latas grandes de conserva, a las que le habían dotado de un asa de alambre, para recoger en ellas el alimento que a nosotros nos sobraba. Iban acompañadas de sus niños pequeños, sucios y alguno descalzo incluso en pleno invierno. Mi madre que tenía un gran corazón, siempre preparaba algo más de comida para dársela a estas personas. También les proporcionábamos la ropa o zapatos que íbamos a desechar. Lo que más me impactó fueron las miradas de angustia de aquellos niños y de sus madres. En fin son escenas inolvidables. Toda esta gente, al borde de la hambruna, se hacinaba en barracas o chabolas, sin la más mínima higiene, ubicadas en los barrios periféricos de la urbe. Este era el panorama de una ciudad española de tipo medio a mediados de los años 50 del siglo pasado.

Afortunadamente las condiciones económicas y sociales comenzaron a mejorar sensiblemente en España después de los planes de estabilización de 1958 – 1959 que, aunque expulsaron a una buena parte de la población hacia la emigración, fueron capaces de generar un ciclo de prosperidad creciente que, con algunas crisis intermedias, ha durado hasta el año 2007 y en el que España ha alcanzado unos niveles de riqueza y desarrollo nunca vistos. A pesar de que todavía existían algunas desigualdades sociales, en ese período se había creado una potente clase media que proporcionaba una progresiva estabilidad social, si lo comparamos con la situación existente en la posguerra.

Pero desde el año 2007 la maldita crisis que nos afecta está llevando a España a situaciones de pobreza comparables a la de la posguerra aunque se produzcan en otro nivel relativo de la economía. Pero para el que ha perdido su trabajo y se ve ahogado por las hipotecas y la falta de ingresos, la pobreza de hoy es muy parecida a la de ayer. Con la agravante de que en estos últimos años muchos derechos conquistados desde entonces, han sido suprimidos y las clases menos favorecidas tienen cada vez peores condiciones para defenderse.

La Cocina Económica de antaño ha sido sustituida hoy por Cáritas, Cruz Roja y por los Bancos de Alimentos así como por la acción solidaria de otras ONGs que están cumpliendo una función social que habría de asumir el Estado. Y también por la rebusca de comida en contenedores próximos a supermercados. Pero la angustia de muchas familias, bastantes de ellas formando parte de la clase media hasta hace poco, es la misma que la de entonces. No poder dar de comer a sus hijos. Datos fiables afirman que el 30 % de la población española vive hoy en la pobreza. Mientras tanto un reducido grupo de privilegiados sigue engordando sus fortunas e incrementando los niveles de desigualdad social.


El Estado debe tomar medidas inmediatas para evitar la exclusión social de los más débiles, y para facilitar que todos podamos salir de la crisis. Lo que está ocurriendo no es lógico en un país que se dice desarrollado. Lo que está sucediendo es simplemente una vergüenza para España. Y para sus políticos y gobernantes. Y que éstos, en un ejercicio de cinismo sin límites, no se rasguen las vestiduras porque los medios de comunicación extranjeros aireen nuestra situación. Es lo que hay.

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