SANCIONES DE
TRÁFICO EN ÉPOCA DE CRISIS
Esta entrada está
dedicada a mi amigo Aniceto Luengo, que me sugirió una reflexión sobre el tema.
Parto
del principio de que las sanciones por incumplimiento de las normas del
Reglamento de Circulación y Seguridad Vial son imprescindibles para conseguir
que el tráfico se desarrolle por cauces de la máxima seguridad y para evitar un
alto número de accidentes que sin la existencia del procedimiento sancionador
ocurrirían.
De
hecho la mejora de la red de infraestructuras viarias que aconteció en España
hasta que empezó la crisis, junto a unas acertadas políticas aplicadas por la
Dirección General de Tráfico en materia de conductores, de información y de
sanciones ha conseguido que España ocupe un destacado lugar en materia de
seguridad vial en el concierto europeo.
Pero
el Estado que es quien establece los importes de las multas ha de ser
equitativo y ha de tener en cuenta las circunstancias económicas que afectan a
la mayoría de los conductores que, como consecuencia de la crisis, han visto
reducidos sus salarios o sus expectativas de aumento, cuando no han perdido su
empleo.
Si,
como ejemplo, analizamos los importes de las sanciones por exceso de velocidad
nos daremos cuenta de que el montante de las mismas puede llevar a muchas
familias a tener que apretarse aún más el cinturón si resulta sancionado alguno
de sus miembros.
Tomando
como referencia el valor del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) que en el
año 2014 está en 645,3 € mensuales, llegamos a la conclusión de que la multa
mínima por exceso de velocidad que asciende a 100 € representa el 15,49 % del mismo (si se paga
rápido quedaría reducido el importe a la mitad, es decir 50 € o lo que es igual
el 7,74 % del SMI). A una familia que perciba esta cantidad como salario
mensual, una multa de tráfico leve puede llegar a desestabilizar su
presupuesto.
No
digamos de aquellos que tienen percepciones por desempleo o de otro tipo, muy
inferiores al SMI y que rondan el entorno de los 400 €. Aquí la multa mínima
puede alcanzar hasta el 25 % del ingreso. Bueno esto en el supuesto de que esas
familias con percepciones tan bajas puedan permitirse el lujo de tener un vehículo.
Pero algunas lo tienen aunque sólo sea para tratar de buscar trabajo.
Si
entramos en multas de mayor calado como es el siguiente escalón del exceso de
velocidad, su importe que es de 300 € y que además conlleva la retirada de dos
puntos, representa casi el 50 % del SMI
(el 25 % si se hace un pago rápido).
Por
todo ello estimo que el Gobierno debería adecuar los importes de las sanciones
a las circunstancias y reducir su importe teniendo en cuenta la situación
económica que están padeciendo muchas familias que además necesitan su vehículo
como herramienta de trabajo o para intentar obtenerlo. Al menos en los primeros
escalones en los que es más fácil transgredir la norma. Tramos posteriores de
exceso de velocidad o sanciones por ingestión de alcohol o drogas, podían mantenerse
en aras de seguir reduciendo el número de accidentes y de víctimas.
De
este modo se aplicaría un principio de
equidad sin perder de vista los objetivos de las sanciones: mejorar la seguridad
vial y disminuir la accidentalidad.
Cuando
las circunstancias económicas y sociales mejorasen, sería el momento de volver
a revisar al alza las multas para adecuarlas a la nueva situación. Pero para
este Gobierno con gran instinto recaudatorio y tan insensible a los problemas
sociales, quizás sea mucho pedir. Ellos no están en estas minucias.
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