PINCHOS
ANTIINDIGENTES
Cuando
leí la noticia me costaba dar crédito a la misma. Y es que estamos llegando a unos
límites increíbles de irracionalidad e insensibilidad. Vean: A la entrada y en
las inmediaciones de un edificio de apartamentos de lujo en Londres, sus
promotores han colocado unos suelos artificiales dotados de un sistema de puntas
o pinchos metálicos cuyo objeto es impedir que los indigentes puedan acostarse
y dormir cerca de los potentados que habitan el edificio y ser vistos por estos
en sus entradas y salidas de sus lujosas mansiones.
A
estos privilegiados de la vida, les molesta el contemplar la miseria en la que
viven los mendigos londinenses. Precisamente la de los menesterosos que ha
creado el sistema capitalista. El mismo que a ellos les permite vivir ricamente
en apartamentos de lujo que cuestan 600.000 euros. Una cantidad que no ganarán
en toda su existencia los pobres a los que se trata de impedir que duerman en
las cercanías de estos aposentos.
El
sistema económico que rige en los países occidentales, cuyo único patrón de
medida es la riqueza que se posee, muchas veces obtenida por vericuetos que
rozan o están fuera de la ley, genera tales desigualdades que, como ocurre en Londres, junto a viviendas de lujo coexisten personas sin techo que no tienen donde
caerse muertos. No contentos, los ricos les impiden hasta que duerman en los
aledaños de sus suntuosos pisos.
Las
políticas neoliberales de los sistemas capitalistas están generando
desigualdades entre los seres humanos que no tienen justificación alguna. Y las
diferencias de renta se están agudizando cada día más, sobre todo en época de
crisis como la que azota a Europa en estos momentos.
Los
privilegiados del sistema en lugar de implementar elementos de protección
social para los desfavorecidos, que al menos justificara su riqueza de cara a
una elemental ética de comportamiento respecto al prójimo, su insensibilidad es
de tal calibre que lo único que se les ocurre son ideas tan peregrinas como la
aplicada en los apartamentos londinenses.
Pero
se les ha olvidado un detalle. Los faquires que hay en Londres, muchos de ellos
procedentes de la emigración de la colonia hindú, sí que podrán dormir sobre
esos punzantes suelos porque aguantan bien los pinchazos. Y entre ellos también
hay muchos indigentes.
Parece
que estamos volviendo a la Edad de los Metales: Pinchos antiindigentes en
Londres, afiladas concertinas hirientes en las fronteras del sur para que los
emigrantes no entren en la tierra prometida. ¿Por qué no luchamos contra la
pobreza en lugar de contra los indigentes? Si no hubiera aquélla, no existirían
estos.
Yo
creo que una parte de la humanidad tiene perdido el norte. Bueno el norte, el
sur, el este y el oeste.
Luego
se quejarán de las consecuencias. ¡De pena¡
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