viernes, 13 de junio de 2014

PINCHOS ANTIINDIGENTES

Cuando leí la noticia me costaba dar crédito a la misma. Y es que estamos llegando a unos límites increíbles de irracionalidad e insensibilidad. Vean: A la entrada y en las inmediaciones de un edificio de apartamentos de lujo en Londres, sus promotores han colocado unos suelos artificiales dotados de un sistema de puntas o pinchos metálicos cuyo objeto es impedir que los indigentes puedan acostarse y dormir cerca de los potentados que habitan el edificio y ser vistos por estos en sus entradas y salidas de sus lujosas mansiones.

A estos privilegiados de la vida, les molesta el contemplar la miseria en la que viven los mendigos londinenses. Precisamente la de los menesterosos que ha creado el sistema capitalista. El mismo que a ellos les permite vivir ricamente en apartamentos de lujo que cuestan 600.000 euros. Una cantidad que no ganarán en toda su existencia los pobres a los que se trata de impedir que duerman en las cercanías de estos aposentos.

El sistema económico que rige en los países occidentales, cuyo único patrón de medida es la riqueza que se posee, muchas veces obtenida por vericuetos que rozan o están fuera de la ley, genera tales desigualdades que, como ocurre en Londres, junto a viviendas de lujo coexisten personas sin techo que no tienen donde caerse muertos. No contentos, los ricos les impiden hasta que duerman en los aledaños de sus suntuosos pisos.

Las políticas neoliberales de los sistemas capitalistas están generando desigualdades entre los seres humanos que no tienen justificación alguna. Y las diferencias de renta se están agudizando cada día más, sobre todo en época de crisis como la que azota a Europa en estos momentos.

Los privilegiados del sistema en lugar de implementar elementos de protección social para los desfavorecidos, que al menos justificara su riqueza de cara a una elemental ética de comportamiento respecto al prójimo, su insensibilidad es de tal calibre que lo único que se les ocurre son ideas tan peregrinas como la aplicada en los apartamentos londinenses.

Pero se les ha olvidado un detalle. Los faquires que hay en Londres, muchos de ellos procedentes de la emigración de la colonia hindú, sí que podrán dormir sobre esos punzantes suelos porque aguantan bien los pinchazos. Y entre ellos también hay muchos indigentes.

Parece que estamos volviendo a la Edad de los Metales: Pinchos antiindigentes en Londres, afiladas concertinas hirientes en las fronteras del sur para que los emigrantes no entren en la tierra prometida. ¿Por qué no luchamos contra la pobreza en lugar de contra los indigentes? Si no hubiera aquélla, no existirían estos.

Yo creo que una parte de la humanidad tiene perdido el norte. Bueno el norte, el sur, el este y el oeste.

Luego se quejarán de las consecuencias. ¡De pena¡

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