martes, 10 de junio de 2014

CENAS DE GALA EN ÉPOCA DE CRISIS

He de aclarar que soy favorable a que España dé una buena imagen ante los primeros mandatarios de otros países que nos visitan. Esto es normal y cualquiera en nuestra vida privada familiar procuramos dar lo mejor de nosotros y otorgar el mejor trato posible a nuestros invitados.

Pero yo creo que el nivel de este trato ha de estar acorde con las posibilidades económicas que tenga la familia en el momento en que recibe la visita. Es absurdo tirar la casa por la ventana cuando se padecen problemas domésticos o se mantienen deudas que nos abruman. Esto rayaría en el ridículo.

Viene a cuento esta digresión porque en mi opinión la Casa Real, o quien organice los eventos oficiales, se está equivocando con el boato y la excesiva difusión que le da a los mismos. Me refiero a la serie de actos habidos con motivo del día de las Fuerzas Armadas y al recibimiento otorgado al presidente de Méjico que ha culminado con una cena de gala, a la que han asistido numerosos invitados vestidos con sus mejores ropas, en la que se han utilizado vajilla y cubertería de lujo y degustado un menú de alto copete. Y todo esto ha sido difundido con profusión en los medios de comunicación, que desde que abdicó el Rey se mantienen en continua adulación del Jefe del Estado y de su heredero. Salvo muy reducidas excepciones.

Los dirigentes de un país que vive la situación por la que está atravesando España, con comedores sociales llenos de gente que no tiene qué llevarse a la boca, con niveles de pobreza que están en el entorno del 30 % de la población, han de ser muchísimo más discretos y austeros en sus recepciones oficiales pagadas con dinero de todos y de las que se aprovechan solamente unos cuantos.

No puede ser que un país cuya deuda pública está a punto de alcanzar el 100 % del PIB, gaste lo que no tiene en este tipo de recepciones, que habrían de ser mucho más sencillas, dada la penuria económica que ahoga a una gran parte de la población y a las arcas nacionales.

Me imagino que aquellos desempleados que no reciben prestación alguna y que no tienen visos de obtener un trabajo digno, personas de todo tipo con dificultades para llegar a fin de mes y jóvenes sin empleo ni expectativas claras de futuro, estarán indignados ante el hecho de que la vida oficial transite por pasillos de lujo y cenas pantagruélicas destinadas a unos cuantos privilegiados. Insisto que pagadas con el dinero de todos.

¿No sería más adecuado el destinar ese exceso de gasto a atender a las familias que lo están pasando mal para que puedan tener una vida un poco más digna?

Y es que nuestros poderes públicos han de ser ejemplo de austeridad siempre, pero mucho más en estos momentos de crisis en donde hay familias españolas que están pasando literalmente hambre y niños malnutridos que rezan para que los comedores escolares continúen abiertos en el verano y ellos al menos puedan realizar una comida al día que tenga el nombre de tal.

En este país continúa el divorcio entre la España real y la España oficial. Las consecuencias ya las está sufriendo la clase política y la desafección de los ciudadanos con la clase dirigente seguirá en aumento. Y habrá más Podemos. Pero no se enteran o no quieren enterarse de nada. Y lo pagarán más pronto que tarde. A pesar de que muchos medios de comunicación afectos al régimen  alienten y aprueben estos inadecuados comportamientos.

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