sábado, 29 de noviembre de 2014

LA DUQUESA Y LA SEÑORA DE VALLECAS

La recientemente fallecida Duquesa de Alba ha dejado un legado valorado según Forbes en el entorno de 3.000 Millones de Euros. En él se incluyen 34.000 ha de tierras, palacios, castillos, inmuebles diversos, bibliotecas y colecciones de arte. Esta noble mujer ha estado en el candelero de los medios de papel “couché” y en los programas de la televisión rosa prácticamente toda su vida. Su última enfermedad, entierro y funeral han sido objeto de machacona insistencia informativa en todos los medios de comunicación públicos y privados.

Era 20 veces “grande” de España con ni se sabe cuántos títulos nobiliarios en su haber. Habríamos de convenir que en pleno siglo XXI estas grandezas resultan obsoletas y atrabiliarias, sobre todo porque provienen de herencias de antepasados, conseguidas la mayoría de las veces por métodos no demasiado ortodoxos en acciones de guerra o de reconquista aderezadas con derechos feudales de tiempos pretéritos, o en negocios de ventaja y exenciones fiscales en épocas más modernas. Y no suelen ser consecuencia de méritos personales acreditados.

Dicen que 80.000 sevillanos han pasado por su capilla ardiente y cerca de 20.000 han acompañado y aplaudido al paso de su féretro en su traslado desde el Ayuntamiento, donde estuvo instalada la capilla ardiente, hasta la Catedral en donde se ofició su funeral. Podríamos preguntarnos ante tal demostración de afecto y gratitud ¿qué es lo que ha hecho la duquesa por la ciudad de Sevilla para merecer tan multitudinario homenaje? ¿Tan importantes han sido sus desvelos para con la villa andaluza?

En paralelo Carmen, 85 años, una vecina del barrio de Vallecas en Madrid, era desahuciada de su vivienda de toda la vida, por haber sido avalista de un préstamo de 70.000 € para ayudar a un hijo que no pudo devolverlo.

Carmen, la vallecana sólo ha salido en los medios de comunicación que no tienen papel “couché” en su composición, por el revuelo que se formó en su casa al tratar de impedir un grupo de vecinos y componentes de las plataformas este injusto desahucio, que ponía de patitas en la calle a una anciana desvalida.

En Vallecas también ha habido reacción popular, pero mucho más moderada. El club señero de esta barriada, el Rayo Vallecano, se ha comprometido a sufragar los gastos de alquiler de una vivienda digna para esta anciana, en tanto los servicios sociales le resuelven el problema. Es un gesto solidario digno de destacarse.

La vida y la situación de estas dos mujeres es una muestra de la desigualdad que existe en nuestra España y que el sistema democrático vigente con su sumisión al capitalismo y a las grandes fortunas no sólo no ha corregido sino que como consecuencia de la crisis ha agravado. Ahora cuando una gran parte de la población está al borde de la exclusión social se notan aún más las diferencias. Y ocurren hechos contrapuestos como los de Sevilla y Vallecas.

La desmesura acontecida en Sevilla es una muestra de que todavía existe un respeto social reverencial hacia la riqueza y la nobleza que es injustificable en una sociedad que fuese medianamente culta e igualitaria. Con todos los respetos que las virtudes personales de la duquesa pudieran merecer.

En Vallecas ha habido otro tipo de solidaridad que se ha inclinado del lado del débil a la vista de que se estaba cometiendo una desmedida arbitrariedad.

Nuestros poderes públicos tendrían que legislar y trabajar para equilibrar estas lacerantes diferencias sociales. Los casos de Sevilla y Vallecas son dos caras desiguales de la misma  moneda, reflejo de una tremenda injusticia.


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