LOS VIAJES
SENATORIALES DE MONAGO
La
palabra Senado deriva de senectud o senescencia y senador en la antigua Roma
hacía referencia a personas de gran experiencia y generalmente de avanzada edad
que tras unos “cursus honorum” bien completos y brillantes pasaban a formar
parte de dicha institución. Debido a sus años, y a los achaques que
frecuentemente padecían dada su edad provecta, su movilidad y en consecuencia los
viajes por el Imperio Romano de aquellos senadores eran muy limitados.
No
pasa lo mismo en el Senado español actual, donde hay gente de toda edad e
incluso podíamos decir que predomina la gente joven y madura sobre los más
mayores. Eso permite que sus desplazamientos sean frecuentes. Los viajes,
siempre que sean para cuestiones relacionadas con su función pública, son
gratis total, y en el caso de desplazamientos aéreos se realizan en clase “business”.
Esta deferencia se debe a que España es un país rico, nos sobra el dinero y a que
la categoría de los personajes lo merece. Por supuesto en el Senado no hay
control de esos viajes porque ¿para qué? La honorabilidad de los senadores se
da por supuesta. Como el valor en la antigua “mili” española.
Resulta
que uno de esos senadores, Monago, en un período de menos de año y medio, llevó
a cabo 32 viajes a Canarias, a Tenerife para más señas, con cargo al
presupuesto del Senado, según él para realizar funciones propias de su cargo
pues tenía encomendadas, por lo visto, actuaciones en Andalucía y Canarias.
Algunos
malpensados, han aireado con intención maquiavélica sin duda, que esos viajes
eran de carácter privado, para cuestiones personales que no vienen al caso ni
interesan, y que por lo tanto el senador Monago se ha aprovechado del erario
público, viajando además en “business”.
Monago, hoy presidente del Gobierno de
Extremadura y paladín de la lucha contra la corrupción política, en lugar de
tirar de agenda y justificar todas y cada una de las actividades senatoriales
llevadas a cabo en todos y cada uno de esos viajes, ha argumentado que como él ha viajado tanto
no se acuerda de las mismas.
Pero
seguro que existen convocatorias y reseñas de los actos a los que ha asistido,
personas con las que se ha entrevistado, actas de las reuniones mantenidas o informes
sobre las mismas, que le permitirían explicar sobradamente el motivo de sus
desplazamientos a las Islas Afortunadas. Háganse públicos ya estos
justificantes, para que los ciudadanos españoles y especialmente los extremeños
nos quedemos tranquilos y los malévolos instigadores de la acusación se sitúen
en fuera de juego.
Pero
parece que en Canarias no tienen noticias de las actividades senatoriales del
señor Monago y los propios senadores de su partido por las islas, sorprendidos,
no recuerdan reuniones o actos oficiales con la presencia del prócer extremeño,
que justifiquen el frenesí de viajes a las islas, dicen que 32, aunque el
interesado no recuerda si fueron 30, 32 o 35 dado el ajetreo viajero que le
lleva de un lugar a otro. Y es que este hombre no para. Le conocen como cohete
Monago. Eso dice él.
Por
ello como ocurría en la antigua Roma con sus senadores, no se olvide que Monago
tomó posesión como presidente del Gobierno de Extremadura, en el Museo de Arte Romano
de Mérida rodeado de bellas efigies de patricios romanos, el senador concernido
debería proceder a justificar esos viajes senatoriales y si no lo hace
adecuadamente o reconociese, después de haber mentido previamente, que los
viajes han sido de índole privada, estaría obligado, por decencia, a presentar
su inmediata dimisión previo abono de los caudales defraudados.
Eso
sí, habría que exonerarle de beberse la cicuta como hizo Sócrates en Atenas o de
cortarse las venas tal y como obró Petronio en la ciudad del Tíber. Ahora somos
más civilizados que en la Grecia y Roma clásicas. Con su dimisión y la
devolución de lo defraudado sería suficiente.
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