sábado, 8 de noviembre de 2014

LOS VIAJES SENATORIALES DE MONAGO

La palabra Senado deriva de senectud o senescencia y senador en la antigua Roma hacía referencia a personas de gran experiencia y generalmente de avanzada edad que tras unos “cursus honorum” bien completos y brillantes pasaban a formar parte de dicha institución. Debido a sus años, y a los achaques que frecuentemente padecían dada su edad provecta, su movilidad y en consecuencia los viajes por el Imperio Romano de aquellos senadores eran muy limitados.

No pasa lo mismo en el Senado español actual, donde hay gente de toda edad e incluso podíamos decir que predomina la gente joven y madura sobre los más mayores. Eso permite que sus desplazamientos sean frecuentes. Los viajes, siempre que sean para cuestiones relacionadas con su función pública, son gratis total, y en el caso de desplazamientos aéreos se realizan en clase “business”. Esta deferencia se debe a que España es un país rico, nos sobra el dinero y a que la categoría de los personajes lo merece. Por supuesto en el Senado no hay control de esos viajes porque ¿para qué? La honorabilidad de los senadores se da por supuesta. Como el valor en la antigua “mili” española.

Resulta que uno de esos senadores, Monago, en un período de menos de año y medio, llevó a cabo 32 viajes a Canarias, a Tenerife para más señas, con cargo al presupuesto del Senado, según él para realizar funciones propias de su cargo pues tenía encomendadas, por lo visto, actuaciones en Andalucía y Canarias.

Algunos malpensados, han aireado con intención maquiavélica sin duda, que esos viajes eran de carácter privado, para cuestiones personales que no vienen al caso ni interesan, y que por lo tanto el senador Monago se ha aprovechado del erario público, viajando además en “business”.

 Monago, hoy presidente del Gobierno de Extremadura y paladín de la lucha contra la corrupción política, en lugar de tirar de agenda y justificar todas y cada una de las actividades senatoriales llevadas a cabo en todos y cada uno de esos viajes,  ha argumentado que como él ha viajado tanto no se acuerda de las mismas.

Pero seguro que existen convocatorias y reseñas de los actos a los que ha asistido, personas con las que se ha entrevistado, actas de las reuniones mantenidas o informes sobre las mismas, que le permitirían explicar sobradamente el motivo de sus desplazamientos a las Islas Afortunadas. Háganse públicos ya estos justificantes, para que los ciudadanos españoles y especialmente los extremeños nos quedemos tranquilos y los malévolos instigadores de la acusación se sitúen en fuera de juego.

Pero parece que en Canarias no tienen noticias de las actividades senatoriales del señor Monago y los propios senadores de su partido por las islas, sorprendidos, no recuerdan reuniones o actos oficiales con la presencia del prócer extremeño, que justifiquen el frenesí de viajes a las islas, dicen que 32, aunque el interesado no recuerda si fueron 30, 32 o 35 dado el ajetreo viajero que le lleva de un lugar a otro. Y es que este hombre no para. Le conocen como cohete Monago. Eso dice él.

Por ello como ocurría en la antigua Roma con sus senadores, no se olvide que Monago tomó posesión como presidente del Gobierno de Extremadura, en el Museo de Arte Romano de Mérida rodeado de bellas efigies de patricios romanos, el senador concernido debería proceder a justificar esos viajes senatoriales y si no lo hace adecuadamente o reconociese, después de haber mentido previamente, que los viajes han sido de índole privada, estaría obligado, por decencia, a presentar su inmediata dimisión previo abono de los caudales defraudados.

Eso sí, habría que exonerarle de beberse la cicuta como hizo Sócrates en Atenas o de cortarse las venas tal y como obró Petronio en la ciudad del Tíber. Ahora somos más civilizados que en la Grecia y Roma clásicas. Con su dimisión y la devolución de lo defraudado sería suficiente.

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