LAS POLÍTICAS
VERDES PARA EXTREMADURA ¿SON BENEFICIOSAS?
Desde
nuestra entrada en la UE, Extremadura una región que siempre ha ocupado el
último lugar en PIB per cápita de España y uno de las regiones con un índice de
desempleo más alto, ha apostado prioritariamente por políticas ambientales y
conservacionistas, jaleadas desde Europa, más que por políticas desarrollistas
que permitiesen un mínimo desenvolvimiento regional y facilitasen la
convergencia de Extremadura con el resto de España y con la media europea.
El
resultado ha sido que hoy día alrededor del 35 % del territorio extremeño goza
de alguna figura de protección: ZEPA, LIC, Parque Nacional o Parque Natural,
estando integradas estas zonas protegidas en la Red Natura 2000.
En
estas zonas de protección las actividades económicas están muy atenuadas y son
incapaces de generar el empleo suficiente para mantener o aumentar las
poblaciones. Pero además se constituyen como un obstáculo para poder facilitar
actividades económicas que favorezcan el desarrollo regional del resto del
territorio. Me explico.
La
futura autovía Cáceres – Badajoz atraviesa dos zonas protegidas: los Llanos de
Cáceres y la Sierra de San Pedro. Pues bien, aparte de condicionantes técnicos
como es la obligación de construir mediana reducida lo que afecta a la
seguridad vial y trae consigo que haya que disminuir la velocidad de proyecto,
el coste en estos tramos protegidos puede incrementarse hasta en un 25 % como
consecuencia de las medidas ambientales que han de tomarse en estas zonas. Y
alguna de las medidas son de tal naturaleza que mueven a la reflexión:
construcción de costosísimos falsos túneles para paso de linces, cuando hace años
que los linces no están, ni se les espera.
Es
lógico y conveniente que espacios con alto valor ambiental sean objeto de
protección y a esto nadie debería oponerse. Pero se tendría que haber llevado a
cabo una ordenación previa del territorio extremeño para definir claramente y
después de estudios rigurosos cuáles son los espacios que de verdad merecen
protección. Lo que se ha hecho es una declaración de espacios protegidos, un
poco a tontas y a locas, que posteriormente se ha convertido en un corsé para
el desarrollo de Extremadura. Proyectos como la refinería se han visto anulados
cuando podrían haber sido fuente de ingresos y empleo. Aunque en este caso tal
vez haya habido otras causas e intereses colaterales. La DIA (Declaración de
Impacto Ambiental) que es negativa da vergüenza ajena leerla.
Otro
ejemplo destacado es la Marina de Valdecañas. Se declara protegido un espacio
sin valores ambientales destacados: allí además de eucaliptos no había más que
matorrales. El proyecto ocupa una superficie de 114 ha. , el 1,6 % de las más
de 7.000 ha que tiene la ZEPA que lo incluye. A pesar de que la Junta de
Extremadura trata de soslayar la protección ambiental mediante la creación de
un PIR (Proyecto de Interés Regional), los Tribunales consideran que la figura
de protección es previa y tumban el proyecto ordenando la demolición de lo
construido. Resultado: 300 puestos de trabajo destruidos, un proyecto de futuro
arruinado y una empresa más en concurso de acreedores.
Y
concluimos ¿Son las políticas verdes las más convenientes para Extremadura? Parece
que no, pues por el camino que vamos nos convertiremos en un corto espacio de
tiempo en un desierto poblacional y económico. Eso sí lleno de espacios
protegidos con una bajísima densidad de población. Y en renta continuaremos en
el furgón de cola de España. Sin converger con Europa.
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