martes, 5 de mayo de 2015

EL AGUA: ESE INCOLORO OBJETO DE DESEO

Como es bien sabido, el agua es un recurso básico imprescindible para la vida en la biosfera, para asegurar el abastecimiento alimentario a las poblaciones y para facilitar el desarrollo de los territorios.

Estas características han hecho que este recurso indispensable para el hombre sea considerado como un bien público propiedad de todos los ciudadanos de un territorio o estado y, en consecuencia, la gestión del mismo ha sido competencia de las administraciones públicas y su distribución a la población ha estado encomendada a los ayuntamientos o mancomunidades.

Desde hace ya algunos años la corrupción campante por España que afecta en buena medida a los políticos que administran los organismos públicos y el ansia de obtención de dinero por parte de las entidades locales, junto a la crisis de negocio en sectores como la construcción, ha dado lugar a que los buitres empresariales hayan puesto su vista y sus garras en el sector del agua y, muchas veces, en connivencia con políticos corruptos hasta las entretelas, han comenzado un proceso continuado de privatización de la gestión del agua con el objeto de obtener pingües beneficios, compensando con las migajas, que son sustanciosas, a los políticos consentidores de esta privatización y a las entidades municipales.

Su primer objetivo ha sido el agua urbana que es la parte del sector que puede producir beneficios más sustanciosos a corto plazo. Y esto ocurre por dos razones principales: porque hay usuarios seguros que pagan a tocateja y unas instituciones públicas que convenientemente untadas, consienten todos los desmanes habidos y por haber a la mayor parte de las empresas que privadamente gestionan el agua para las poblaciones.

La actuación depredadora se comienza realizando campañas para desprestigiar la gestión pública, consistentes en argumentar que el agua resulta más cara si se gestiona directamente por los ayuntamientos o mancomunidades, aderezado con que se produce una gran despilfarro de la misma. Para preparar al personal se argumenta con la cantinela de que el agua es todavía muy barata y por eso se tira.

Luego viene la adjudicación de la gestión a esas empresas privadas, eso sí manteniendo la titularidad pública del servicio, para facilitar la recaudación y la aplicación de la normativa correspondiente al que se le ocurra no pagar puntualmente por ella.

Y al poco tiempo comienzan las subidas del coste del servicio con argumentos tan peregrinos como que se ha mejorado el mismo, que ya no hay fugas o que la calidad es mejor y por estas razones se produce el incremento de precio.

Para completar el cuadro de aprovechados, hay administraciones como la Junta de Extremadura que además crea y aplica a los consumidores un canon de nuevo cuño que constituye una doble imposición e incrementa todavía más el coste del líquido elemento para la población.

Eso sí se queda muy claro al consumidor que el agua como elemento sustancial es gratuita y lo que se paga es el coste del servicio de ponerla a disposición del usuario. El corolario de la nueva estrategia es que el agua experimenta un sensible incremento de precio. Miren sus recibos desde hace unos 10 años a esta parte. Se quedarán sorprendidos por el aumento experimentado en el precio del agua.

Como ejemplo el coste medio del agua urbana en Extremadura pasó de 0,72 €/m3 en el año 2000 a 1,21 €/m3 en el año 2009. Esto supone un incremento del 68 % en esos diez años. O sea una media del 6,8 % anual. Y todavía no se había impuesto el canon autonómico que se aplicó en 2012.

Pero el agua tiene otras facetas como la alimentaria sobre la que ya han comenzado a planear los carroñeros. Los regadíos mundiales, unos 320 Millones de ha de tierras irrigadas de acuerdo con datos de la FAO, producen aproximadamente el 60 % de los alimentos mundiales. Y aquí las grandes multinacionales que ya manejan a su antojo los precios de los productos básicos: trigo, maíz, arroz, soja…etc. también comienzan a meterse en los mercados del agua para tener controladas todas las variables.

Así que los paganos seguiremos apoquinando y las multinacionales y los políticos desaprensivos forrándose. “C’est la vie” que diría un francés.

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