AGUA Y
ABASTECIMIENTO AGROALIMENTARIO
El
crecimiento de la población mundial continua imparable aunque haya
experimentado una cierta desaceleración. Thomas Malthus en 1798 ya enunció en
su famoso tratado ”An Essay on the Principle of Population” la regla que
establece que mientras las poblaciones crecen en progresión geométrica los
recursos necesarios para su subsistencia lo hacen en progresión aritmética.
Hace
algún tiempo, en un estudio de la FAO publicado en el año 2003 titulado World
Agriculture: Towards 2015/2030 esta institución estimaba que la población
mundial en el año 2030 ascendería a unos 8.100 millones de habitantes. También
evaluaba que para asegurar un abastecimiento agroalimentario suficiente para
esa población, con base en la situación existente en el año 1998, las
producciones en los regadíos mundiales habrían de crecer en un 81 %. Asimismo
calculaba que este incremento habría de conseguirse aumentado la superficie de
tierras irrigadas nada más que en un 23 % y los recursos hídricos necesarios en
solamente un 14 %.
A
pesar de que se han conseguido algunos logros desde que la ONU en sus objetivos
del milenio 2000 se propuso reducir sensiblemente la malnutrición crónica en la
población mundial que estaba entonces en más del 18 % de la misma, todavía en
los momentos actuales más de 800 millones de habitantes de la tierra, por
encima del 11 % de la población, continúa padeciendo dicha limitación vital.
Sufre hambre crónica.
Si
analizamos la utilización del agua en la agricultura y refiriéndonos a la
consecución del objetivo FAO de lograr para el año 2030 el abastecimiento
alimentario de la totalidad de la población se le exige a la agricultura de
regadío un esfuerzo considerable ya que tendrá que producir más alimentos con
una proporción menor de tierras y de recursos hídricos disponibles.
Para
poder conseguir este objetivo la agricultura irrigada habrá de incrementar su
productividad actuando en diferentes direcciones. La primera es la obtención de
material vegetal (semillas, variedades de plantas) más productivo, resistente a
plagas y enfermedades y con su ciclo mejor adaptado a las condiciones
climáticas que existan en cada punto. También la agricultura de precisión puede
ser otra palanca importante en esta línea.
En
lo que concierne al uso del agua en el riego se le exigirá también un sensible
incremento de la productividad obtenida por m3 de agua utilizado.
Para
esto es necesario en primer término determinar con la mayor precisión posible
las necesidades de agua de los cultivos y a tal efecto será imprescindible el
conocimiento diario de los valores de las variables que lo determinan: temperatura,
radiación, humedad relativa y régimen de vientos. Esto supone la necesidad de
dotar al medio rural de estaciones agrometeorológicas que determinen estos
parámetros y nos permitan fijar el valor de la evapotranspiración de referencia
y a partir de él las necesidades reales de los diferentes cultivos para poder
fijar con la mayor exactitud las dosis de riego.
En
segundo lugar es indispensable conseguir la mejora de la eficiencia global del
riego, tanto de la de transporte y distribución del agua como la del riego en
parcela. Para ello es imprescindible la introducción de métodos de riego de
alta eficiencia como el riego localizado (eficiencia de 0,9 – 0,95) o la
aspersión (eficiencia 0,80 – 0,85) que permiten una notable mejora en el uso
del agua y en consecuencia un sensible ahorro de ella en relación con los
métodos tradicionales de riego por gravedad: inundación o surcos (eficiencia de
0,6 – 0,7). Por término medio un cambio en el método de riego desde gravedad
por inundación a riego localizado puede suponer un ahorro de agua del orden del
30 %.
En
este marco y para llevar a cabo una programación más exacta de los riegos será
necesario conocer con la mayor exactitud (uso de tensiómetros, sondas...etc) el
estado de humedad de la zona no saturada del suelo para adicionar el agua de
riego en los momentos en los que su uso sea más eficaz de cara a la producción.
Por
último el cambio climático si se consolidan los pronósticos de los expertos,
contribuirá a hacer aún más complicado el uso del agua para conseguir alimentar
a la población mundial. Estas previsiones climáticas resumidas son: un
incremento de la temperatura, consecuencia del cual aumentarán las necesidades
de agua de las plantas y una disminución de la pluviometría lo que traerá
consigo una menor disponibilidad de recursos hídricos.
Tenemos
un reto muy importante por delante. Estoy seguro que la inteligencia del hombre
y los programas de investigación encontrarán soluciones para resolver el
problema. Pero el reto en tremendamente difícil.
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