MÁS AGUAS SIN
CAUCE
Como
llueve sobre mojado, no hay más que contemplar la caótica situación que se vive
en los ríos del norte de España y especialmente en los de la cuenca del Ebro, y
a riesgo de aburrirles, me veo obligado reflexionar otra vez sobre los
episodios hídricos que están ocurriendo, como ya lo hiciera en una reciente
entrada de este blog (10 de febrero) titulada “Agua sin cauce”.
Lo
que está sucediendo en la cuenca hidrográfica del Ebro y especialmente en el
curso del río principal es una vergüenza e impropio de un país desarrollado. Y
creo que me quedo corto en los calificativos. Miles de personas evacuadas en
diferentes localidades ribereñas incluso en una ciudad de la categoría de
Zaragoza (hasta el recinto de la Expo se ha anegado), ciudadanos que han visto
inundadas sus viviendas y pertenencias y en algún caso, en este último episodio
sólo uno hasta el momento, han perdido su vida y miles de hectáreas de campos de
cultivo arrasadas por el agua dando lugar a importantes pérdidas económicas.
Además
se generan costes millonarios al tener que movilizar efectivos de protección
civil, militares de la UME y maquinaria de obras públicas para tratar de
detener al gigante. En definitiva cuantiosos costes absurdos y evitables al
menos una buena parte de ellos.
Y
todo esto se produce por dar satisfacción a unos cuantos iluminados por no
calificarles de insensatos que, en una pretendida defensa del medio ambiente,
aspiran a que los cursos de agua funcionen como lo hacían en el Pleistoceno,
sin tener en cuenta la evolución técnica, económica, social y demográfica que
se ha producido en el planeta Tierra desde entonces.
Los
políticos hacen caso de unos grupos de presión que medran con el medio ambiente,
aprobando unas políticas ambientales que impiden o restringen la limpieza de
los cauces y su acondicionamiento, cuando su obligación primordial sería
salvaguardar los intereses de los ciudadanos y no apuntarse a lo, para algunos,
políticamente correcto.
Lo
sensato, y si se hace con la técnicas adecuadas compatible con el medio
ambiente, sería mantener la sección hidráulica de los cursos de agua libre de
obstáculos, suciedad y sedimentos para evitar en todo o en parte los cuantiosos
daños que producen las inundaciones cada vez más frecuentes. Es un axioma que
cuanto más sucios estén los cauces más frecuentes serán estos episodios de
desbordamiento. Pero ya verán como estas riadas las terminan achacando al
cambio climático. Ya he leído algo sobre el particular.
Posturas
como la del presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro son
incomprensibles. En lugar de intentar justificar ante los afectados lo
injustificable, achacando el problema a la normativa ambiental existente, lo
que debe hacer es un informe urgente al Ministerio explicando la situación y
proponiendo soluciones inmediatas para que el gobierno modifique esa
legislación vista su inutilidad y peligrosidad. Que para eso le pagan los
ciudadanos con sus impuestos.
Lo
que llama la atención es la paciencia y resignación cristiana de los afectados.
Son unos santos varones y hembras. Aguantan estoicamente y riada tras riada
vuelven a acondicionar sus viviendas y tierras a sabiendas de que el siguiente
episodio estará cada vez más próximo. Y así una y otra vez. Son como el santo
Job. Lo que da idea de su valía como ciudadanos. Pero los políticos debían
pensar que la cuerda se termina rompiendo. Y luego vendrán los incidentes y las
lamentaciones.
De
la posición de los políticos mejor es no hablar. Aprueban lo que les ponen ante
sus narices sin la menor capacidad de crítica ni de reflexión. Actúan, salvo
honrosas y muy pocas excepciones, como borregos siguiendo las teorías de unos
cuantos iluminados con intereses en esos temas y dejando indefensos a los
ciudadanos ante una política que se ha revelado como desacertada y cuestionable
al menos. Y que debe ser urgentemente revisada.
Contemplo
estupefacto las dantescas imágenes de estos repetitivos acontecimientos que
afectan a muchas personas indefensas y me indigno ante la actuación de estos
políticos que además no tienen ni la decencia de presentarse en la zona ante
las catástrofes continuadas.
¿Han
visto ustedes a Rajoy por allí para al menos consolar a los afectados? ¿Y la
presidenta de Aragón qué opina de la situación? La ministra del ramo,
Agricultura y Medio Ambiente ni está ni se la espera. Después de no sé cuántos
días parece que ha sobrevolado la zona el ministro del Interior ¿y éste qué
coño (con perdón) sabe de la causa de las riadas? Sólo ha dado la cara en la
crisis y porque no le ha quedado otra el presidente de la Confederación. Un
político de tercer nivel.
Cuando
hay tragedias no interesan las fotos, sobre todo si hay elecciones en
lontananza. Porque estos acontecimientos no dan votos. Los quitan. Así que tal
vez deberían pensárselo para el futuro.
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