martes, 3 de marzo de 2015

MÁS AGUAS SIN CAUCE

Como llueve sobre mojado, no hay más que contemplar la caótica situación que se vive en los ríos del norte de España y especialmente en los de la cuenca del Ebro, y a riesgo de aburrirles, me veo obligado reflexionar otra vez sobre los episodios hídricos que están ocurriendo, como ya lo hiciera en una reciente entrada de este blog (10 de febrero) titulada “Agua sin cauce”.  

Lo que está sucediendo en la cuenca hidrográfica del Ebro y especialmente en el curso del río principal es una vergüenza e impropio de un país desarrollado. Y creo que me quedo corto en los calificativos. Miles de personas evacuadas en diferentes localidades ribereñas incluso en una ciudad de la categoría de Zaragoza (hasta el recinto de la Expo se ha anegado), ciudadanos que han visto inundadas sus viviendas y pertenencias y en algún caso, en este último episodio sólo uno hasta el momento, han perdido su vida y miles de hectáreas de campos de cultivo arrasadas por el agua dando lugar a importantes pérdidas económicas.

Además se generan costes millonarios al tener que movilizar efectivos de protección civil, militares de la UME y maquinaria de obras públicas para tratar de detener al gigante. En definitiva cuantiosos costes absurdos y evitables al menos una buena parte de ellos.

Y todo esto se produce por dar satisfacción a unos cuantos iluminados por no calificarles de insensatos que, en una pretendida defensa del medio ambiente, aspiran a que los cursos de agua funcionen como lo hacían en el Pleistoceno, sin tener en cuenta la evolución técnica, económica, social y demográfica que se ha producido en el planeta Tierra desde entonces.

Los políticos hacen caso de unos grupos de presión que medran con el medio ambiente, aprobando unas políticas ambientales que impiden o restringen la limpieza de los cauces y su acondicionamiento, cuando su obligación primordial sería salvaguardar los intereses de los ciudadanos y no apuntarse a lo, para algunos, políticamente correcto.

Lo sensato, y si se hace con la técnicas adecuadas compatible con el medio ambiente, sería mantener la sección hidráulica de los cursos de agua libre de obstáculos, suciedad y sedimentos para evitar en todo o en parte los cuantiosos daños que producen las inundaciones cada vez más frecuentes. Es un axioma que cuanto más sucios estén los cauces más frecuentes serán estos episodios de desbordamiento. Pero ya verán como estas riadas las terminan achacando al cambio climático. Ya he leído algo sobre el particular.

Posturas como la del presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro son incomprensibles. En lugar de intentar justificar ante los afectados lo injustificable, achacando el problema a la normativa ambiental existente, lo que debe hacer es un informe urgente al Ministerio explicando la situación y proponiendo soluciones inmediatas para que el gobierno modifique esa legislación vista su inutilidad y peligrosidad. Que para eso le pagan los ciudadanos con sus impuestos.

Lo que llama la atención es la paciencia y resignación cristiana de los afectados. Son unos santos varones y hembras. Aguantan estoicamente y riada tras riada vuelven a acondicionar sus viviendas y tierras a sabiendas de que el siguiente episodio estará cada vez más próximo. Y así una y otra vez. Son como el santo Job. Lo que da idea de su valía como ciudadanos. Pero los políticos debían pensar que la cuerda se termina rompiendo. Y luego vendrán los incidentes y las lamentaciones.

De la posición de los políticos mejor es no hablar. Aprueban lo que les ponen ante sus narices sin la menor capacidad de crítica ni de reflexión. Actúan, salvo honrosas y muy pocas excepciones, como borregos siguiendo las teorías de unos cuantos iluminados con intereses en esos temas y dejando indefensos a los ciudadanos ante una política que se ha revelado como desacertada y cuestionable al menos. Y que debe ser urgentemente revisada.

Contemplo estupefacto las dantescas imágenes de estos repetitivos acontecimientos que afectan a muchas personas indefensas y me indigno ante la actuación de estos políticos que además no tienen ni la decencia de presentarse en la zona ante las catástrofes continuadas.

¿Han visto ustedes a Rajoy por allí para al menos consolar a los afectados? ¿Y la presidenta de Aragón qué opina de la situación? La ministra del ramo, Agricultura y Medio Ambiente ni está ni se la espera. Después de no sé cuántos días parece que ha sobrevolado la zona el ministro del Interior ¿y éste qué coño (con perdón) sabe de la causa de las riadas? Sólo ha dado la cara en la crisis y porque no le ha quedado otra el presidente de la Confederación. Un político de tercer nivel.

Cuando hay tragedias no interesan las fotos, sobre todo si hay elecciones en lontananza. Porque estos acontecimientos no dan votos. Los quitan. Así que tal vez deberían pensárselo para el futuro.

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