LAS
CONSECUENCIAS DE SER MÁS QUE UN CLUB
Como
todo el mundo sabe y la entidad no deja de ponerlo de manifiesto en cuanto la
ocasión lo requiere, el F.C. Barcelona, o sea el Barça, es más que un club
deportivo.
A
esta entidad la han convertido en el mascarón de proa del catalanismo, sobre
todo de unos años a esta parte cuando para engañar a los ciudadanos catalanes
sobre los efectos de la crisis y de su mala gestión por los gobernantes
autonómicos, se ha aireado todavía más si cabe la bandera del independentismo
en Cataluña poniendo al club al frente de la manifestación.
El
hecho de ser más que un club supone que la entidad en base a esa propiedad
adquirida de manera gratuita, sin ningún referéndum que lo acredite, goza de
toda clase de privilegios deportivos. Ha habido momentos del “Villarato” en los
que ha sido manifiesta la parcialidad del estamento arbitral en favor de este
súper club.
Esta
facultad espiritual de ser más que un club ha traído consigo que sus directivos
y la misma entidad llevan haciendo, desde hace mucho tiempo, lo que les ha
venido en gana, cobijados por esa armadura de impunidad que les ha conferido el
hecho de ser el lábaro del catalanismo.
Como
ejemplo acciones tan punibles como arrojar al terreno de juego una cabeza de
cochinillo al ex jugador Figo o retirarse de la Copa del Rey han quedado
prácticamente sin sanción y rozando la impunidad. La razón estribaba en que si
se les sancionaba levantaban a la afición contra el elemento sancionador y se
liaba la de Dios es Cristo. Como los Comités de Competición sabían de esta
actitud miraban para otro lado y se dedicaban a masacrar a otros clubes de
menos tronío.
Hasta
que el Barça en su prepotencia, se ha creído que todo el campo es orégano y ha
topado con Hacienda. Y ya se sabe que Hacienda somos todos incluido Montoro.
Presuntamente,
el club amañó el fichaje de Neymar, un excelente jugador por cierto, quedando
la operación en 83 M€, sabiamente troceada, cuando en realidad había costado 95
M€, dejándose en el tintero sin declarar al fisco 12 M€ del ala. Para pagar
menos impuestos, claro. De esos cuyo importe se destina una vez recaudado a la
construcción de hospitales, escuelas o carreteras.
Hacienda
se dio cuenta de la jugada maestra del club y denunció los hechos por lo que el
juez Ruz después de imputar a los dirigentes y tras la oportuna instrucción va
a sentar en el banquillo por delito fiscal: al presidente actual, al anterior y
al F.C.Barcelona como persona jurídica y titular fiscal.
De
inmediato y cual niño caprichoso al que se le reprende por una trastada, este
club, que, no se olvide, es más que un club, se ha cogido la correspondiente
pataleta y está poniendo como no digan dueñas, al magistrado instructor y a la
justicia española, puesto que el sumario se ha instruido en Madrid, que como
todo el mundo sabe es un ente malévolo cuyo único objetivo es hundir a
Cataluña, robándoles previamente la cartera a los catalanes.
Su
argumento es de una contundencia que deja desarmado a cualquiera. Se quejan de
que la instrucción ha ido muy rápida. Increíble. Todo el mundo quejándose de
que la justicia española es muy lenta y para una vez que se hacen las cosas a
velocidad de crucero, al juez Ruz lo cambian a final de marzo, los encausados
también se quejan.
La
solución radicaría en que el Barça volviera a ser solamente un club. Y
dedicarse a eso, a dar los mejores partidos posibles a su afición con el
magnífico equipo que tienen. Y dejarse de monsergas y de convertirse en un trampantojo
del independentismo en manos de unos políticos desaprensivos. Los directivos
que representan a toda la afición no deberían consentirlo. Porque a su pesar el
Barça es sólo un club. Con un gran equipo de fútbol por cierto. Y lo dice uno
que es del Real Madrid.
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