LA CAJA B (UN CUENTO REAL)
Érase
una vez una empresa que con el objetivo de defraudar al fisco llevó durante más
de 20 años una contabilidad B y en correlación con ella una caja B.
Tanto
la contabilidad A como la B eran controladas y manejadas por el gerente –
tesorero, el último de los cuáles, al igual que sus antecesores en el cargo,
fue fichado para la empresa con la conformidad del presidente y del consejero
delegado de la misma así como del secretario del consejo de administración.
Como
es normal en toda empresa, el gerente - tesorero no era un ente autónomo dentro
de la misma que pudiera hacer de su capa un sayo, sino que recibía
instrucciones provenientes del presidente y del consejero delegado a los que
reportaba directamente y a los que daba cuenta periódicamente del estado de la
doble contabilidad. Hubiera sido prácticamente imposible la existencia de esta
doble contabilidad sin el conocimiento y conformidad de la cúpula empresarial.
De
esa caja B, que se nutría de operaciones en negro realizadas por la empresa, se
pagaban por parte de la gerencia en mano dentro de sobres, diferentes
sobresueldos a la cúpula empresarial y a varios directivos de la misma. Al
tratarse de dinero negro de la contabilidad y de la caja B, los perceptores no lo declaraban a hacienda y
se lo embolsaban sin más trámite.
De
igual modo se abonaron en dinero negro procedente de dicha caja B, en
connivencia con algunos profesionales y otras firmas, el importe de diferentes
obras e instalaciones llevados a cabo por la empresa para mejorar los edificios
tanto en sus oficinas centrales de Madrid como en algunas de la periferia. Asimismo se financiaban
procesos periódicos de publicidad masiva de la firma.
El
último gerente - tesorero que era muy avispado, por si venían mal dadas, llevaba
unos apuntes manuscritos de esta contabilidad paralela en los que anotaba de
donde provenían los ingresos en negro y a quienes se pagaba con ellos. Las
anotaciones contenían una relación pormenorizada con fechas, cantidades
abonadas y nombre de los perceptores así como de los que entregaban dinero
negro a la empresa.
Pero
el gerente - tesorero, que era algo sinvergüenza, de las cantidades en negro
que entraban en la empresa se apropiaba poco a poco de parte de ellas y las transfería
a cuentas en Suiza y otros países, camuflándolas de modo que no pudieran ser
detectadas en la contabilidad paralela. Con el tiempo amasó una considerable
fortuna que situó en diferentes paraísos fiscales.
Inesperadamente
una inspección fiscal a la empresa descubre esta contabilidad B y levanta los
correspondientes expedientes. Los inspectores, en pura lógica, van a empapelar
a la empresa que es la titular del desaguisado y no al gerente - tesorero que
es un empleado de la misma.
No
obstante cuando se huelen el empapele los directivos de la empresa, para
hacerle responsable, despiden al gerente – tesorero, aunque en compensación le
dan una indemnización en diferido, de modo que durante más de un año es la
persona que más cobra en la empresa y además le mantienen coche, secretaria y
un despacho en la sede de la misma y le pagan la seguridad social.
Al
detectarse los fondos que el gerente - tesorero ha amasado y que se encuentran
fuera de España ilegalmente, la inspección de Hacienda lo considera único
responsable del desaguisado y los jueces
lo enchironan en prisión preventiva sin más miramientos.
El
presidente, consejero delegado de la empresa, secretario del consejo y
directivos que autorizaron los pagos en negro de las obras realizadas en su
sedes por la empresa y/o percibieron suculentos sobresueldos en negro de la
caja B, se encuentran hoy día libres, todos están en sus puestos y pasan por
ser los más honrados del lugar. Además se permiten dar lecciones de honestidad
a todo el que los quiere oír.
Hace
unos días los jueces le han concedido la libertad, eso sí con medidas
cautelares, al gerente- tesorero que llevaba 19 meses en el “talego” previo pago de una fianza de 200.000 €. Ya
está en la calle ¿Cantará el gerente – tesorero o habrá nuevo pacto en diferido
con la empresa? De momento parece que canta y alto.
Antes
de producirse la excarcelación de aquél, el presidente, consejero delegado y
directivos de la empresa han ido clamando por las esquinas que la caja y la
contabilidad B eran cosa exclusiva del gerente - tesorero y que la empresa y
sus dirigentes no tenían nada que ver en el asunto. Los que escuchaban tales
manifestaciones se quedaban boquiabiertos, atónitos, con cara de tontos y
pensando si les consideraban idiotas.
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