ENCUESTAS Y
URNAS
El
panorama político en España está cambiando día a día. La crisis que está
afectando a una parte importante de la población, especialmente a las clases
medias y trabajadoras, ha hecho reaccionar a los ciudadanos que se plantean
nuevos modos de actuar.
Este
cambio en la percepción política por parte de la población, es debido a que los
partidos clásicos que han gobernado durante la crisis no han sido capaces de
encontrar soluciones satisfactorias para sus problemas. Más bien han hecho recaer
lo peor de la crisis sobre la mayoría de los españoles y han salvado el pellejo
a los poderosos que se han hecho todavía más ricos de lo que eran incrementando
aún más la desigualdad social existente.
En
este escenario los abundantes casos de corrupción política se han hecho aún más
patentes, por lo que los ciudadanos exigen a los políticos medidas inmediatas
de transparencia y regeneración que se dan en otros países europeos, pero no en
el nuestro.
En
este contexto aparecen formaciones políticas de nuevo cuño como PODEMOS y otras
más antiguas pero que no han tocado poder como Ciudadanos, que han aprovechado
el desprestigio y la ineficacia política del bipartidismo para ofrecer soluciones
nuevas, unas lógicas, entendibles y razonables, otras no tanto, pero que
suponen la entrada en liza de caras e ideas novedosas. Todo esto ha despertado
el interés de gran parte de los ciudadanos, sumidos en el hartazgo hacia una
clase política ineficaz y corrupta en muchos de sus miembros.
Con
este panorama se abordarán las próximas elecciones autonómicas y locales en
mayo y las generales, previsiblemente en diciembre de 2015. Para tratar de
atisbar cómo serán los resultados en las urnas, se hacen encuestas y más
encuestas con conclusiones dispares, pero con un denominador común: descenso de
intención de voto en los dos partidos clásicos, ascenso disparado de PODEMOS y
de su líder y subida notable de Ciudadanos pero en un grado inferior a PODEMOS.
Con
este nuevo paisaje político va a ser muy difícil que los resultados de las
encuestas puedan coincidir sensiblemente con los de las urnas. Se ha producido
un cambio sociológico que da lugar a un escenario nuevo muy distinto del que se
daba en anteriores elecciones, por lo que los especialistas en análisis
demoscópicos me imagino que se toparán con grandes dificultades.
Datos
como el recuerdo del voto y el grado de fidelidad de los votantes con sus
partidos se mueven en la incertidumbre dada la novedad de la situación. ¿Qué
grado de fidelidad de voto mantienen los partidos del bipartidismo? ¿Se
reproducirá el descalabro de las europeas en los dos partidos hasta ahora
mayoritarios? ¿A la hora de introducir la papeleta en la urna el votante optará
por la novedad de partidos inexpertos en el gobierno o por los partidos
clásicos si estos en sus programas hacen un acto de contrición y ofrecen otros
rostros y nuevas soluciones?
La
dificultad en el pronóstico dada la nueva situación se está reflejando en los resultados
de las encuestas. En algunas de ellas se llega a conclusiones contradictorias
de difícil explicación. Ejemplos: el
líder del partido que obtiene una más alta intención de voto es el peor
valorado de todos ¿Cómo se explica esto en lo concerniente al partido
actualmente en el gobierno? En otras encuestas se concluye que en el caso del
líder mejor valorado y al que la encuesta considera que será el próximo
presidente del gobierno, su partido no es el que alcanza la mayor intención de
voto ¿Es que se dan por hecho posibles pactos postelectorales?
También
he leído otra encuesta regional en la que un partido de nuevo cuño obtiene
excelentes resultados, sin haber hecho público aún el nombre de su candidato
autonómico.
Ya
se dieron sonoros fracasos en la predicción de resultados en las elecciones
europeas de mayo de 2014. Es el caso de una Comunidad Autónoma en la que las
encuestas daban como ganador a un partido por cerca de 10 puntos de diferencia
y resultó derrotado por más de 3 puntos de ventaja por su partido rival.
En
fin ya veremos en qué acaba todo este proceso. Lo sabremos el día de las
elecciones respectivas. Las urnas sí que serán la encuesta inapelable que dará
respuesta a todas las cábalas que ahora nos hacemos.
Y
a mayor gloria de la democracia, los ciudadanos tendremos la última palabra.
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