viernes, 4 de abril de 2014

¿QUO VADIS, ESPERANZA?

¿Dónde vas, Esperanza? Esto debieron pensar los agentes de movilidad del Ayuntamiento madrileño, que multaban a la presidenta del PP regional y ex presidenta de la Comunidad de Madrid, además de exministra, Esperanza Aguirre, por aparcar indebidamente en un carril bus de la Gran Vía madrileña, en el que está prohibido el  estacionamiento como todo el mundo sabe y las normas de tráfico establecen, cuando una de las motocicletas de los agentes saltó por los aires impulsada por el vehículo conducido por la presidenta, que huía del lugar de autos.

La multa de 200 euros, debió poner excesivamente nerviosa a la prócer, pues como ella declaró pomposamente hace algún tiempo, con su(s) sueldo(s) no llegaba a fin de mes. La dichosa e inesperada multa le desequilibraba su exiguo presupuesto y encima estábamos en los primeros días del mes. En abril, con el pago de la sanción, no llegaba a fin del ciclo mensual, seguro. ¡Adiós a las compras y a alguna cenita con copas¡

Uno de los agentes había colocado su motocicleta delante del automóvil de la presidenta, como es norma precautoria para evitar la huida del multado. Y ésta en su estado de alteración y dado que tenía prisa (todos los que aparcan mal en un carril bus para sacar dinero de un cajero suelen tener prisa) se llevó por delante la moto y se dirigió, ya más tranquila, a su domicilio.

Un primo de mi madre, traumatólogo y hombre con gran sentido del humor, me decía que lo malo no es meter la pata, sino removerla una vez metida, en lugar de sacarla lo más rápido posible para tratar de disimular nuestra torpeza.

Y la presidenta, en vez de reconocer inmediatamente su error, pedir disculpas porque todos cometemos errores y abonar la multa, aunque ello le impidiera llegar a fin de mes en buenas condiciones económicas, se ha dedicado a tratar de justificarse, a poner en entredicho la profesionalidad de los agentes y a decir que tenía prisa, como si el resto de los mortales conductores aparcados en un carril bus y multados, no la tuviera.


Los políticos no están acostumbrados a estas minucias de pedir disculpas, no digo ya de dimitir porque esos son palabras mayores en este país y aquí sólo dimiten algunos “mindundis”. Y están totalmente equivocados. Si Esperanza en un ejercicio de humildad hubiera pedido inmediatas disculpas, habría encontrado la comprensión y la solidaridad de los ciudadanos y el incidente habría quedado en una mera anécdota. ¿Saben por qué? Pues porque casi todos hemos aparcado en un carril bus para sacar dinero de un cajero alguna vez en la vida. Y la mayoría tampoco llegamos a fin de mes. Eso sí, no se nos ocurriría arrollar con el coche a los agentes de la autoridad. Se nos caería el pelo ¿o, no? como diría su jefe político, Don Mariano.

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