miércoles, 9 de abril de 2014

ESPE, FRENO Y MARCHA ATRÁS

Parece que Esperanza Aguirre empieza a recapacitar. Alguien la ha aconsejado, o tal vez ella misma ha asumido, que es mejor meter el freno y empezar a dar marcha atrás para que el incidente que supuso la imposición de una sanción por estacionar indebidamente en un carril bus de la Gran Vía madrileña, retorne al camino de la normalidad de donde lo sacó la ex presidenta madrileña con su bochornosa actitud durante y después de los hechos.

Y es que cuando un político actúa en la vida cotidiana está sometido a las mismas leyes y reglas que el resto de los ciudadanos, puesto que el oficio de político no da patente de corso para hacer uno lo que le venga en gana y encima pretender que los agentes de la autoridad aguanten carros y carretas y sus prepotentes ataques.

La conducta de Esperanza Aguirre tanto durante el desarrollo de los hechos como posteriormente a ellos ha sido impresentable pues es un personaje que se dedica a la cosa pública que, precisamente, ha de dar ejemplo de comportamiento cívico al resto de los ciudadanos. La verdad es que no ha practicado en demasía las virtudes cardinales: especialmente la prudencia y la templanza.

 Con su verborrea, característica de esta política tan facunda, ha entrado en emisoras de radio, televisiones y medios de comunicación escritos y digitales dando una versión interesada y parcial de los hechos y poniendo como hoja de perejil a los agentes que intervinieron, con perlas tales como que actuaron de forma prepotente y machista, que eran agentes de inmovilidad, que su objetivo era conseguir una foto para hacerse publicidad dada la fama de la conductora denunciada y como final del trayecto acusándolos de retención ilegal.

El paso del tiempo y la soledad en que la han dejado sus propios compañeros de partido, sólo ha tenido el apoyo de algunos turiferarios columnistas de los medios de comunicación adictos al régimen, entiendo que la han llevado a recapacitar y en la rueda de prensa llevada a cabo después de la reunión del Comité de Dirección del PP de Madrid, el tono ha sido mucho más comedido y se ha extrañado de que se le dé al incidente la importancia que se le ha dado. Cuando el escándalo lo ha montado ella solita y nadie más que ella. Aunque sea sexagenaria.

Bien está lo que bien acaba. Pero este incidente habría de servir de lección para que muchos políticos desciendan de su pedestal y consideren seriamente que ellos son ciudadanos normales, con los mismos derechos y deberes que los demás y que el hecho de resultar elegidos por períodos más o menos largos, no les da ningún plus adicional sobre el resto de los mortales. Así, tal vez, puedan empezar a comprender los problemas reales de los españoles y a estudiar soluciones para resolverlos. Que para eso son elegidos. Y no para montar un número de circo, que si lo hubiera protagonizado un ciudadano de a pie, seguro que hubiera dado con sus huesos en un calabozo municipal.

P.D. Esta entrada del blog completa la publicada el viernes 4 de abril de 2014.


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