ESPE, FRENO Y
MARCHA ATRÁS
Parece
que Esperanza Aguirre empieza a recapacitar. Alguien la ha aconsejado, o tal
vez ella misma ha asumido, que es mejor meter el freno y empezar a dar marcha
atrás para que el incidente que supuso la imposición de una sanción por
estacionar indebidamente en un carril bus de la Gran Vía madrileña, retorne al
camino de la normalidad de donde lo sacó la ex presidenta madrileña con su
bochornosa actitud durante y después de los hechos.
Y
es que cuando un político actúa en la vida cotidiana está sometido a las mismas
leyes y reglas que el resto de los ciudadanos, puesto que el oficio de político
no da patente de corso para hacer uno lo que le venga en gana y encima
pretender que los agentes de la autoridad aguanten carros y carretas y sus
prepotentes ataques.
La
conducta de Esperanza Aguirre tanto durante el desarrollo de los hechos como
posteriormente a ellos ha sido impresentable pues es un personaje que se dedica
a la cosa pública que, precisamente, ha de dar ejemplo de comportamiento cívico
al resto de los ciudadanos. La verdad es que no ha practicado en demasía las
virtudes cardinales: especialmente la prudencia y la templanza.
Con su verborrea, característica de esta
política tan facunda, ha entrado en emisoras de radio, televisiones y medios de
comunicación escritos y digitales dando una versión interesada y parcial de los
hechos y poniendo como hoja de perejil a los agentes que intervinieron, con
perlas tales como que actuaron de forma prepotente y machista, que eran agentes
de inmovilidad, que su objetivo era conseguir una foto para hacerse publicidad
dada la fama de la conductora denunciada y como final del trayecto acusándolos
de retención ilegal.
El
paso del tiempo y la soledad en que la han dejado sus propios compañeros de
partido, sólo ha tenido el apoyo de algunos turiferarios columnistas de los
medios de comunicación adictos al régimen, entiendo que la han llevado a
recapacitar y en la rueda de prensa llevada a cabo después de la reunión del
Comité de Dirección del PP de Madrid, el tono ha sido mucho más comedido y se
ha extrañado de que se le dé al incidente la importancia que se le ha dado.
Cuando el escándalo lo ha montado ella solita y nadie más que ella. Aunque sea
sexagenaria.
Bien
está lo que bien acaba. Pero este incidente habría de servir de lección para
que muchos políticos desciendan de su pedestal y consideren seriamente que
ellos son ciudadanos normales, con los mismos derechos y deberes que los demás
y que el hecho de resultar elegidos por períodos más o menos largos, no les da
ningún plus adicional sobre el resto de los mortales. Así, tal vez, puedan
empezar a comprender los problemas reales de los españoles y a estudiar
soluciones para resolverlos. Que para eso son elegidos. Y no para montar un
número de circo, que si lo hubiera protagonizado un ciudadano de a pie, seguro
que hubiera dado con sus huesos en un calabozo municipal.
P.D. Esta entrada del
blog completa la publicada el viernes 4 de abril de 2014.
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