jueves, 24 de abril de 2014

EL DESMESURADO INCREMENTO DE LA DEUDA PÚBLICA

La deuda pública española está experimentando unos elevados incrementos que no resulta lógico que se produzcan en un contexto económico de recortes públicos como el que actualmente está aconteciendo en nuestro país.

Veamos: en el año 2007 que puede considerarse el inicio de la crisis, el importe de la deuda pública española estaba en el 40,2 % del PIB (436.984 M€) y al final del segundo mandato de Zapatero alcanzó el 70,5 % del PIB (737.334 M€). El incremento medio en ese período de tiempo se situó en 75.087 M€ anuales.

 En los dos años de mandato de los populares la deuda pública se ha incrementado hasta alcanzar la cifra de 960.940 M€ (el 93,9 % del PIB) lo que supone un aumento de 223.606 M€ es decir 111.803 M€ de media anual. En el día de hoy la deuda pública está prácticamente en el 100 % del PIB (98,9 %) y no para de crecer.

Si el Gobierno ha llevado a cabo un montón de reformas: laboral, copago sanitario y recortes de personal y medios en los hospitales y centros asistenciales, recortes en educación y en ayuda a la dependencia, reducción de ayudas a desempleados, si además la inversión pública brilla por su ausencia ya que la licitación de obra pública tiene recortes de un 70 % y todo ello va acompañado de una sensible elevación de impuestos ¿por qué la deuda pública continúa su escalada? Lo razonable sería que se produjese un descenso o al menos una estabilización de la misma.

La prima de riesgo, que subió hasta más de 600 puntos en el mandato de Rajoy (2012) está ahora poco más o menos como la dejó Zapatero (en torno a 160). Si actualmente no creciera la deuda, los intereses a abonar serían bastante menores a los que hubo que pagar en 2012  con la prima de riesgo casi por las nubes, lo cual constituiría un gran alivio para las arcas públicas. Pero el aumento del importe de la deuda anula este posible respiro.

Hay dos factores que, a mi juicio, explican este aumento de la deuda pública. El primero es que a pesar de padecer una presión impositiva de las más elevadas de la UE, la recaudación no aumenta sino que por el contrario disminuye. Como ejemplo lo recaudado en 2013 por defraudación ha bajado en casi un 5 %. Por tanto parece que la persecución del fraude fiscal y de la economía sumergida brilla por su ausencia. Causas: la Agencia Tributaria ha experimentado sensibles reducciones en su personal de inspección, además de varios escándalos que la están desprestigiando. Y encima otorga amnistías fiscales para que los defraudadores se vayan de rositas pagando un 10 % de impuestos. Todo ello podría explicar la baja en la recaudación.

La otra razón es que las Administraciones Públicas siguen manteniendo una estructura de empresas públicas y organismos  inoperantes, que los nuevos gobernantes no han tenido a bien reducir y por tanto se mantienen elevados niveles de gasto superfluo. Reducen funcionarios e interinos al no cubrir vacantes por jubilación o fallecimiento, pero las empresas públicas en donde se perciben los sueldos más altos están prácticamente incólumes. Y se mantienen los gastos suntuarios sin reducirlos drásticamente que sería lo procedente y lo prometido. Como ejemplo analicen la parafernalia de políticos e invitados que acudieron a la final de la Copa del Rey en Valencia.

Nuestros gobernantes deberían adoptar medidas urgentes para revertir la situación actual. Se trata de reducir gastos innecesarios y aumentar la recaudación actuando sobre zonas privilegiadas: grandes fortunas, grandes empresas y defraudadores. Con lo ahorrado y la mejora en la recaudación habría que incrementar la inversión productiva para generar empleo, así como la investigación y la innovación para desarrollar nuevos bienes de consumo. Si no se hace así la burbuja de la deuda, como la inmobiliaria, puede estallar en algún momento. Y entonces, que Dios nos coja confesados.


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