sábado, 18 de octubre de 2014

PABLO IGLESIAS ESTÁ ENCANTADO DE HABERSE CONOCIDO

Pues sí, este joven político con pinta de antiguo PNN de Universidad, con aspecto algo desaliñado y un punto bohemio, que se encuentra al frente de PODEMOS,  parece que se lo está comenzando a creer y da la impresión de que empieza a estar encantado de haberse conocido. Y eso que lleva menos de un año en la política activa de cara al público.

Esta actitud puede ser debida a que la presencia continuada en los medios de comunicación con los halagos de los entrevistadores, y las ovaciones de los cabreados con la crisis y con el sistema, terminan con la modestia del más pintado y exacerban la vanidad que está implícita en todo ser humano. No hay que olvidar que nadie es perfecto y que en parte somos pecado. De vanidad, casi todo el mundo.

He observado en su comportamiento algunos gestos que me llevan a pensar que este joven líder político se lo empieza a creer. Uno de ellos fue hace unos días en la tertulia de un programa televisivo en el que manifestó textualmente que él “tendría a bien debatir con Pedro Sánchez” como si estuviera dispuesto, desde su pedestal, a hacerle un favor al secretario general de un partido que tiene 135 años de historia, fundado por cierto por otro Pablo Iglesias de profesión tipógrafo y que además es el partido que con aciertos y errores más tiempo ha gobernado en España desde la transición. Visto el detalle podemos concluir que a este ciudadano como “toque pelo”, o sea el poder, no va a haber quien lo aguante.

Claro que la respuesta que recibió de otro de los contertulios fue muy adecuada. Le replicó que con quien tiene que debatir es con Rajoy que es quien está gobernando y quien está tomando las medidas “merkelianas”, como alumno aventajado de la líder alemana, que están haciendo la vida imposible a los españoles. Pero debatir con D. Mariano lo va a tener difícil salvo que discutan por vía de plasma.

Otra particularidad que he observado en su actuación es que da la impresión que al igual que Luis XIV de Francia mantenía aquello de que: El Estado soy yo, Pablo Iglesias piensa que la izquierda es suya y que además él y sólo él representa el cambio. Intenta a toda costa apoderarse del espacio PSOE, un espacio sociológico muy amplio que creo será difícil que se eche en sus brazos. Los votantes socialistas, en su mayoría, suelen ser gente comprometida y racional que no se deja llevar fácilmente por fenómenos luminiscentes que al final se quedan en fuegos artificiales, a pesar de que ahora puedan encontrarse algo decepcionados. Ya veremos.

Afirmo lo anterior porque en el mismo programa de televisión argumentaba que pactaría con el PSOE siempre que este partido siguiera sus directrices y que entonces los socialistas serían bienvenidos al cambio. Es decir, según él, la izquierda y el cambio están representados unívocamente en su persona y en PODEMOS. Como dijo aquel torero en un arranque de valentía: ¡fuera peones, dejadme solo¡

Claro que estas presunciones son lógicas en un recién llegado que gracias a multitud de errores ajenos está logrando, con gran habilidad por su parte y la de su equipo todo sea dicho, movilizar a una parte del electorado al que le transmite los mensajes que todos queremos oír. Pero una cosa es predicar y otra es dar trigo.

Si algún día llegase al poder, cosa que estimo será difícil aunque todo es posible en política y más en España país de vaivenes y de comportamientos pendulares algo irreflexivos, se comprobaría que muchas de las utopías que propugna devendrían irrealizables como sin duda él sabe y, en consecuencia, el electorado hasta entonces subyugado por sus promesas caería en la cuenta de que la cosa no es tan mollar ni la aplicación de recetas utópicas tan fácil. Y en ese momento sus votantes se considerarían defraudados y engañados.

Claro que lo importante es trincar el poder, aunque sea mintiendo. En la historia política antigua y reciente hay ejemplos varios. Con consecuencias bastante desastrosas por cierto.


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