SAHARAUIS
Un
proceso descolonizador erróneamente gestionado por España, concluyó con la
invasión del Sáhara Occidental por parte de Marruecos en el año 1975, tras la
Marcha Verde y la salida de la zona, que era una provincia española, de la
potencia colonizadora. Las secuelas de
la actuación de Marruecos, consentida por España y por la ONU, fueron la
usurpación por los alauitas de la mayor parte del territorio habitado por los
saharauis, y la persecución de este pueblo, el cual después de sufrir la agresión
marroquí terminó desterrado y arrumbado en la hamada argelina del desierto del
Sáhara.
Y
en este desierto pedregoso, la hamada, habitan desde hace 38 años unos 200.000
saharauis, que gozan del estatuto de población refugiada, distribuidos en
cuatro asentamientos principales: Aaiun, Auserd, Dajla y Smara y la capital
administrativa Rabuni, constituyendo la denominada República Árabe Saharaui
Democrática (RASD).
Allí
las condiciones de vida son extraordinariamente difíciles debido a la dureza
del clima desértico, a la aridez e improductividad de las tierras y a la
carencia de medios y en ocasiones hasta de los alimentos precisos, a pesar de
la ayuda que presta el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados) y que es, a todas luces, insuficiente.
Tuve
la oportunidad de colaborar con este noble pueblo con motivo de la asistencia
técnica prestada desde la Consejería de Agricultura de la Junta de Extremadura
a un proyecto de cooperación consistente en la instalación de huertos en riego
para producción de hortalizas, que se inició en Dajla en el año 2001 y que hoy
se ha extendido a otros asentamientos, Smara y Rabuni (Njaila). A la sombra de
estos huertos principales han surgido varios cientos de pequeños huertos familiares
que siguen las indicaciones técnicas de aquellos. Con las producciones
obtenidas en los huertos las personas más débiles: niños, mayores y enfermos,
pueden disponer de algunos alimentos frescos que les aportan vitaminas entre
otros beneficios. Por esta razón conozco la situación de penuria en la que
viven los refugiados.
Por
razones políticas el Estado español tiene muy reducida su cooperación con los
saharauis y son las comunidades autónomas la parte de la administración española
que más coopera con ellos. Las duras condiciones en las que discurre la vida de
este pueblo en el desierto han de mover a los extremeños a solidarizarse con él,
y mantener las ayudas tanto las
procedentes de los ciudadanos como de la Administración Autonómica manteniendo
ésta sus proyectos de cooperación a pesar de la crisis. La ONG Amigos del
Pueblo Saharaui de Extremadura está llevando a cabo una destacada labor de
intermediación, tanto en el programa Vacaciones en Paz, como en el suministro
de alimentos y enseres necesarios para la supervivencia de este pueblo, así
como participando en los proyectos de cooperación como ha sido el caso de los
huertos para producción de hortalizas
frescas.
España
y Extremadura le debemos a los saharauis, no sólo nuestro apoyo en la defensa
ante los organismos internacionales de sus reivindicaciones para recuperar sus
territorios anexionados por Marruecos, sino también nuestra solidaridad para
hacerles la existencia cotidiana más llevadera en un ambiente vital tan
inhóspito, en tanto consigan alcanzar sus objetivos. Este noble y valeroso
pueblo se lo merece.
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