ENCRUCIJADA SOCIALISTA
El
socialismo español puede estar en peligro de mantenerse como partido destacado
en la política nacional, si en el próximo congreso no acierta con la elección
de un líder consistente, y lo que es más importante, con la confección de un
programa que devuelva al partido a sus principios socialdemócratas, de modo que
ofrezca nuevamente, desde el centro izquierda, esperanzas a los ciudadanos de
convertirse en una alternativa real para cambiar las cosas.
Para
conseguirlo tendrá que tomar decisiones trascendentes y llegar, si es necesario,
a sustituir dirigentes que llevan años y años en el partido, que todavía
pretenden seguir en las poltronas y que han sido en buena parte los causantes
del deterioro al que se ha llegado, al cambiar de principios, puede que con
buena intención, pensando que con ello se arreglaba la problemática producida
por la crisis. Han actuado en plan Groucho Marx que pregonaba: estos son mis
principios, si no le gustan tengo otros. Esa incoherencia ideológica se termina
pagando en las urnas. Tal y como ha ocurrido.
Hay una serie de preceptos básicos, que
llevaron a los socialistas a lo más alto del favor y la confianza de los
ciudadanos que han de ser retomados, actualizados y cumplidos.
El
primero de ellos es hacer de la ética, la honestidad, la transparencia y de la
participación ciudadana la bandera del partido.
Y exigir un comportamiento personal que tiene que ser acorde con los
principios de la izquierda. Los “socialistas conservadores” que predican unas
cosas y viven tan ricamente no debieran tener cabida. Se trata de dar ejemplo
de austeridad y sencillez en los comportamientos. En este orden de cosas
resulta imprescindible que los dineros públicos se gestionen de forma honesta,
racional y eficaz evitando los despilfarros en festejos y las inversiones
públicas megalómanas, absurdas e innecesarias.
En
el aspecto ético la persecución del fraude fiscal y de los defraudadores ha de
ser una actuación prioritaria. Y poner los medios precisos para que todo el mundo
contribuya de una manera progresiva según las rentas de todo tipo que perciba.
Esa es la directriz de solidaridad que
ha de abanderar el socialismo.
La
segunda cuestión a clarificar es que las decisiones que se adopten han de estar
dirigidas indefectiblemente a conseguir el bien común y no el beneficio de
grupos de privilegiados como en algún momento se ha hecho. Hay que decantarse
por políticas económicas, fiscales, sociales y ambientales que favorezcan a la
mayoría de la población y busquen la igualdad y el bienestar de los ciudadanos,
aplicándolas de manera eficaz y eficiente. Y eso a pesar de consignas
contrarias de la UE o de otros organismos como el FMI. Hay margen de maniobra
en la aplicación de políticas nacionales para conseguirlo.
La
tercera derivada es que el discurso ha de ser igual en toda España. No se puede
predicar lo que quieren oír en cada sitio. Y si alguna facción regional del
partido en su deriva autonómica o nacionalista no está dispuesta a seguir las
directrices que se acuerden hay que separarse de ella y refundar otro nuevo
PSOE en el territorio de que se trate.
Por
último hay que tener muy claro en qué se quiere convertir España desde el punto
de vista territorial. Aquí han de seguir mandando las políticas de solidaridad
interterritorial, con independencia de que existan comunidades autónomas con
peculiaridades de lengua y costumbres que hayan de ser reconocidas. Pero dentro
de la cohesión de España como nación. Y si hay que sustituir el Estado de las
Autonomías por modelos federales, estúdiense primero estos y óbrese en
consecuencia, pero sin ventajas para nadie.
El
colofón de todo el proceso ha de ser que estos principios y la aplicación de
las medidas políticas derivadas de ellos tienen que explicarse de modo que
queden meridianamente claros para los dirigentes, los militantes, los
simpatizantes y los ciudadanos. Sólo así el PSOE se salvará de la quema. El
inmediato congreso yo creo que es el último cartucho. Deberían aprovecharlo. Es
una gran oportunidad.
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