viernes, 28 de octubre de 2022

 

ESPAÑA RETROCEDE

España se encuentra sumida actualmente en una dinámica de claro retroceso tanto en su situación económica como social. Tras un período de bonanza que duró 30 años, y que comenzó en el inicio de la Transición en 1978, la crisis financiera de 2008 supuso un grave contratiempo para la economía española cortando uno de los períodos más prósperos del país. Sin recuperarnos del todo de ella, nos cogió una nueva crisis, la del COVID 19, de la que todavía no hemos salido ni alcanzado valores de indicadores como el PIB anteriores a ella y que según los expertos no recuperaremos hasta el año 2024.

El estado del bienestar empieza a resentirse. Para conseguir sus ventajas indudables para los ciudadanos, hemos generado una deuda de las administraciones públicas de 1,49 billones de euros, el 20 % de nuestro PIB, que ya veremos cómo se paga. Probablemente lo haremos nosotros y también nuestros hijos y nietos. No podemos seguir gastando más de lo que ingresamos, pues esto aumentará el déficit y, en consecuencia, la deuda.

A finales del año 2021 y principios del año 2022 se produjo, a nivel global, un incremento desmesurado del precio de muchas materias primas, de modo que la inflación en España alcanzo en febrero de 2022 un nivel del 7,6 % nunca visto desde hacía muchos años.

La invasión de Ucrania por parte de Putin, vino a agravar más una situación que ya estaba deteriorada, generando una inflación galopante, de modo que en julio del 2022 alcanzaba ya los dos dígitos, 10,8 %, dos puntos por encima de la media europea, y la inflación subyacente (aquella que no tiene en cuenta los precios de la energía, ni el de los alimentos frescos) se situaba en el 6,4 %. Durante el mes de agosto se llegó a valores del 10,4 % en la inflación y del 6,1 % en la subyacente. En septiembre los valores alcanzados fueron del 8,9 % y del 6,2 % respectivamente. Los economistas advierten de que estamos ante una inflación de costes y no de demanda.

La inflación ha hecho elevarse sensiblemente los precios de bienes básicos como el de la energía eléctrica, el del gas, el de los combustibles y el de la mayoría de las materias primas, así como el precio de los alimentos, lo que ha repercutido en incrementos muy notables del importe de la cesta de la compra.

Y para completar el cuadro, el repunte del Euribor hace que las hipotecas variables basadas en este índice, sean aún más gravosas para los españoles que las han suscrito.

La situación que se ha generado, ha llevado a que un gran número de familias españolas, según los últimos datos el 52 %, no es capaz de llegar a fin de mes. Una barbaridad que da idea de lo profundo de esta crisis.

Esto ha traído como consecuencia que Cáritas y otras ONGs, así como los Bancos de Alimentos, hayan experimentado un notable aumento en el número de demandantes de ayuda. Y al tiempo un vaciado de sus almacenes al crecer la demanda de productos y sus precios y disminuir las donaciones. Paradójicamente, personas que antes eran donantes, han pasado a ser beneficiarios de las ayudas.

Según Eurostat el índice de pobreza en España se sitúa actualmente en el 27,8 % siendo la media europea del 21,7 %. Sólo nos superan en pobreza, Rumania, Bulgaria y Grecia. Datos muy preocupantes.

En paralelo nos encontramos con que somos el país europeo con la tasa de desempleo más elevada de la Eurozona, 12,6 % frente a una media europea del 6,6 %. Y eso que en España se ha maquillado el resultado eliminando de las estadísticas a los fijos discontinuos, que en realidad son parados temporales durante el tiempo que no trabajan.

Pues bien, a pesar de esta alta tasa de desempleo, resulta que en la agricultura es difícil encontrar empleados para el campo, pastores o personal para la recolección de la fruta; en la construcción los empresarios se quejan de que no hay en el mercado albañiles o especialistas en encofrado y ferralla; en la hostelería es difícil dar con camareros o cocineros y las empresas de transporte tienen dificultades para contratar conductores.

La única explicación que encuentro a esta paradójica situación, es que existe un exceso de subvenciones (subsidio de paro, renta básica o ingreso mínimo vital), lo que no invita a buscar y encontrar trabajo. Aunque sea razonable que en un estado desarrollado tenga que haber mecanismos de protección social para no dejar atrás a los más débiles.  Pero la solución no está en las subvenciones, sino en que el Estado provea mecanismos para que los empresarios puedan emprender con facilidad, de modo que se creen puestos de trabajo con sueldos dignos. Me parece el único camino sensato para solucionar el problema del paro.

El futuro no pinta nada halagüeño y diversos organismos como la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) española, ya dan como seguro un período de recesión económica en final de 2022 y principios de 2023, con las consecuencias negativas que la estanflación va a traer para todos los españoles.

Los Fondos Next Generation que parecía que iban a ser la panacea universal para sacarnos de la crisis, tampoco están funcionando con transparencia y fluidez, lo que complica aún más el escenario en el que nos movemos.

En España, además nos encontramos con que estamos inmersos en una crisis política que está minando nuestra calidad democrática, y que nos afecta en exclusiva, pues en el contexto europeo no se da esta situación. Lo que agrava aún más el nivel de retroceso que estamos padeciendo.

 Aunque desde las instancias gubernamentales se ofrece a los españoles una imagen idílica de España. como si habitáramos en el país de las maravillas. Un trampantojo que nada tiene que ver con la realidad que viven los ciudadanos.

 

1 comentario:

  1. A pesar de que esto es así, no parece que la mayoría de los españoles vea con la misma preocupación la situación, nadie se rasga las vestiduras, ni siquiera los líderes que debían hacerlo y transmitir la preocupación al pueblo, para que este tome conciencia de que hay que cambiar de rumbo…festejos y más festejos ¡¡ Qué buenos somos ¡¡.

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