sábado, 6 de junio de 2015

TROPEZÓN DE ADA COLAU

Reconozco que he tenido cierta simpatía por Ada Colau a causa de su activismo desde la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) y por su lucha en contra de los desahucios de familias a las que la crisis les ha golpeado salvajemente y que, de pronto, sin trabajo y por tanto sin ingresos, se encuentran ante la tragedia de quedarse sin un techo en el que guarecerse.

Aprovechando la popularidad alcanzada por sus actuaciones al frente de la plataforma mencionada, esta activista se ha presentado como candidata a la alcaldía de Barcelona, al frente de una formación denominada “Barcelona en Comú” a la que apoyaba PODEMOS. Sus 11 concejales de un total de 41 y el 25,21 % de los sufragios le han dado una pírrica victoria el 24 M en un marco de votos muy dividido entre diferentes partidos. La mayoría absoluta en este Ayuntamiento es de 21 concejales. Le faltan 10 para llegar a ella.

Un posible pacto con varias formaciones, ERC y CUP entre otras, tal vez la permita ser la futura alcaldesa de Barcelona.

Ella ya ha dado por hecho que lo va a ser y ha comenzado a ejercer como si lo fuera, sin todavía serlo. En este contexto ha pronunciado una frase que creo que va a lamentar haberlo hecho durante toda su vida política. “Las leyes que nos parezcan injustas las desobedeceremos” ha sentenciado la joven. Y se ha quedado tan ancha.

Con esta afirmación esta novel lideresa acaba de descalificarse y se ha puesto a los pies de los caballos ella sola. En una democracia el marco legal vigente ha de cumplirse por todos los ciudadanos y por los dirigentes de manera especial. Y si las leyes no gustan o se consideran injustas en lugar de desobedecerlas hay que procurar cambiarlas. Si se dispone de las mayorías necesarias para ello, claro está, pues ese es el fundamento del sistema democrático.

Alguno de estos políticos emergentes de nuevo cuño, como Ada Colau, da la impresión de que son un tanto soberbios y prepotentes, cuando ya en sus primeras manifestaciones de cierta enjundia se decantan por llamar a la desobediencia civil cuando las leyes no gusten. Y esto es una muestra de una gran insensatez, de  bastante inmadurez política y de una absoluta falta de formación democrática. Da la impresión de que esta chica puede convertirse en una futura dictadora de izquierdas si dispone de la mayoría necesaria.

Y en este contexto ¿Quién determina si las leyes son justas o injustas? ¿Ella solita? ¿La plataforma que la sustenta? ¿O son cada uno de los ciudadanos quien dictamina a su libre albedrío si una ley es justa o injusta y en consecuencia actúa cumpliéndola o no?

Y cuando Ada Colau, si llega a ser alcaldesa de Barcelona, promulgue ordenanzas o normas en general ¿permitirá que los ciudadanos las desobedezcan si personalmente les parecen injustas? Según su teoría podrían hacerlo. Porque es exactamente lo que ella propugna.

En fin con todo esto se llega a la conclusión de que una cosa es ser activista en una plataforma y darle al pico cuando no se tienen competencias de gobierno y otra muy distinta estar preparada para asumir la gran responsabilidad de ser la alcaldesa de una ciudad como Barcelona, con tres millones de habitantes y una compleja problemática que necesita de personas muy sensatas, con experiencia de gestión y con formación suficiente para coordinar equipos y conseguir lo mejor para la ciudad.

Ada no ha empezado con buen pie. Debería rectificar cuanto antes y explicar con pelos y señales lo que quiso decir matizándolo adecuadamente. De lo contrario le auguro un futuro poco halagüeño Haciendo un juego de palabras fácil y poco original: “Ada se ha Colau” al pronunciar la frase de marras que le dará algunos dolores de cabeza.

Porque además su mayoría muy minoritaria, la va a obligar a tener que hacer múltiples cesiones, alguna de ellas en materia independentista que la pondrán en más de un aprieto. Al tiempo. 

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