TROPEZÓN DE ADA
COLAU
Reconozco
que he tenido cierta simpatía por Ada Colau a causa de su activismo desde la
PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) y por su lucha en contra de los
desahucios de familias a las que la crisis les ha golpeado salvajemente y que,
de pronto, sin trabajo y por tanto sin ingresos, se encuentran ante la tragedia
de quedarse sin un techo en el que guarecerse.
Aprovechando
la popularidad alcanzada por sus actuaciones al frente de la plataforma
mencionada, esta activista se ha presentado como candidata a la alcaldía de
Barcelona, al frente de una formación denominada “Barcelona en Comú” a la que
apoyaba PODEMOS. Sus 11 concejales de un total de 41 y el 25,21 % de los
sufragios le han dado una pírrica victoria el 24 M en un marco de votos muy
dividido entre diferentes partidos. La mayoría absoluta en este Ayuntamiento es
de 21 concejales. Le faltan 10 para llegar a ella.
Un
posible pacto con varias formaciones, ERC y CUP entre otras, tal vez la permita
ser la futura alcaldesa de Barcelona.
Ella
ya ha dado por hecho que lo va a ser y ha comenzado a ejercer como si lo fuera,
sin todavía serlo. En este contexto ha pronunciado una frase que creo que va a lamentar
haberlo hecho durante toda su vida política. “Las leyes que nos parezcan injustas
las desobedeceremos” ha sentenciado la joven. Y se ha quedado tan ancha.
Con
esta afirmación esta novel lideresa acaba de descalificarse y se ha puesto a
los pies de los caballos ella sola. En una democracia el marco legal vigente ha
de cumplirse por todos los ciudadanos y por los dirigentes de manera especial.
Y si las leyes no gustan o se consideran injustas en lugar de desobedecerlas hay
que procurar cambiarlas. Si se dispone de las mayorías necesarias para ello,
claro está, pues ese es el fundamento del sistema democrático.
Alguno
de estos políticos emergentes de nuevo cuño, como Ada Colau, da la impresión de
que son un tanto soberbios y prepotentes, cuando ya en sus primeras manifestaciones
de cierta enjundia se decantan por llamar a la desobediencia civil cuando las
leyes no gusten. Y esto es una muestra de una gran insensatez, de bastante inmadurez política y de una absoluta
falta de formación democrática. Da la impresión de que esta chica puede
convertirse en una futura dictadora de izquierdas si dispone de la mayoría
necesaria.
Y
en este contexto ¿Quién determina si las leyes son justas o injustas? ¿Ella
solita? ¿La plataforma que la sustenta? ¿O son cada uno de los ciudadanos quien
dictamina a su libre albedrío si una ley es justa o injusta y en consecuencia
actúa cumpliéndola o no?
Y
cuando Ada Colau, si llega a ser alcaldesa de Barcelona, promulgue ordenanzas o
normas en general ¿permitirá que los ciudadanos las desobedezcan si
personalmente les parecen injustas? Según su teoría podrían hacerlo. Porque es
exactamente lo que ella propugna.
En
fin con todo esto se llega a la conclusión de que una cosa es ser activista en
una plataforma y darle al pico cuando no se tienen competencias de gobierno y
otra muy distinta estar preparada para asumir la gran responsabilidad de ser la
alcaldesa de una ciudad como Barcelona, con tres millones de habitantes y una
compleja problemática que necesita de personas muy sensatas, con experiencia de
gestión y con formación suficiente para coordinar equipos y conseguir lo mejor
para la ciudad.
Ada
no ha empezado con buen pie. Debería rectificar cuanto antes y explicar con
pelos y señales lo que quiso decir matizándolo adecuadamente. De lo contrario
le auguro un futuro poco halagüeño Haciendo un juego de palabras fácil y poco
original: “Ada se ha Colau” al pronunciar la frase de marras que le dará
algunos dolores de cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario