martes, 28 de abril de 2015

LO QUE NOS FALTABA: ASESORÍAS VERBALES

Los padres de la patria que forman parte de las cámaras legislativas en España tienen como común denominador que actúan igual que Juan Palomo: ellos se lo guisan y ellos se lo comen y todo lo cocinan en un marco de absoluta opacidad.

Me refiero a que en cuestiones que afectan a su “status” de parlamentarios en lugar de que decida un poder externo a las cámaras como sería lo lógico, legislan y deciden ellos solitos y además se encuentran imbuidos de la potestad de resolver por sí mismos las posibles dudas. Como puede deducirse democracia en estado puro.

El episodio del cobro de sueldos, sobresueldos, comisiones  o como quiera llamarse que han protagonizado los diputados populares Trillo y Martínez Pujalte y que ha salido a la luz estos últimos días es una prueba de ello.

Estas dos personas cuando eran diputados nacionales, el primero ya ha llegado a embajador y el segundo todavía sigue siendo parlamentario, cobraron suculentas cantidades, 374.000 € y 75.000 € respectivamente de una empresa constructora COLLOSA que ¡vaya casualidad¡ contrata con la administración y ha sido adjudicataria de parques eólicos en Castilla y León.

Ellos argumentan, después de reconocer los cobros, que todo es legal pues tenían la oportuna autorización del Congreso de los Diputados.

Teóricamente un diputado según la ley orgánica del Régimen General Electoral sólo debe cobrar su sueldo como tal porque tiene dedicación absoluta. Esta es la teoría. Pero se abren excepciones a las que se acogen algunos diputados para poder llevar a cabo otras actividades previa declaración de las mismas y autorización de la Comisión del Estatuto del Diputado. Esta comisión autoriza la realización de actividades externas por parte de los diputados en función de lo que estos declaran. Y el control posterior de esas actividades brilla por su ausencia. Simplemente no existe.

Como ven todo está perfectamente orquestado para que forzando la ley los diputados puedan arrimar a sus ya pingües sueldos públicos, cantidades adicionales de la actividad privada que mejoren su ya confortable nivel de ingresos.

Pero esta situación que tiene soporte legal puede que no resista un análisis ético. Es el caso de los diputados antedichos que estaban en nómina de la mencionada empresa porque al parecer la asesoraban en diversos asuntos. Cuando se recaban los documentos o informes que justifiquen esta asesoría y, de paso, los escandalosos sobresueldos cobrados, resulta que no existen. ¿Saben por qué? Porque se trata de asesorías de carácter verbal. Acabáramos. Si es verbal no hay soportes materiales salvo que se grabe y quede constancia. Cosa que no ha sucedido. Y por tanto las palabras se las ha llevado el viento y la pasta los diputados.

Como describía brillantemente Ernest Hemingway en su libro de tauromaquia, Muerte en la Tarde, las faenas de los toreros desaparecen una vez ejecutadas y, salvo grabación, el arte atesorado en ellas sólo permanece en el recuerdo del espectador que las presenció. Pues exactamente igual ocurre con las asesorías verbales. Desaparecen como por ensalmo.

Y siendo legal ¿es ético que diputados con dedicación absoluta cobren por asesorar a empresas que contratan y reciben adjudicaciones de las administraciones públicas? ¿No será más bien un cobro por información privilegiada o por tráfico de influencias para asegurar contratos o acelerar procesos prevaliéndose de su condición de parlamentarios, de la información de la que disponen o de los contactos que tienen?

Otro ejemplo de presencia de legalidad y ausencia de ética es el de los viajes de sus señorías pagados con dinero público para cualquier actividad que les plazca realizar, incluidas visitas a amiguitas muy lejos de sus zonas de representación parlamentaria. Son  prebendas, canonjías o sinecuras de las que gozan los diputados y senadores,  que no tienen justificación alguna y que los partidos políticos, por beneficiar a sus representantes, nunca han querido erradicar. Salvo algún partido poco representativo ninguno de ellos ha luchado por cortar en seco estas situaciones que son corrupción pura y dura.

Los ejemplos anteriores son paradigma de que lo legal en muchas ocasiones puede no ser ético. Es inconcebible que unos pocos gocen de todas las ventajas y otros muchos  de tan pocas.

Pero tarde o temprano todas estas situaciones pasarán factura a los que las han consentido y defendido. En los próximos comicios es muy posible que pueda comprobarse. Ya veremos.


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