OVACIÓN Y
VUELTA AL RUEDO
Tras
el revolcón sufrido en las elecciones andaluzas, en las que ha perdido 17 de
los 50 escaños que tenía y más de 500.000 votos, se esperaba una reflexión en
profundidad del partido gobernante y algún cambio en sus políticas o en las
personas que tienen que desarrollarlas.
Desde
algunos estamentos de los populares han comenzado a llover críticas sobre los
resultados obtenidos en Andalucía y el PP da la impresión de ser un partido
desunido en el que los barones territoriales están haciendo la guerra por su
cuenta para tratar de salvar las próximas elecciones en sus circunscripciones
con su actuación personal fuera del paraguas del partido. El video - rap de
Monago es una prueba fehaciente.
Para
no se sabe qué, Rajoy convocó a su Junta Nacional, hacía dos años que no se
reunía, y después de decir las obviedades de siempre, asegurando que a ellos la
corrupción les abochornaba, cuando siendo uno de los focos principales de la
misma nadie ha asumido responsabilidad alguna y de garantizar que el partido
está unido, aunque cada uno vaya por su lado, recibió sonoras ovaciones y nadie
osó tomar la palabra para contradecir al líder.
Mantienen
su estrategia que se basa en una pretendida mejora de la economía que venderán
a bombo y platillo. Porque no hay más cera que la que arde.
Es
indudable que la economía empieza a remontar en España, al menos en sus cifras
macroeconómicas principales, como es el crecimiento del PIB, que lo hará según
los expertos en el entorno del 2,5 % en el año 2015 y esta mejora se la apropia
el PP argumentando que es debida a la reformas llevadas a cabo desde que está
en el gobierno.
Olvidan que el viento a favor que sopla para la economía española no es debido a acciones gubernamentales sino a hechos que se
producen en la economía mundial o comunitaria que nos resultan favorables. Sobre
la reducción del precio del crudo, la devaluación del euro respecto del dólar,
la reducción de la prima de riesgo o la compra masiva de deuda por el BCE poco,
por no decir nada, tienen que ver las reformas llevadas a cabo por los
populares. Son coyunturas económicas que hay que aprovechar y lo haría
cualquier partido de derechas o de izquierdas.
Pues
es en esa mejora de la macroeconomía en la que basa exclusivamente el gobierno
su estrategia de cara a los próximos comicios locales, autonómicos y generales.
Lo
que parece que no atisban los populares, y esto les conduce a no hacer
autocrítica, es que esta mejoría económica no alcanza a las grandes capas de
población que han sido maltratadas por la crisis y por las consecuencias de las
reformas, especialmente la laboral, que ha acometido el gobierno.
La
creación de empleo es una especie que se trata de vender pero que los
ciudadanos no compran. Una cosa es crear empleo estable con un sueldo digno que
permita a las familias llegar con soltura a final de mes y acometer alguna
inversión de futuro y otra muy distinta crear empleo precario y temporal con
sueldos ínfimos que no permiten la estabilidad de la familia ni una vida digna.
Al final las dos cosas son empleo pero nada tiene que ver una con la otra. Un
empleo fijo de 40 horas semanales suficientemente remunerado cuenta igual a
efectos estadísticos que uno precario de 10 horas a la semana con un salario de
miseria, pero no es lo mismo. Estadísticamente sí lo será pero socialmente no.
Las
clases medias han sido duramente castigadas por la crisis. Mientras sus
salarios disminuían, aumentaban los impuestos a la par que se recortaba
drásticamente el estado del bienestar del que disfrutaban. La consecuencia es
que actualmente tienen un nivel de vida por debajo del que mantenían al
principio de la legislatura. Se ha experimentado un retroceso de al menos dos
décadas. Y no hablemos del escandaloso incremento de la deuda pública y del
vaciado de la hucha de las pensiones.
Esa
es la realidad que no quiere ver el PP. Sus políticas de austeridad han causado
un daño muy profundo en la sociedad española del que tardará bastante tiempo en
recuperarse.
Aunque
la derecha tiene un suelo de votos muy elevado, parece probable que, como en
Andalucía, el desencanto que campa a sus anchas por amplias capas de la
sociedad pase factura al PP en los próximos comicios. A pesar de que su líder
haya recibido en su última actuación ovación y vuelta al ruedo por parte de sus
conmilitones, ninguno de los cuáles dijo ni pío.
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