lunes, 13 de abril de 2015

SALOUFEST

El turismo, desde que D. Manuel Fraga se bañó en Palomares y lo impulsó en los tiempos finales de la dictadura franquista, en los que ya empezaba a consolidarse una cierta apertura en el régimen y su desenganche con el nacional catolicismo, ha sido un elemento clave en nuestra economía.

En los comienzos fue turismo de sol, playa, bikinis y suecas en la Costa del Sol, todo dentro de un orden, que luego se extendió por el resto de nuestro litoral. Más tarde se fue diversificando en áreas de turismo interior con una componente importante del turismo rural, con ramificaciones del tipo gastronómico o de conocimiento de nuestro rico patrimonio histórico artístico y cultural así como de los bellos paisajes españoles.

Desde entonces nuestra infraestructura turística ha crecido sin parar y hoy día contamos con una red de alojamientos hoteleros tanto privados como públicos (nuestra red de Paradores y Hospederías es excelente) que es de las mejores del mundo y ya somos el tercer país más visitado por detrás de Estados Unidos y Francia que son dos superpotencias en materia turística. El año pasado acogimos a más de 65 millones de personas.

Los más veteranos recordarán una canción de los años 70 en la que se hablaba del turista dos millones como todo un record, para comprobar el imparable incremento experimentado en el número de visitantes.

Pues bien de unos pocos años a esta parte se ha desarrollado una nueva variante de turismo que podríamos denominar de “Saloufest”, traducido como Fiesta en Salou, por ser en esta localidad turística tarraconense en la costa mediterránea donde surgió por primera vez, aunque luego se haya extendido a otros parajes turísticos de nuestras costas peninsulares y también a las islas.

La “Saloufest” es un tipo de turismo multitudinario, barato y de baja calidad, en la que participan principalmente estudiantes anglosajones, quienes con la justificación de hacer una semana de actividades deportivas y por el módico precio de 250 €, lo que en realidad protagonizan es una serie de excesos en la comida, en la bebida especialmente, en las costumbres y en el sexo, que no les serían consentidos en sus países de origen bajo ningún concepto y eso que sus naciones de procedencia son el paradigma de la libertad y de la democracia.

He tenido oportunidad de presenciar en televisión imágenes que superan con creces lo que puede consentirse y se lo dice alguien que no es en absoluto un mojigato. Jóvenes con tasas de alcohol etílico elevadísimas campan a sus anchas por las calles y playas de la localidad, desnudos, practicando sexo, gritando y alborotando sin consciencia de lo que hacen dominados por el alcohol. El espectáculo es muy poco edificante para niños o personas que no tienen necesidad de aguantar semejante disparate, por muchos beneficios que la fiesta pueda reportar a los empresarios turísticos de las zonas.

No todo puede justificarse, porque la libertad ha de tener unos límites. Y estos ha de ponerlos la sociedad. Y el límite en la libertad de actuación de un grupo de mozalbetes reside en la libertad del resto de la población que no tiene por qué aguantar escándalos semejantes.

Recuerdo que en una visita a Londres presencié un hecho que constituyó para mí una lección de lo que es la libertad y el respeto al prójimo. En una acera se encontraba tirado en el suelo un sujeto borracho perdido. De inmediato vinieron los “bobbies” y se lo llevaron a la “trena” sin más explicaciones.

Le pregunté a un amigo inglés sobre el hecho. Me contestó: en Inglaterra hay total libertad de actuación siempre que no interfieras los derechos de otros o molestes al prójimo. Y el individuo que se han llevado impedía un correcto tránsito por la acera de ingleses que pagan sus impuestos. Dormirá la mona en el calabozo y luego, sin más, lo soltarán.

En base a estos principios la “Saloufest” no está permitida ni en Gran Bretaña ni en otros países similares. Por eso acuden a la permisiva España. Si se lo consintieran en sus países no vendrían aquí. Se ahorrarían 250 € del viaje y la estancia.

Tomemos nota y hagamos igual que los ingleses. Y el año próximo en España no habrá “Saloufest” ni nada que se le parezca.

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