SOLIDARIDAD ESCOLAR
Hace
unas días he podido escuchar por la radio un amplio reportaje en el que se daba
cuenta de las acciones solidarias que niños y familias de colegios españoles
están llevando a cabo, para ayudar a otros niños y familias de esos mismos
colegios que lo están pasando mal como consecuencia de esta terrible crisis que
desde 2007 azota a millones de hogares españoles.
Se
trata de auxiliar a esos niños de familias afectadas por la crisis, muchos de
ellos al borde de la desnutrición pues malcomen en sus casas. Además sus padres
no disponen de dinero para comprarles los libros de texto o costearles una
excursión. La ayuda se implementa de modo que no se sientan marginados y puedan
hacer las mismas actividades que el resto de los niños del colegio. Y todo ello
con un exquisito cuidado para que esos niños y sus familias mantengan incólume
su dignidad.
Me
han emocionado las entrevistas mantenidas con algunos de los escolares, de 11 o
12 de años de edad, por la claridad de ideas que tienen y lo bien que
comprenden el problema. Es reconfortante escucharles. Con esas ideas solidarias
serán unos excelentes ciudadanos en el futuro.
Frente
al optimismo oficial, que poco menos que está dando por concluida la crisis,
apoyándose en ligeras mejoras de algunos índices macroeconómicos manipulados en
su interés, se levanta la realidad española a la que tienen que hacer frente
los ciudadanos con estas acciones de solidaridad, que no de caridad, y de la
que son un ejemplo las que están llevando a cabo las familias y los niños en
muchos colegios españoles.
Nuestros
políticos deberían escucharles y entonces además de comprender el problema, se
dedicarían a buscar soluciones, como es su obligación, para evitar a toda costa
que estas familias y que estos niños sufran. Y dejarse de milongas y de brotes
verdes. Y abordar la realidad de la situación española en la que persisten
niveles de desempleo desmesurados, una deuda pública y privada cercana al 300 %
del PIB y un horizonte oscuro para innumerables familias españolas sumidas en
la pobreza.
Y
en lugar de reducir sueldos y salarios y continuar con la política de recortes
sociales, que optaran por políticas de crecimiento y de inversión productiva,
de modo que se generen puestos de trabajo que permitan que esos hogares dejen
de sufrir.
Tal
vez disminuyendo el gasto público no productivo de los políticos: por ejemplo
sus sueldos, dietas, coches oficiales y agasajos y dedicándolo a inversiones,
emprendimiento e innovación, de modo que la productividad se consiga a base de
innovaciones tecnológicas y no exclusivamente por la reducción salarial,
podríamos salir de este desastre aunque fuera parcialmente.
Y
como complemento se habría de perseguir y castigar a la manada de insolidarios
que hay en España: empresas que cotizan al mínimo, grandes fortunas refugiadas
en los Sicav o en paraísos fiscales, defraudadores de toda laya y condición que
pululan por nuestro país y a los que se les premia con amnistías fiscales.
Tal
vez así esos niños no tendrían necesidad de ayuda porque sus padres y madres tendrían trabajos y sueldos dignos y no
precisarían de ella.
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