viernes, 21 de marzo de 2014

¿LA GLOBALIZACIÓN, HA SIDO LA CAUSANTE?

Acabo de regresar de un viaje a China en el que he visitado tres grandes ciudades de su zona oriental: Beijing, Xi’An y Shanghai y he podido hacerme una idea del proceso de conversión que está experimentando este inmenso país poblado por casi 1.400 millones de habitantes.

Ahora mismo es un país en ebullición, un país vivo que se está aprovechando de las indudables ventajas que les ha traído la globalización. Se percibe una actividad inusitada en estas ciudades con un trasiego de personas y vehículos que denota una actividad económica propia de un país emergido que no emergente.

El paso del comunismo al capitalismo, da la impresión de que se está consiguiendo a base de generar desigualdad positiva. Unos cuantos se forran, pero muchos más empiezan a tener unas condiciones de vida que ni soñaban. Han pasado de la miseria a la expectativa de una vida mejor. Probablemente también experimentarán las desventajas del capitalismo. Pero ahora mismo se ve que tienen horizonte. Su competitividad nace de bajos salarios (salario mínimo 2.400 yuanes, unos 300 € mensuales). Por eso y con tecnología aportada por las multinacionales son capaces de competir con cualquiera. En desigualdad de condiciones, claro. En la visita a una fábrica de derivados del cobre (técnica de cloisonné) pudimos comprobar que las condiciones de trabajo no superarían un mínimo examen de seguridad e higiene en España. Y eso en lo que enseñan. Imagínense lo que no se ve.

En el viaje de vuelta yo reflexionaba sobre lo que la globalización ha significado para países como España. Alcanzada una cierta igualdad social hace unos años, la globalización está llevando a que para poder competir, a falta de moneda que devaluar, se adopte la vía de reducción de salarios. Es lo fácil.  Y esta manera de actuar se ha traducido en un aumento imparable de la desigualdad social negativa. Caminamos en sentido contrario a China. Ellos subiendo y nosotros bajando.

Nuestros políticos, que son unas lumbreras, han entrado al juego de los poderosos y en lugar de conseguir la mejora de nuestra competitividad por la vía de la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico que lleva a la concepción de nuevos bienes y productos para vender en los mercados que no disponen de ellos, han optado por el camino fácil de la reforma laboral que ha llevado inexorablemente a la reducción salarial y al empleo precario. La contrapartida: Centros de investigación e innovación sometidos a drásticos recortes y en consecuencia emigración de nuestro talento a otros países que optan por modelos innovadores y de investigación.


 Las consecuencias ahí las tienen. Aumento del paro, de la pobreza y de la desigualdad. Recorremos el camino contrario a China. ¿Cuál será nuestro final? ¿Tal vez ser los chinos de Europa, si es que ya no lo somos?

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