viernes, 10 de mayo de 2019


EXTREMADURA EN EL POZO ¿PODREMOS SALIR DE ÉL?

El INE (Instituto Nacional de Estadística) ha publicado hace unos pocos días los datos del PIB correspondientes a 2018. Y Extremadura continúa hundida en el pozo. Y allí seguirá por mucho tiempo si no se cambian las políticas y se apuesta por desarrollar la región mediante: primero la explotación racional de sus recursos endógenos y después por la instalación de industrias basadas en las nuevas tecnologías.

El año 2018 el PIB regional creció en Extremadura un 2 %, mientras que el crecimiento medio nacional era del 2,6 %. Madrid la comunidad autónoma española que más creció lo hizo en un 3,7 %. La UE – 28 también creció en un 2 %, como Extremadura. Si España crece de media un 2,6 % en su PIB y Extremadura los hace en un 2 % nuestra convergencia con la media española es prácticamente imposible y deberíamos pensar si las políticas regionales aplicadas hasta ahora son adecuadas o nos llevan a mantenernos más y más en el fondo del pozo del desarrollo.

Los datos del PIB “per cápita” muestran que el valor medio español creció en un 3,2 % mientras que el medio extremeño lo hizo en un 3,5 %. Esto que parecería ser un buen dato es un espejismo. Mientras que la población de España se incrementaba en un 0,32 % (150.848 habitantes) la población extremeña disminuía un 0,65 % (7.057 habitantes).

En valores absolutos el PIB “per cápita” medio de España era de 25.854 € y el de Extremadura 18.174 €, el valor más bajo de todas las comunidades autónomas, un 29,7 % inferior al valor medio nacional. Madrid la comunidad autónoma con mayor PIB “per cápita“, logra la cifra de 34.916 €, casi el doble que Extremadura.

Si la población extremeña se hubiera mantenido en 2018, el PIB “per cápita” equivalente en ese año habría sido de 17.961 €. En 2017 era de 17.444 €. El incremento real habría sido del 2,96 % frente al 3,2 % nacional. En resumen el PIB “per cápita” extremeño se ha incrementado más que la media española por la pérdida de población de la región.

Como puede deducirse seguimos peor que antes y la convergencia con la media nacional parece muy difícil de alcanzar, salvo que se modifiquen las políticas regionales puestas en marcha hasta el momento.

Y eso pasa en primer lugar por aprovechar nuestros recursos endógenos procedentes de la agricultura tanto de secano como de regadío – se han de concluir los riegos de Centro de Extremadura, Barros, Monterrubio, Arroyo del Campo y Ortiga – Guadámez – y de la ganadería instalando nuevas industrias agroalimentarias que transformen y comercialicen los productos desde Extremadura para retener el valor añadido. Los vinos, el aceite, los quesos, las frutas y hortalizas, el corcho han de ser manipuladas y transformados en Extremadura. Y el ganado ha de ser sacrificado y despiezado en la región. Es incomprensible que en vacuno se sacrifique en la comunidad autónoma en torno al 14  % del censo cuando en España la cifra se acerca al 40 % y en ovino las cifras sean de un 7 % y un 60 % respectivamente.

El turismo es otro de nuestros recursos endógenos que hemos de potenciar para aprovechar nuestro rico y variado patrimonio natural, paisajístico, histórico, monumental y gastronómico. Pero eso exige unas buenas infraestructuras de comunicación, especialmente el AVE o un tren de alta velocidad y la introducción de nuestros circuitos turísticos en paquetes internacionales apoyados en Madrid y en Lisboa. Y una mejora continuada en la calidad de los servicios que se prestan.

Las energías renovables pueden ser otra salida. Pero no debemos convertirnos en una zona de producción exclusivamente, limitándonos a exportar esa energía como ha sucedido con la energía hidroeléctrica y la nuclear. La energía renovable ya cubre nuestras necesidades. Si se instalan los 10.000 MW más de potencia previstos, que ocuparán una extensa superficie de suelo extremeño, sus resultados han de traducirse en unos menores costes de la energía para las industrias que se instalen en Extremadura: podemos actuar en modo “isla” con lo que la energía podría abaratarse entre un 25 y un 30 % según los expertos. Y por supuesto obligar a las compañías que se instalen a tener su domicilio fiscal en Extremadura para tributar aquí.

Por cierto se detecta una oposición frontal de algunos políticos y grupos de presión a la minería y ese es también un recurso endógeno que podría ser explotado si se hace racionalmente.

Pero pienso que el futuro está en la industrialización basada en las nuevas tecnologías: tecnología de los alimentos, biotecnología, nanotecnología, productos farmacéuticos, informática. Eso pasa porque la Universidad de Extremadura cambie el chip de titulaciones actuales, forme técnicos en estas materias y fomente el espíritu emprendedor entre los titulados. Hay que formar empresarios y no sólo funcionarios. Y adaptar las titulaciones a los nuevos retos de las nuevas empresas. De igual modo la formación profesional ha de moverse en este sentido para formar los técnicos necesarios. Y que la administración oriente sus políticas para conseguir la industrialización de Extremadura.

La tarea no va a ser nada fácil. Pero hay que intentarlo. Han de abandonarse las políticas conservacionistas aplicadas hasta ahora. Ese no es el futuro de la región. Si se continúa con esa dinámica seguiremos en el pozo por muchos años. Y los extremeños, especialmente los jóvenes, seguirán emigrando y la región exportando talento.


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